martes, 16 de julio de 2019

¿DEBERÍA LA IGLESIA, SEGÚN LA BIBLIA, INVOLUCRARSE EN LOS ASUNTOS SOCIALES?


Por: Pastor Jorge Castañeda D.

Definitivamente el asunto es conflictivo, aunque algunos están asombrados que lo sea. No es de extrañar, pues, que el concepto de la iglesia, su misión, funciones, métodos, herramientas, gobierno, adoración y más, es hoy, sumamente pragmático. La iglesia es para muchos, lo que ellos quieren que sea, y hace lo que ellos desean que haga, y lo hace, con las metodologías o herramientas que ellos mismos desean. Aquí el asunto en cuestión fundamental es otra vez, la Sola Escritura, pero no solo en los poster que se  comparten en internet o pegatinas en los automóviles o en el slogan de una iglesia, sino la verdadera creencia que la palabra de Dios y solamente ella, es suficiente para revelarnos a Dios y su voluntad, fuera de ella entonces, todo es especulación.


Preliminarmente, antes que califique este escrito como uno que ayuda a los propósitos del diablo en este mundo, o antes que descalifique este aporte porque quizás piense que quien escribió apoya directa o indirectamente las aberraciones e injusticias sociales del mundo y se sienta tranquilo a ver cómo pasan las cosas, le animo a leer y considerar la argumentación, pues el asunto, aunque debería ser claro, por nuestro pecado, por el apasionamiento que sentimos como creyentes cuando, en forma de ley, se promueven las aberraciones, y debido a nuestras ganas de aportar a la solución, nuestro entendimiento puede nublarse y nuestro acercamiento a la Biblia se vuelve un asunto de tremenda confusión. Aquí de nuevo debemos preguntarnos si según la Biblia, ¿Debe la iglesia involucrarse, en los asuntos sociales como militante o promotora (militante en el sentido de organizar marchas, firmas, huelgas, plantones, apoyo formal a ciertos políticos, etc.)? Digo, la iglesia Bíblicamente definida.


A veces las respuestas sencillas son suficientes, pero en estos casos y más cuando ellos generan tanta confusión y confusión avivada por los mismos cristianos, las respuestas deben ser claras pero bíblicas, no como resultado de nuestros suspiros o inclinaciones, sino bajo una seria consideración de las Sagradas Escrituras.


Hay mucha presión alrededor, el mundo ha entrado a una etapa en el que se ha dado cuenta que los derechos de su ciudadanía pueden manifestarse más decididamente y que unidos podemos llegar a cambiar, en algunos contextos, ciertos asuntos periféricos de la sociedad, nada fundamental por ahora. Es decir, lo que parece haber sido descubierto es que si unimos fuerzas como parte de la sociedad contra los gobernantes, políticas injustas, podemos llevar a cabo cambios. Esto ha suscitado y estimulado a los mismos cristianos quienes ahora preguntan y presionan si es que acaso “la iglesia debería ser más activa” frente a las injusticias, que si quizás, ante los males sociales “debemos pronunciarnos como iglesia”, ya que parece que “estamos dormidos como cristianos”. De manera que, siguiendo la metodología en boga, todos tienen algo que recomendarle hacer a la iglesia, y por eso las movilizaciones que tienen la filosofía de “unámonos como iglesia para”… Gran parte de la iglesia tiene que decidir su postura en medio de banderas, ruidos de bocinas y arengas, y muchos cristianos han nacido en la iglesia bajo esta metodología.


Así que en respuesta a la pregunta ¿Debería la iglesia involucrarse en los asuntos sociales como militante, en marchas, firmas, huelgas, plantones, votaciones, etc.? La respuesta es un rotundo: No. Que no es lo mismo que decir que los cristianos, como seres particulares, identificados con las causas legitimas bajo los gobiernos y posibilidades establecidas, puedan y deban involucrarse de manera bíblica y sabia, según sus contextos y vocaciones, sin poner sus esperanzas permanentes y finales en ello.


