Cuando usted saca el trabajo de la iglesia
de la estructura de la misma, se empieza a crear un ambiente ideal para problemas
peligrosos.
Escrito por Kyle Borg | Jueves,14de
septiembre, 2016
Ahora, en este punto sería muy fácil
empezar a dar nombres. La cultura de la que estoy hablando tiene muchas caras,
desde concilios populares y redes, hasta marcas, plataformas, imperios de blogs,
y pastores celebridades; todos ellos son quienes dan vida a este monstruo.
Debo aclarar que no estoy en contra de
detalles específicos.
Aquellos que descaradamente se auto
promueven ante los ojos del público deberían esperar la opinión pública y no
deberían llegar a ignorar, intimidar o callar a aquellos que les brindan menos
apoyo entusiasta. Pero en lugar de descender a esos detalles, simplemente
quiero reflexionar sobre lo que percibo como algunas preocupaciones notables
sobre esta cultura de concilios, marcas y celebridades.
En
la novela de Mary Shelley, Frankenstein, un joven científico, Víctor
Frankenstein, encontró una forma de dar vida a los que no viven. Su ambición lo
llevó a un experimento científico poco convencional que engendra una creatura
grotesca por quien él no reclamará ninguna responsabilidad. Con el paso del tiempo
su monstruo se convierte en todo su dolor y ruina. Con sus elevadas ambiciones
destruidas por el desaliento, Víctor determina que lo único que puede cambiar
el destino es “perseguir y destruir a aquel al que yo le di la existencia”. Pero
es demasiado tarde. El monstruo ya no podía ser controlado.
No
soy un crítico literario, y para ser honesto, solo estoy familiarizado de manera
superficial con Frankenstein. Pero entre sus varios temas, la trama de su
historia se erige como una advertencia contra la extensión y creación de lo que
no debería haber sido creado. Mientras que la novela de Mary Shelley es el
rechazo del movimiento romántico contra la revolución industrial, quizás hay
una pequeña voz profética que le recuerda a la iglesia cuan rápidamente las
ambiciones pueden salirse de control y resultar en monstruos deformes que
prueban ser destructivos para las nobles aspiraciones con las cuales comenzamos.
Digo eso porque me parece que exactamente ese el tipo de monstruo que el
movimiento evangélico más amplio ha creado. En los laboratorios de experimentación
se ha creado algo que sólo puede describirse como un tipo de monstruo -una
cultura de concilios, marcas y celebridades- y que está empezando a crecer muy
fuerte como para ser contenido. Se ha creado algo que no debería haber sido
creado.
Como
un apunte personal, no estoy muy enamorado de esa cultura. Dentro de ella no
tengo amigos, pero tampoco enemigos. Dentro de ella no tengo futuro, pero
tampoco pasado. De ella no he ganado nada, pero tampoco he perdido nada. Soy un
pastor desconocido sirviendo en un lugar escondido y en una escondida
denominación. Quizá esto me da poco prejuicio o una perspectiva irregular sobre
este monstruo cultural. O, quizá, es precisamente mi posición enigmática la que
me concede cierta libertad para comunicar las preocupaciones que tengo con lo
que se ha creado. Después de todo, me costará muy poco.
Ahora,
en este punto, sería muy fácil comenzar a nombrar nombres. La cultura de la que
hablo tiene muchas caras desde los consejos y redes populares, hasta nombres de
marca, plataformas, imperios de blogs, promotores y pastores famosos, todos los
cuales dan vida al monstruo. Debo señalar que no me opongo a los detalles.
Aquellos que descaradamente se promueven a sí mismos a la vista del público
deben esperar la opinión pública y no deben llegar a ignorar, intimidar o
silenciar a aquellos que les ofrecen menos apoyo entusiasta. Pero en lugar de
descender a esos detalles, simplemente quiero reflexionar sobre lo que percibo
como algunas preocupaciones notables sobre esta cultura de consejos, marcas y
celebridades.
Este
monstruo de concejos, coaliciones y redes, florece en un ambiente que existe
independientemente de la autoridad espiritual y las estructuras de rendición de
cuentas previstas por Jesús. Eso no sería un problema, excepto que muchas de
estas organizaciones parecen haber asumido el trabajo de la iglesia. Por
ejemplo, conectando la gracia de Dios con el mundo, o llamando a la libertad,
la plenitud y la utilidad, o renovando la fe en el Evangelio, o estando juntos
por el Evangelio, etc.
