Definitivamente el asunto
es conflictivo, aunque algunos están asombrados que lo sea. No es de extrañar,
pues, que el concepto de la iglesia, su misión, funciones, métodos,
herramientas, gobierno, adoración y más, es hoy, sumamente pragmático. La
iglesia es para muchos, lo que ellos quieren que sea, y hace lo que ellos
desean que haga, y lo hace, con las metodologías o herramientas que ellos
mismos desean. Aquí el asunto en cuestión fundamental es otra vez, la Sola
Escritura, pero no solo en los poster que se comparten en internet o
pegatinas en los automóviles o en el slogan de una iglesia, sino la verdadera
creencia que la palabra de Dios y solamente ella, es suficiente para revelarnos
a Dios y su voluntad, fuera de ella entonces, todo es especulación.
Preliminarmente, antes que
califique este escrito como uno que ayuda a los propósitos del diablo en este
mundo, o antes que descalifique este aporte porque quizás piense que quien
escribió apoya directa o indirectamente las aberraciones e injusticias sociales
del mundo y se sienta tranquilo a ver cómo pasan las cosas, le animo a leer y
considerar la argumentación, pues el asunto, aunque debería ser claro, por
nuestro pecado, por el apasionamiento que sentimos como creyentes cuando, en
forma de ley, se promueven las aberraciones, y debido a nuestras ganas de
aportar a la solución, nuestro entendimiento puede nublarse y nuestro
acercamiento a la Biblia se vuelve un asunto de tremenda confusión. Aquí de
nuevo debemos preguntarnos si según la Biblia, ¿Debe la iglesia involucrarse, en
los asuntos sociales como militante o promotora (militante en el sentido de
organizar marchas, firmas, huelgas, plantones, apoyo formal a ciertos
políticos, etc.)? Digo, la iglesia Bíblicamente definida.
A veces las respuestas
sencillas son suficientes, pero en estos casos y más cuando ellos generan tanta
confusión y confusión avivada por los mismos cristianos, las respuestas deben
ser claras pero bíblicas, no como resultado de nuestros suspiros o
inclinaciones, sino bajo una seria consideración de las Sagradas Escrituras.
Hay mucha presión
alrededor, el mundo ha entrado a una etapa en el que se ha dado cuenta que los
derechos de su ciudadanía pueden manifestarse más decididamente y que unidos
podemos llegar a cambiar, en algunos contextos, ciertos asuntos periféricos de
la sociedad, nada fundamental por ahora. Es decir, lo que parece haber sido
descubierto es que si unimos fuerzas como parte de la sociedad contra los
gobernantes, políticas injustas, podemos llevar a cabo cambios. Esto ha
suscitado y estimulado a los mismos cristianos quienes ahora preguntan y
presionan si es que acaso “la iglesia debería ser más activa” frente a las
injusticias, que si quizás, ante los males sociales “debemos pronunciarnos como
iglesia”, ya que parece que “estamos dormidos como cristianos”. De manera que,
siguiendo la metodología en boga, todos tienen algo que recomendarle hacer a la
iglesia, y por eso las movilizaciones que tienen la filosofía de “unámonos
como iglesia para”… Gran parte de la iglesia tiene que decidir su postura en
medio de banderas, ruidos de bocinas y arengas, y muchos cristianos han nacido
en la iglesia bajo esta metodología.
Así que en respuesta a la
pregunta ¿Debería la iglesia involucrarse en los asuntos sociales como
militante, en marchas, firmas, huelgas, plantones, votaciones, etc.? La
respuesta es un rotundo: No. Que no es lo mismo que decir que los
cristianos, como seres particulares, identificados con las causas legitimas
bajo los gobiernos y posibilidades establecidas, puedan y deban involucrarse de
manera bíblica y sabia, según sus contextos y vocaciones, sin poner sus
esperanzas permanentes y finales en ello.