No deje de leer por favor, porque esta no es una afirmación gratuita. Es osada, sí, pero ¿de dónde podemos decir que la iglesia, como el conjunto de creyentes subordinados a Cristo para hacer todas las cosas que Él nos ordenó no puede involucrarse en los asuntos sociales como militante y promotora?: De las Sagradas Escrituras, de su enseñanza llamada sana doctrina, de la norma o forma de esas sanas palabras, del ejemplo rector de los discípulos del Señor quienes recibieron las órdenes de Cristo y nos enseñaron y modelaron para la iglesia de todos los tiempos, lo que es la iglesia y sus trabajos, métodos, herramientas, y más. De hecho, esta doctrina y su norma, acompañada por sus labores subordinadas al mandato de Cristo, es lo que constituye el fundamento apostólico que tanto defendemos.


Debido a la naturaleza y propósito de la iglesia según el Nuevo Pacto, la iglesia no debe inmiscuirse de forma militante (como anteriormente lo definí) en estos asuntos como la sociedad quiere y como muchos cristianos anhelan. Si bien, ella no debe ni puede ser indiferente, debe involucrarse como organismo regulado por Dios, según Dios y no según las expectativas humanas o culturales. Por supuesto que esta no es una afirmación de que la iglesia no deba involucrarse absolutamente, pues la iglesia tiene una responsabilidad frente al mundo, a la que podríamos llamar su responsabilidad social, eso no tiene discusión. El asunto en cuestión es exactamente qué responsabilidad es la que ella tiene según el Documento oficial de la iglesia del Nuevo Pacto (El Nuevo Testamento), y cómo debe cumplir esta misión.


Lamento decir que la Sola Escritura, tan solicitada e invocada en muchos frentes (¿O podríamos decir usada a conveniencia?), vuelve a recibir heridas de parte de sus beneficiarios y promotores. Parece que Sola Escritura tiene un límite, y es cuando se encuentra con el Sr. Pragmatismo y con la continua acompañante, la Sra. Presión del Mundo. Entonces Sola Escritura tiene que retroceder, modificar su apariencia, cortarse un brazo o simplemente dejarlos pasar porque siempre llevan algo atractivo y “pertinente” para la iglesia. Esto permanecerá hasta que Sola Escritura vuelva a ser recordada por la iglesia la próxima vez que la necesite.

 

Y en esto llamamos la atención con toda nuestra fuerza: No podemos ser Sola Escritura en los propósitos y “solo pragmatismo” en el método. No podemos gritar ¡Sola Escritura! a la vez que sacamos nuestras propias armas para militar, o las armas de la sociedad, del mundo o de nuestra ingeniosa mente. Si la iglesia no está bajo Sola Escritura de forma teórica y práctica, no somos mejores ni diferentes que el catolicismo romano y los demás movimientos que no consideran que la Palabra Escrita sea suficiente a causa de estar enemistados y aborrecer la Palabra Encarnada. Debe ser por eso que cada vez es más fácil para la iglesia tomar de la mano a la Sra. Roma y caminar juntos persiguiendo, según nosotros, causas comunes.

                                                  

A TÍTULO ECLESIAL, A TÍTULO PERSONAL ¿HAY DIFERENCIA?

Mucha gente expresa su frustración por la delicadeza que se debe usar a la hora de distinguir lo que los cristianos, a título personal, como individuos regenerados, quienes vivimos en una sociedad con algunos derechos y deberes, debemos hacer; de lo que podemos y debemos hacer como iglesia. La mayoría de cristianos vive sin la conciencia que hay asuntos singulares que nos competen como individuos y que no pueden ser traspasados a la iglesia, ya que la iglesia se distingue por tener prescripciones más específicas.