Jesús
destinó a la iglesia para confiarle el ministerio de reunir y perfeccionar a
los santos, y él pretendía que esto se llevara a cabo bajo la autoridad y
responsabilidad que él también estableció. Cuando se extrae el trabajo de la
iglesia de la estructura de la iglesia se comienza a crear un ambiente ideal
para problemas peligrosos. Problemas como falsos maestros, escándalos públicos,
imprecisión doctrinal y error, abusos de influencia y promoción de todos ellos,
donde los involucrados son responsables y controlados por la voluntad y el
capricho de una junta directiva desprovista de supervisión espiritual bíblica.
Ese es el monstruo que hemos creado.
Este
monstruo de marcas y plataformas, florece en un ambiente que alienta el
consumismo. Lo que a menudo se promueve parece, al menos para mí, ser un
pequeño paso por encima de un esquema de marketing, showbiz (mundo del
espectáculo), o una extraña forma de entretenimiento. Después de todo para
obtener titulares sólo necesitas el predicador correcto; o elegir el público adecuado;
o incluir los adjetivos correctos, escandalosos, inagotables, radicales,
extravagantes; o colocar el logo correcto; o definir la narrativa correcta y
envolver todo en términos del evangelio y tendrás una receta para el éxito que
es demasiado grande como para fallar. El resultado es que los medios ordinarios
– la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración- son reemplazados por un
método extra-ordinario de publicidad que comienza a parecerse mucho a la
auto-ambición que, aunque puede tener el objetivo correcto, surge de lo que podría
ser una avaricia intolerable. Jesús no es un medio para el fin de la promoción
de una marca o plataforma, él es el fin en sí. Ese es el monstruo que hemos
creado.
Este
monstruo de pastores famosos florece en un ambiente que cultiva peligros
espirituales para estos hombres. Hemos observado y leído con tristeza los
fracasos morales y la caída de aquellos sobre los que hemos amontonado felizmente
demandas, presiones, la publicidad, la exposición, las expectativas y los
contratos. Sus fracasos han sido muchos, y sus fracasos- como el adulterio, culto
a los estilos de liderazgo, personalidades dominantes, encubrimientos
escandalosos, egoísmo, falta de consideración, falta de autocontrol,
manipulación, abuso espiritual, abandono de la comunidad, conflictos
familiares, error doctrinal, etc., han sido vistos por el ojo público para la
vergüenza de la iglesia y la deshonra de Jesús. Si bien ellos tienen la
responsabilidad de sus pecados, hay que preguntarse si la cultura que se ha
creado fomenta la vanidad, produce doble moral, alimenta el orgullo y pone a
los hombres en lugares altos y laderas resbaladizas de las que están propensos
a caer por falta de firmeza. Ese es el monstruo que hemos creado.
Sí,
lo hemos creado. A través de la participación, el patrocinio, las donaciones,
la inversión de tiempo y energía, hemos creado algo que nunca deberíamos haber
creado. Una cultura monstruosa de concilios, marcas y celebridades. ¿Vamos a
hacer lo que Victor no pudo hacer y asumir la responsabilidad antes de que este
monstruo no pueda ser contenido?
Kyle Borg es un ministro de la Iglesia
Presbiteriana Reformada de América del Norte (RPCNA) y es pastor de la Iglesia
Presbiteriana Reformada de Winchester en Winchester, Kan.
Traducido
y publicado con permiso expreso de Kyle Borg.
Traducido:
Fanny E. C. Rodríguez
Para más
información de lo que es el Neo calvinismo, sus enseñanzas, sus representantes
y las implicaciones de sus filosofías, puede consultar los siguientes enlaces:
LA UNIÓN DEL
CALVINISMO CON LA MUNDANALIDAD:
NEO
CALVINISMO:
CARACTERÍSTICAS
DEL NEO CALVINISMO:
LOS NEO
CALVINISTAS (1):
LOS NEO
CALVINISTAS (2) Y LA COALICIÓN EVANGÉLICA:
COMPRENDIENDO
LO DETESTABLE DE LA HOMOSEXUALIDAD DESDE LA CONFESIÓN DE SAM ALLBERRY:
¿LA COALICIÓN
EVANGÉLICA CREE EN LO DETESTABLE DE LA HOMOSEXUALIDAD?
EL MONSTRUO
QUE HEMOS CREADO: CONCILIOS, DENOMINACIONES Y CELEBRIDADES:
UN PÚLPITO NO
ES UNA PLATAFORMA:
¿ES NECESARIA
UNA NUEVA REFORMA?
CUANDO LA
RELEVANCIA EMPEZÓ A MINAR LA FIDELIDAD:
AVAL:
APOYO
REFORMADO A GRAHAM:
2da. a Timoteo 3
ResponderEliminar3:1 También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.
3:2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
3:3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
3:4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,
3:5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.