No deje de leer por favor,
porque esta no es una afirmación gratuita. Es osada, sí, pero ¿de dónde podemos
decir que la iglesia, como el conjunto de creyentes subordinados a Cristo para
hacer todas las cosas que Él nos ordenó no puede involucrarse en los asuntos
sociales como militante y promotora?: De las Sagradas Escrituras, de su
enseñanza llamada sana doctrina, de la norma o forma de esas sanas palabras,
del ejemplo rector de los discípulos del Señor quienes recibieron las órdenes
de Cristo y nos enseñaron y modelaron para la iglesia de todos los tiempos, lo
que es la iglesia y sus trabajos, métodos, herramientas, y más. De hecho, esta
doctrina y su norma, acompañada por sus labores subordinadas al mandato de
Cristo, es lo que constituye el fundamento apostólico que tanto defendemos.
Debido a la naturaleza y
propósito de la iglesia según el Nuevo Pacto, la iglesia no debe inmiscuirse de
forma militante (como anteriormente lo definí) en estos asuntos como la
sociedad quiere y como muchos cristianos anhelan. Si bien, ella no debe ni
puede ser indiferente, debe involucrarse como organismo regulado por Dios,
según Dios y no según las expectativas humanas o culturales. Por supuesto que
esta no es una afirmación de que la iglesia no deba involucrarse absolutamente,
pues la iglesia tiene una responsabilidad frente al mundo, a la que podríamos
llamar su responsabilidad social, eso no tiene discusión. El asunto en cuestión
es exactamente qué responsabilidad es la que ella tiene según el Documento
oficial de la iglesia del Nuevo Pacto (El Nuevo Testamento), y cómo debe
cumplir esta misión.
Lamento decir que la Sola
Escritura, tan solicitada e invocada en muchos frentes (¿O podríamos decir
usada a conveniencia?), vuelve a recibir heridas de parte de sus beneficiarios
y promotores. Parece que Sola Escritura tiene un límite, y es cuando se
encuentra con el Sr. Pragmatismo y con la continua acompañante, la Sra.
Presión del Mundo. Entonces Sola Escritura tiene que retroceder, modificar
su apariencia, cortarse un brazo o simplemente dejarlos pasar porque siempre
llevan algo atractivo y “pertinente” para la iglesia. Esto permanecerá hasta
que Sola Escritura vuelva a ser recordada por la iglesia la próxima vez que la
necesite.
Y en esto llamamos la
atención con toda nuestra fuerza: No podemos ser Sola Escritura en los
propósitos y “solo pragmatismo” en el método. No podemos gritar ¡Sola Escritura!
a la vez que sacamos nuestras propias armas para militar, o las armas de la
sociedad, del mundo o de nuestra ingeniosa mente. Si la iglesia no está bajo
Sola Escritura de forma teórica y práctica, no somos mejores ni diferentes que
el catolicismo romano y los demás movimientos que no consideran que la Palabra
Escrita sea suficiente a causa de estar enemistados y aborrecer la Palabra
Encarnada. Debe ser por eso que cada vez es más fácil para la iglesia tomar de
la mano a la Sra. Roma y caminar juntos persiguiendo, según nosotros,
causas comunes.
A TÍTULO ECLESIAL, A
TÍTULO PERSONAL ¿HAY DIFERENCIA?
Mucha gente expresa su
frustración por la delicadeza que se debe usar a la hora de distinguir lo que
los cristianos, a título personal, como individuos regenerados, quienes vivimos
en una sociedad con algunos derechos y deberes, debemos hacer; de lo que
podemos y debemos hacer como iglesia. La mayoría de cristianos vive sin
la conciencia que hay asuntos singulares que nos competen como individuos y que
no pueden ser traspasados a la iglesia, ya que la iglesia se distingue por
tener prescripciones más específicas.
El Dr. Waldron afirma
en su documento del Principio Regulador lo siguiente:
“[…]
el principio regulador de la adoración, es tan solo una importante dimensión de
lo que puede ser más apropiadamente, comprensiblemente, y bíblicamente
entendido como “El Principio Regulador de la Iglesia” […] Me parece que uno de
los mayores obstáculos intelectuales con los cuales los hombres son impedidos
de abrazar el principio regulador, es que éste involucra la idea de que la
iglesia y su adoración son ordenadas y reguladas en una manera diferente del
resto de la vida. Para el resto de la vida Dios da grandes preceptos y
principios generales de Su Palabra, y dentro de ciertos límites de estas
direcciones, les permite ordenar sus vidas como mejor les parece a ellos. Él no
les da direcciones a cada instante acerca de cómo ellos edificarán sus casas o
cómo seguirán sus vocaciones seculares. Por otro lado, el principio regulador
implica una limitación a la iniciativa humana y la libertad que no caracteriza
el resto de la vida”.