 

El Dr. Waldron afirma en su documento del Principio Regulador lo siguiente:

“[…] el principio regulador de la adoración, es tan solo una importante dimensión de lo que puede ser más apropiadamente, comprensiblemente, y bíblicamente entendido como “El Principio Regulador de la Iglesia” […] Me parece que uno de los mayores obstáculos intelectuales con los cuales los hombres son impedidos de abrazar el principio regulador, es que éste involucra la idea de que la iglesia y su adoración son ordenadas y reguladas en una manera diferente del resto de la vida. Para el resto de la vida Dios da grandes preceptos y principios generales de Su Palabra, y dentro de ciertos límites de estas direcciones, les permite ordenar sus vidas como mejor les parece a ellos. Él no les da direcciones a cada instante acerca de cómo ellos edificarán sus casas o cómo seguirán sus vocaciones seculares. Por otro lado, el principio regulador implica una limitación a la iniciativa humana y la libertad que no caracteriza el resto de la vida”.

 

Si pudiéramos poner un ejemplo, que a manera de principio nos ilustra este asunto, tendría que ser el encontrado en 1 Cor.11:22: «Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo». Note que mientras que, a nivel individual, como cristianos particulares y en otros contextos, tenían cierta libertad de comer y beber, cuando los corintios se reunían como iglesia a comer, en medio de lo cual se celebraba la Cena del Nuevo Pacto, ellos deberían tener otra conducta. Así, lo que era permitido en términos generales a nivel individual, era restringido de forma particular cuando se reunían como iglesia.


Hemos pretendido afirmar que la iglesia no es cualquier asamblea de personas, que no está puesta aquí para cualquier tipo de propósitos. Eso ya debería restringir cualquier intento de hacer de la iglesia y con la iglesia, lo que nos parece correcto sin atender a alguna sanción Bíblica al respecto.


Para el caso que nos compete, es necesario saber que la iglesia de Cristo, bajo el Nuevo Pacto, tiene precisamente en el fundamento apostólico su ética particular, porque la iglesia, formalmente hablando, es un asunto que pertenece a esta administración, no a la Antigua alianza. La iglesia tiene sus propósitos definidos según la Palabra de Dios como centro de adoración, edificación y evangelismo y bajo estas tareas, debería justificar cada actuación. Ahora bien, siguiendo el patrón del Nuevo Testamento ¿Ves a la iglesia apostólica promoviendo mejoras sociales tal y como se plantea hoy para la iglesia por parte de muchos? ¿Ves a la iglesia siendo convocada por uno de sus líderes para cambiar alguna estructura social? ¿En dónde está prescrita la militancia social de la iglesia en el Nuevo Testamento? Sin duda que los apóstoles no eran ajenos a las problemáticas de esclavitud, injusticias, inmoralidades y otras. Pero en ellos vemos exactamente lo que entendieron de Cristo, acompañados por el Espíritu Santo que los guio a toda verdad, a hacer y modelar, pero a instruir mediante las Escrituras, lo que la iglesia en cada época debería hacer.


Y en esto, el Pastor Albert Martin nos arroja suficiente luz, al finalizar una de sus conferencias acerca del hombre de Dios consagrado a la vida de servicio a Cristo en la iglesia. Su tesis es que, si deseamos volver a ese modelo de consagración, deberíamos tener:  

 

