Más allá de la Reforma
soteriológica
Por J.E. Castañeda
La sinécdoque es un recurso que, en literatura, se usa para
designar el todo por la parte o la parte por el todo. Así, el “pan nuestro de
cada día” es una expresión (la parte) que señala hacia todas nuestras
necesidades temporales y físicas (el todo). Como también la “lengua” como un
mundo de maldad (la parte), está señalando por supuesto a todo el hombre
pecador que no tiene dominio, porque sabemos que la lengua en ´si mismo no
actúa sola.
¿Qué queremos decir con sinécdoque reformada? Con aquella
tendencia común a identificar todo lo que es ser reformado y lo que implica ser
reformado con su soteriología solamente. Es muy común ver que la mayoría de
individuos de confesión reformada en nuestros países latinoamericanos asocian
inmediatamente la palabra “Reforma”, con las doctrinas de la gracia o las
llamadas “cinco solas”. Y es que históricamente, hasta donde podemos dar fe, la
reforma que llegó nuestros países del sur del continente, ha sido una reforma
principalmente, por no decir que en la mayoría de los casos únicamente, soteriológica.
Ha sido parte de nuestra tradición reformada suramericana, confesarse reformado
al aceptar y proclamar la soberanía de Dios en la Salvación, las doctrinas de
la depravación total, la elección incondicional, la redención particular, el
llamado irresistible y la perseverancia final y de proclamar la primacía y unicidad
de las Escrituras, la gracia, la fe, Cristo y la gloria de Dios y dejar a
nuestras propias conclusiones o deducciones, el resto del cuerpo doctrinal.
Lamentablemente así, por el motivo que esto haya ocurrido, gran
parte de la herencia reformada ha quedado por fuera de nuestro alcance o
conocimiento. Por años la reforma en nuestras tierras ha adolecido de varios
elementos indispensables para afirmarnos en un cuerpo sólido de doctrina
bíblica. Seguramente la mayoría de hoy confesos reformados no asocian reforma
con eclesiología incluyendo un entendimiento claro de los sacramentos, ni con
la teología de los pactos, ni con la adoración publica y el día de reposo, ni
cuantas más cosas las Confesiones de fe, de manera sucinta pero profunda,
expresaron como su entendimiento de los distintivos reformados. Ni siquiera se
puede afirmar que hemos sabido implicar correctamente el único tema de reforma que
hemos adoptado, la soteriología. Lo digo porque al menos, de haberlo implicado,
tendríamos más iglesias procurando la santidad y la renuncia al mundo y no
ayudando al establecimiento de principios y practicas poco piadosas en lo personal
y hasta en la adoración a Dios.
Este fenómeno que ya es una realidad en nuestro contexto, ha
dejado cientos de iglesias hibridas, con una soteriología más o menos
reformada, pero con una iglesia de principios normativos más que regulados, con
una iglesia más contextualizada al mundo que separada y bíblica, con iglesias
débiles como iglesias. Para colmo de males, grandes ministerios se han agrupado
para promover las doctrinas de la reforma, ahondando el problema porque se han
unido en el común denominador soteriológico más bajo que han podido encontrar.
Bajo estos términos, mientras no exista una estructura de todo el cuerpo
doctrinal de la fe, de todo el consejo de Dios, el entendimiento de la reforma que
podamos tener, caerá en un lote baldío y seguiremos acumulando conocimientos
inconexos que caerán en la irrelevancia y resultarán adaptándose al cuerpo de
doctrina que nos es más familiar en Latinoamérica.
Se han empezado a hacer loables intentos de pequeños grupos
por mostrar la estructura reformada histórica, hemos empezado a observar un
interés por eclesiología reformada, adoración regulada, doctrina de los pactos,
la implicación de las “Solas”, una cristología más comprensiva, un renovado
interés por el entendimiento de la ley moral y otros puntos. Sobre todo, se
empiezan a apreciar iglesias locales estructuradas en un conocimiento armónico
de las doctrinas Bíblicas donde, sin duda, la reforma va a tener su verdadera
expresión y donde las doctrinas van a ser retenidas y pasadas a la próxima
generación. Esperamos en el Señor que como un avance de la reforma en Latinoamérica,
dejemos la sinécdoque reformada y avancemos a todo el consejo de Dios.
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