Si pudiéramos poner un
ejemplo, que a manera de principio nos ilustra este asunto, tendría que ser el
encontrado en 1 Cor.11:22: «Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y
bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen
nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo». Note que mientras que,
a nivel individual, como cristianos particulares y en otros contextos, tenían
cierta libertad de comer y beber, cuando los corintios se reunían como iglesia
a comer, en medio de lo cual se celebraba la Cena del Nuevo Pacto, ellos
deberían tener otra conducta. Así, lo que era permitido en términos generales a
nivel individual, era restringido de forma particular cuando se reunían como
iglesia.
Hemos pretendido afirmar
que la iglesia no es cualquier asamblea de personas, que no está puesta aquí
para cualquier tipo de propósitos. Eso ya debería restringir cualquier intento
de hacer de la iglesia y con la iglesia, lo que nos parece correcto sin atender
a alguna sanción Bíblica al respecto.
Para el caso que nos
compete, es necesario saber que la iglesia de Cristo, bajo el Nuevo Pacto,
tiene precisamente en el fundamento apostólico su ética particular, porque la
iglesia, formalmente hablando, es un asunto que pertenece a esta
administración, no a la Antigua alianza. La iglesia tiene sus propósitos
definidos según la Palabra de Dios como centro de adoración, edificación y
evangelismo y bajo estas tareas, debería justificar cada actuación. Ahora bien,
siguiendo el patrón del Nuevo Testamento ¿Ves a la iglesia apostólica
promoviendo mejoras sociales tal y como se plantea hoy para la iglesia por
parte de muchos? ¿Ves a la iglesia siendo convocada por uno de sus líderes para
cambiar alguna estructura social? ¿En dónde está prescrita la militancia social
de la iglesia en el Nuevo Testamento? Sin duda que los apóstoles no eran ajenos
a las problemáticas de esclavitud, injusticias, inmoralidades y otras. Pero en
ellos vemos exactamente lo que entendieron de Cristo, acompañados por el
Espíritu Santo que los guio a toda verdad, a hacer y modelar, pero a instruir
mediante las Escrituras, lo que la iglesia en cada época debería hacer.
Y en esto, el Pastor
Albert Martin nos arroja suficiente luz, al finalizar una de sus conferencias acerca
del hombre de Dios consagrado a la vida de servicio a Cristo en la iglesia. Su
tesis es que, si deseamos volver a ese modelo de consagración, deberíamos
tener:
“Conformidad
con la Palabra de Dios con respecto a las áreas específicas de las tareas,
funciones y ministerios de la iglesia. –Él afirma que- Si nos comprometemos a
regresar a ese modelo de consagración bíblica, debemos comprometernos
profundamente a trabajar en nuestras propias asambleas en dependencia de Dios
para ver en conformidad con la Palabra de Dios, las esferas específicas de: las
tareas, funciones y ministerios de la iglesia” “Todo el mundo parece que
tiene algo que decirle a la iglesia acerca de lo que debe hacer, excepto Jesús,
la Cabeza de la iglesia. ¿Le ha dicho Jesús a la iglesia que dé educación
general a sus jóvenes? No, esa es la tarea de los padres. ¿Le ha dicho Jesús a
la iglesia que organice y enfrente males sociales específicos mediante un
estándar de selectividad determinado por los hombres? No. Los males del aborto y
el asesinato de niños eran mucho más frecuentes en la época del ministerio del
apóstol que en la actualidad. Uno de nuestros hermanos ha sacado de fuentes muy
confiables que un niño romano no era considerado digno de ser protegido incluso
recién nacido. Permanecía en una estera fuera de la casa hasta que el niño
fuera recogido por el padre. De lo contrario, podría dejarse morir de hambre.