“Conformidad con la Palabra de Dios con respecto a las áreas específicas de las tareas, funciones y ministerios de la iglesia. –Él afirma que- Si nos comprometemos a regresar a ese modelo de consagración bíblica, debemos comprometernos profundamente a trabajar en nuestras propias asambleas en dependencia de Dios para ver en conformidad con la Palabra de Dios, las esferas específicas de: las tareas, funciones y ministerios de la iglesia” “Todo el mundo parece que tiene algo que decirle a la iglesia acerca de lo que debe hacer, excepto Jesús, la Cabeza de la iglesia. ¿Le ha dicho Jesús a la iglesia que dé educación general a sus jóvenes? No, esa es la tarea de los padres. ¿Le ha dicho Jesús a la iglesia que organice y enfrente males sociales específicos mediante un estándar de selectividad determinado por los hombres? No. Los males del aborto y el asesinato de niños eran mucho más frecuentes en la época del ministerio del apóstol que en la actualidad. Uno de nuestros hermanos ha sacado de fuentes muy confiables que un niño romano no era considerado digno de ser protegido incluso recién nacido. Permanecía en una estera fuera de la casa hasta que el niño fuera recogido por el padre. De lo contrario, podría dejarse morir de hambre. No hay un indicio de que algún apóstol haya tratado de organizar a las iglesias en un esfuerzo concentrado y organizado para atacar ese mal específico, o cualquier otro mal, y hubo suficientes de ellos si lees Romanos 1. El apóstol que escribió sobre estos males sabía que estaban allí, pero nunca llamó a la iglesia para que se organizara como iglesia y luchara contra este o aquel otro mal. ¿Y sabes cómo algunas personas logran evitar eso? Dicen: "Bueno, la influencia del evangelio para esa época no estaba lo suficientemente generalizada, por lo tanto, debemos observar los tiempos posteriores a Constantino. En otras palabras, si dices eso tú no crees en la suficiencia de las Escrituras. O bien dices que crees en la revelación abierta sobre asuntos éticos, o afirmas que la Biblia es suficiente para obtener la agenda de la iglesia como iglesia. Pero no puedes sostener ambas al mismo tiempo”.

 

Entonces, si hemos entendido el punto central, que la iglesia es regida en el Nuevo Testamento más específicamente que nuestra vida particular, si el principio rector de la Palabra, el ejemplo e instrucciones apostólicas se constituyen en modelo, debemos ser cuidadosos con nuestras expectativas acerca de lo que debería hacer o no la iglesia y cómo nos involucramos socialmente. Si Dios, por su Palabra, llama a la iglesia a organizar acciones sociales para cambiar estructuras éticas y espirituales promovidas por los gobiernos de turno, tendremos que hacerlo. No hacerlo sería afrentar las Escrituras, faltar a nuestras tareas y escondernos cobardemente cuando se requiere este tipo de lucha. Pero adelantar estas tareas sociales como iglesia, sin una sanción del Fundamento apostólico, es entonces afrentar la Palabra de Dios, tornarnos cabezas de la iglesia y subir atrevidamente a pelear contra “el cananeo” y “el amalecita”, cuando Dios no está con nosotros para hacer esto. Sería ser derrotados y retrocedidos hasta Horma (Nm.14:39-45).


Puede que suene valiente y desafiante, poner las cosas en tonos graves. Miles de veces la iglesia ha tenido que soportar el escuchar que, si no imitamos al mundo en sus estrategias, es porque queremos ser un monasterio o vivir cobardemente dentro de las paredes. Puede que eso haya ocurrido, puede que en verdad la falta de entendimiento bíblico lleve a una iglesia a atrincherarse cuando debería estar en la lucha. Pero cuando este argumento se usa para promover métodos y actividades por fuera de la Palabra de Dios, no es más que acondicionamiento positivista en su mejor caso, y orgullo carnal, en su peor. En esto debemos aprender la lección típica de Jueces 7, que si Dios dice que son 300 hombres cada uno con un cántaro y unas trompetas como se gana una guerra, así debe ser. Pudiera ser más atractivo un ejército de miles con grandes ejércitos. Pero ¿qué haremos los miles sin la bendición de Dios? ¿No preferiríamos las bíblicas armas de la milicia bendecidas por Dios aun cuando sean ridículas para el mundo? 


El pastor Martin, citando a Thornwell Pregunta: 

“¿Puede la iglesia hacer todo lo que Cristo la ha llamado a hacer si espera de Cristo los dones necesarios, los recursos humanos, la gracia y el denuedo para hacerlo? La respuesta intransigente de Thornwell contra todo el sofisma de Hodge fue: “La iglesia puede hacer todo lo que ella está llamada a hacer si la voluntad de su Señor es que lo haga”.

 

Y nosotros preguntamos ¿Creeremos al Señor que es la oración, la predicación constante y poderosa, la vida constantemente piadosa, el evangelismo agresivo, el testimonio de una comunidad que se niega a sí misma en la que cada uno se considera menor que el otro, las armas de nuestra milicia, suficientes y bendecidas por Dios? O ¿Somos más fuertes e ingeniosos que Él?