No hay un indicio de que algún apóstol haya tratado de organizar a las iglesias
en un esfuerzo concentrado y organizado para atacar ese mal específico, o
cualquier otro mal, y hubo suficientes de ellos si lees Romanos 1. El apóstol
que escribió sobre estos males sabía que estaban allí, pero nunca llamó a la
iglesia para que se organizara como iglesia y luchara contra este o aquel otro
mal. ¿Y sabes cómo algunas personas logran evitar eso? Dicen: "Bueno, la
influencia del evangelio para esa época no estaba lo suficientemente
generalizada, por lo tanto, debemos observar los tiempos posteriores a
Constantino. En otras palabras, si dices eso tú no crees en la suficiencia de
las Escrituras. O bien dices que crees en la revelación abierta sobre asuntos
éticos, o afirmas que la Biblia es suficiente para obtener la agenda de la
iglesia como iglesia. Pero no puedes sostener ambas al mismo tiempo”.
Entonces, si hemos
entendido el punto central, que la iglesia es regida en el Nuevo Testamento más
específicamente que nuestra vida particular, si el principio rector de la
Palabra, el ejemplo e instrucciones apostólicas se constituyen en modelo,
debemos ser cuidadosos con nuestras expectativas acerca de lo que debería hacer
o no la iglesia y cómo nos involucramos socialmente. Si Dios, por su Palabra,
llama a la iglesia a organizar acciones sociales para cambiar estructuras
éticas y espirituales promovidas por los gobiernos de turno, tendremos que
hacerlo. No hacerlo sería afrentar las Escrituras, faltar a nuestras tareas y
escondernos cobardemente cuando se requiere este tipo de lucha. Pero adelantar
estas tareas sociales como iglesia, sin una sanción del Fundamento apostólico,
es entonces afrentar la Palabra de Dios, tornarnos cabezas de la iglesia y
subir atrevidamente a pelear contra “el cananeo” y “el amalecita”, cuando Dios
no está con nosotros para hacer esto. Sería ser derrotados y retrocedidos hasta
Horma (Nm.14:39-45).
Puede que suene valiente y
desafiante, poner las cosas en tonos graves. Miles de veces la iglesia ha
tenido que soportar el escuchar que, si no imitamos al mundo en sus
estrategias, es porque queremos ser un monasterio o vivir cobardemente dentro
de las paredes. Puede que eso haya ocurrido, puede que en verdad la falta de
entendimiento bíblico lleve a una iglesia a atrincherarse cuando debería estar
en la lucha. Pero cuando este argumento se usa para promover métodos y
actividades por fuera de la Palabra de Dios, no es más que acondicionamiento
positivista en su mejor caso, y orgullo carnal, en su peor. En esto debemos
aprender la lección típica de Jueces 7, que si Dios dice que son 300 hombres
cada uno con un cántaro y unas trompetas como se gana una guerra, así debe ser.
Pudiera ser más atractivo un ejército de miles con grandes ejércitos. Pero ¿qué
haremos los miles sin la bendición de Dios? ¿No preferiríamos las bíblicas
armas de la milicia bendecidas por Dios aun cuando sean ridículas para el
mundo?
El pastor Martin, citando a Thornwell Pregunta:
“¿Puede
la iglesia hacer todo lo que Cristo la ha llamado a hacer si espera de Cristo
los dones necesarios, los recursos humanos, la gracia y el denuedo para
hacerlo? La respuesta intransigente de Thornwell contra todo el sofisma de
Hodge fue: “La iglesia puede hacer todo lo que ella está llamada a hacer si la
voluntad de su Señor es que lo haga”.
Y nosotros preguntamos
¿Creeremos al Señor que es la oración, la predicación constante y poderosa, la
vida constantemente piadosa, el evangelismo agresivo, el testimonio de una
comunidad que se niega a sí misma en la que cada uno se considera menor que el
otro, las armas de nuestra milicia, suficientes y bendecidas por Dios? O ¿Somos
más fuertes e ingeniosos que Él?
LAS ARMAS DE NUESTRA MILICIA
Creo que después de haber
puesto un piso medianamente claro, llegó el momento de enfrentar el asunto con
nombre propio. ¿Qué tipo de recursos son las votaciones, arengas, paros,
huelgas, firmas, marchas, etc.? ¿Armas de nuestra milicia (2 Cor.10:4)? ¿O son
armas de fabricación y presión humanas?
Usted distinguirá qué tipo
de armas son porque las armas humanas corresponden a cosas que los no
regenerados pueden hacer igual que los regenerados porque no se necesita al
Espíritu de Dios ni la sanción bíblica, porque son de sentido común, y
generalmente habilitadas por leyes humanas. Estas armas usted puede usarlas
para bien o para mal, puede usarlas para causas legitimas o pecaminosas.
Finalmente son armas de humana sabiduría porque han sido ideadas en el taller
de la mente del ser humano y quizás estas sean legítimas para ese tipo de lucha
natural.
Pero 2 Cor.10:4-5
afirma: «porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y
toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo
todo pensamiento a la obediencia a Cristo». Esta es una referencia directa
al evangelio de Jesucristo en la defensa de la fe. Le recuerdo que, en efecto,
sí estamos en una guerra, pero no social, no se trata de estructuras opresivas,
ni de condiciones sociales amenazantes. Ef.6:12 nos ubica: «Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes». Por supuesto que
no vemos los espíritus sino las personas y las estructuras que representan,
pero atiéndase que el apóstol Pablo inspirado por Dios, no exhorta a la iglesia
a tomar alguna acción social, sino a aparejarse espiritualmente para permanecer
firmes en la fe frente al diablo y los días malos. Si de iglesia se trata, ella
debe ser consciente de su lucha, del ámbito de ella y de las armas de su
milicia.
Aquí de nuevo, el Pastor Albert Martin afirma:
“Si
nos tomamos en serio este asunto de la restauración del modelo del individuo
que se consagra al Señor en servicio bíblico, debemos buscar la conformidad con
la Palabra de Dios con respecto a los recursos, armas y métodos de la iglesia
para cumplir con las tareas que Dios le ha dado. ¿Cuáles son las armas con las
que la iglesia sacudió el imperio romano? Oración, predicación, vida piadosa,
evangelismo agresivo, comunidad que se niega a sí misma en la que cada uno se
consideraba menor que los demás. Ningún hombre decía tener como suyo lo que
poseía […] Fue una disposición de corazón y esas fueron sus armas de conquista,
sin máquinas de fax, ni teléfonos, ni aviones, ni imprenta. Sus armas eran
poderosas en Dios. ¿Somos lo suficientemente simples para creer que esas armas
son todavía poderosas hoy? ¿Cómo lo sabremos si nos metemos en la armadura de Saúl
y nunca salimos como un ejército de ‘Davides’ de Dios para que los Goliat de
este mundo se burlen de nosotros? ¿No deberíamos esperar que, si salimos en el
nombre del Dios de Israel como el David de Dios, con las armas de Dios,
pudiéramos arrancar sus cabezas de sus hombros?”.
El Pastor Martin, antes de citar a Lloyd Jones advierte:
“[cuando]
llegas a un profundo compromiso por la gracia de Dios para servir a la iglesia
en la que trabajas hasta el final para que continúe su conformidad con toda la
voluntad revelada de Dios en el poder del Espíritu Santo, te has puesto, no
solo en el camino de las alegrías más grandes que conocerás a este lado del
cielo, sino que te has puesto en el camino del sufrimiento. Escuche a
Lloyd-Jones: Debo mencionar un factor que afecta nuestro pensamiento porque
creo que puede ser fuerte, a saber, el miedo a las consecuencias. Tenemos que
enfrentar esto. Los hombres que han tratado de concebir la iglesia y de
conducirse en la iglesia en los términos del Nuevo Testamento, generalmente han
tenido que pagar por ello y han tenido que pagarlo muy a menudo. Me parece que
es casi una regla universal que puede implicar sufrimiento”.