 

LAS ARMAS DE NUESTRA MILICIA

Creo que después de haber puesto un piso medianamente claro, llegó el momento de enfrentar el asunto con nombre propio. ¿Qué tipo de recursos son las votaciones, arengas, paros, huelgas, firmas, marchas, etc.? ¿Armas de nuestra milicia (2 Cor.10:4)? ¿O son armas de fabricación y presión humanas?

Usted distinguirá qué tipo de armas son porque las armas humanas corresponden a cosas que los no regenerados pueden hacer igual que los regenerados porque no se necesita al Espíritu de Dios ni la sanción bíblica, porque son de sentido común, y generalmente habilitadas por leyes humanas. Estas armas usted puede usarlas para bien o para mal, puede usarlas para causas legitimas o pecaminosas. Finalmente son armas de humana sabiduría porque han sido ideadas en el taller de la mente del ser humano y quizás estas sean legítimas para ese tipo de lucha natural.

 

Pero 2 Cor.10:4-5 afirma: «porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo». Esta es una referencia directa al evangelio de Jesucristo en la defensa de la fe. Le recuerdo que, en efecto, sí estamos en una guerra, pero no social, no se trata de estructuras opresivas, ni de condiciones sociales amenazantes. Ef.6:12 nos ubica: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes». Por supuesto que no vemos los espíritus sino las personas y las estructuras que representan, pero atiéndase que el apóstol Pablo inspirado por Dios, no exhorta a la iglesia a tomar alguna acción social, sino a aparejarse espiritualmente para permanecer firmes en la fe frente al diablo y los días malos. Si de iglesia se trata, ella debe ser consciente de su lucha, del ámbito de ella y de las armas de su milicia.


Aquí de nuevo, el Pastor Albert Martin afirma:

“Si nos tomamos en serio este asunto de la restauración del modelo del individuo que se consagra al Señor en servicio bíblico, debemos buscar la conformidad con la Palabra de Dios con respecto a los recursos, armas y métodos de la iglesia para cumplir con las tareas que Dios le ha dado. ¿Cuáles son las armas con las que la iglesia sacudió el imperio romano? Oración, predicación, vida piadosa, evangelismo agresivo, comunidad que se niega a sí misma en la que cada uno se consideraba menor que los demás. Ningún hombre decía tener como suyo lo que poseía […] Fue una disposición de corazón y esas fueron sus armas de conquista, sin máquinas de fax, ni teléfonos, ni aviones, ni imprenta. Sus armas eran poderosas en Dios. ¿Somos lo suficientemente simples para creer que esas armas son todavía poderosas hoy? ¿Cómo lo sabremos si nos metemos en la armadura de Saúl y nunca salimos como un ejército de ‘Davides’ de Dios para que los Goliat de este mundo se burlen de nosotros? ¿No deberíamos esperar que, si salimos en el nombre del Dios de Israel como el David de Dios, con las armas de Dios, pudiéramos arrancar sus cabezas de sus hombros?”.


El Pastor Martin, antes de citar a Lloyd Jones advierte: 

“[cuando] llegas a un profundo compromiso por la gracia de Dios para servir a la iglesia en la que trabajas hasta el final para que continúe su conformidad con toda la voluntad revelada de Dios en el poder del Espíritu Santo, te has puesto, no solo en el camino de las alegrías más grandes que conocerás a este lado del cielo, sino que te has puesto en el camino del sufrimiento. Escuche a Lloyd-Jones: Debo mencionar un factor que afecta nuestro pensamiento porque creo que puede ser fuerte, a saber, el miedo a las consecuencias. Tenemos que enfrentar esto. Los hombres que han tratado de concebir la iglesia y de conducirse en la iglesia en los términos del Nuevo Testamento, generalmente han tenido que pagar por ello y han tenido que pagarlo muy a menudo. Me parece que es casi una regla universal que puede implicar sufrimiento”.

 

Hoy podemos ver que la mayoría de cristianos asumen que lo que la iglesia tiene que enfrentar, jamás lo había enfrentado y por eso intuyen un permiso especial para obrar de manera única y singular, fuera de las armas de nuestra milicia bíblicas. Excusados en que las demandas son nuevas, se proclaman nuevas estrategias y métodos. Si bien aceptamos que el pecado ha tomado otras formas y a veces se torna más violento, Dios en Su Palabra ha aparejado a la iglesia y ha anticipado sus luchas, proveyendo para ella perpetuamente. Es siempre bueno anotar lo que hombres de Dios han apuntado desde mucho antes al respecto. John MacArthur, a quien citamos, no porque estemos de acuerdo en toda la extensión de su teología y principalmente nada de acuerdo con sus asociaciones ministeriales contemporáneas, escribió de forma útil y clara en el 2009, en su comentario al evangelio de Lucas:

“En las últimas décadas ha habido un malestar creciente entre los cristianos en cuanto a la desenfrenada corrupción moral en la sociedad. Preocupación por la influencia de esa tolerancia y defensa del pecado en generaciones actuales y posteriores, han llevado a esfuerzos por parte de la iglesia para efectuar un cambio moral por medio del activismo político, exposición a los medios de comunicación, y grupos de presión social. Muchos evangélicos ven la promoción de valores judeocristianos, la enseñanza de moral a escolares y el politiqueo de la nación de vuelta a la vida moral como una prioridad para los creyentes. Puesto que tal moralidad social también se encuentra en la agenda del protestantismo apostata, el catolicismo romano, el judaísmo, el islamismo y hasta algunos ateos, la iglesia ha quedado en alianzas comprometedoras e impías que socavan la claridad del evangelio. Los verdaderos cristianos denuncian acertadamente el abandono del evangelio de la salvación a favor del evangelio social por parte de las principales denominaciones liberales del siglo anterior. No obstante, el énfasis entre actuales creyentes profesantes en restaurar la moral pública equivale a nada más que una forma de neoliberalismo. Una vez más, el evangelio salvador de nuestro Señor Jesucristo, se está poniendo a un lado en beneficio de un mensaje distinto y no salvador. […] Este es un evangelio falso y por tanto está bajo la condenación de Dios […] El mandato de la iglesia es claro. Se le ha confiado el mensaje salvador de la reconciliación, y se le ha ordenado predicar la verdad de que los pecadores pueden ser restaurados a la unión con Dios por medio de Cristo. […] Mejorar la moralidad de una nación, igual que la disciplina corporal, tiene valor temporal limitado de hacer la vida más segura y más pacífica. Pero construir una sociedad más moral no trae ni puede traer la bendición de Dios, la cual viene solo por la verdadera piedad (1 Tim.4:8). Una sociedad extremadamente moral no escapará al mismo juicio divino que cae sobre asesinos perversos, no más de lo que el judaísmo farisaico de la época de Jesús, escapo de devastador juicio de Dios en el 70 D.C”.


Generalmente las iglesias que van perdiendo fidelidad bíblica, pero que desean mantener su estatus en medio del mundo, son más proclives a esta conducta. Quizás la iglesia de hoy, ha querido compensar su falta de poder, unción, fidelidad, que corre desde sus pulpitos hasta la que se manifiesta en sus miembros, apoyándose en este tipo de estrategias que son más visibles, que quizás calman a conciencia y hacen parecer a la iglesia, algo más amable a la sociedad que lo que el viejo evangelio que conforta la raíz del pecado. Entonces nos preguntamos ¿No estaremos desviando el tratamiento? Sin duda que en lugar de gastar los recursos que Dios le ha dado a la iglesia para la labor que está prescrita en la Biblia, para cambiar la sociedad, deberíamos usarlos para hacer ese tipo de iglesia que jamás necesitó de mediatismo secular para cumplir su tarea. Es ese tipo de iglesia y son ese tipo de tareas revelada en las Escrituras la que Dios bendice, lo demás, es solo espuma vistosa y agradable.


1 comentario:

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