Hoy podemos ver que la mayoría de cristianos asumen que lo que la iglesia tiene que enfrentar, jamás lo había enfrentado y por eso intuyen un permiso especial para obrar de manera única y singular, fuera de las armas de nuestra milicia bíblicas. Excusados en que las demandas son nuevas, se proclaman nuevas estrategias y métodos. Si bien aceptamos que el pecado ha tomado otras formas y a veces se torna más violento, Dios en Su Palabra ha aparejado a la iglesia y ha anticipado sus luchas, proveyendo para ella perpetuamente. Es siempre bueno anotar lo que hombres de Dios han apuntado desde mucho antes al respecto. John MacArthur, a quien citamos, no porque estemos de acuerdo en toda la extensión de su teología y principalmente nada de acuerdo con sus asociaciones ministeriales contemporáneas, escribió de forma útil y clara en el 2009, en su comentario al evangelio de Lucas:
“En
las últimas décadas ha habido un malestar creciente entre los cristianos en
cuanto a la desenfrenada corrupción moral en la sociedad. Preocupación por la
influencia de esa tolerancia y defensa del pecado en generaciones actuales y
posteriores, han llevado a esfuerzos por parte de la iglesia para efectuar un
cambio moral por medio del activismo político, exposición a los medios de
comunicación, y grupos de presión social. Muchos evangélicos ven la promoción
de valores judeocristianos, la enseñanza de moral a escolares y el politiqueo
de la nación de vuelta a la vida moral como una prioridad para los creyentes.
Puesto que tal moralidad social también se encuentra en la agenda del
protestantismo apostata, el catolicismo romano, el judaísmo, el islamismo y hasta
algunos ateos, la iglesia ha quedado en alianzas comprometedoras e impías que
socavan la claridad del evangelio. Los verdaderos cristianos denuncian
acertadamente el abandono del evangelio de la salvación a favor del evangelio
social por parte de las principales denominaciones liberales del siglo
anterior. No obstante, el énfasis entre actuales creyentes profesantes en
restaurar la moral pública equivale a nada más que una forma de neoliberalismo.
Una vez más, el evangelio salvador de nuestro Señor Jesucristo, se está
poniendo a un lado en beneficio de un mensaje distinto y no salvador. […]
Este es un evangelio falso y por tanto está bajo la condenación de Dios […] El
mandato de la iglesia es claro. Se le ha confiado el mensaje salvador de la
reconciliación, y se le ha ordenado predicar la verdad de que los pecadores
pueden ser restaurados a la unión con Dios por medio de Cristo. […] Mejorar la
moralidad de una nación, igual que la disciplina corporal, tiene valor temporal
limitado de hacer la vida más segura y más pacífica. Pero construir una
sociedad más moral no trae ni puede traer la bendición de Dios, la cual viene
solo por la verdadera piedad (1 Tim.4:8). Una sociedad extremadamente moral no
escapará al mismo juicio divino que cae sobre asesinos perversos, no más de lo
que el judaísmo farisaico de la época de Jesús, escapo de devastador juicio de
Dios en el 70 D.C”.
Generalmente las iglesias
que van perdiendo fidelidad bíblica, pero que desean mantener su estatus en
medio del mundo, son más proclives a esta conducta. Quizás la iglesia de hoy,
ha querido compensar su falta de poder, unción, fidelidad, que corre desde sus
pulpitos hasta la que se manifiesta en sus miembros, apoyándose en este tipo de
estrategias que son más visibles, que quizás calman a conciencia y hacen
parecer a la iglesia, algo más amable a la sociedad que lo que el viejo
evangelio que conforta la raíz del pecado. Entonces nos preguntamos ¿No
estaremos desviando el tratamiento? Sin duda que en lugar de gastar los
recursos que Dios le ha dado a la iglesia para la labor que está prescrita en
la Biblia, para cambiar la sociedad, deberíamos usarlos para hacer ese tipo de
iglesia que jamás necesitó de mediatismo secular para cumplir su tarea. Es ese
tipo de iglesia y son ese tipo de tareas revelada en las Escrituras la que Dios
bendice, lo demás, es solo espuma vistosa y agradable.
Me ha resultado de gran utilidad. Gracias hermano.
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