viernes, 29 de junio de 2018

¿SÁBADO O DOMINGO?

La pertinencia de la ley de Dios en la actualidad, sigue siendo objeto de horrendos ataques hasta nuestros días. No siempre del campamento de los antinomianos clásicos, sino de parte de aquellos que pretendiendo vindicar el alcance del Sacrificio de Cristo, persisten en que este abrogó de todas las formas la ley para los cristianos. Lamentablemente no entender la diferenciación de los distintos usos de la ley, hace que se ponga en un solo paquete todos sus usos y con el sacrificio de Cristo, todos estos se desechen. 


Entendiendo que este tema está lo suficientemente documentado en nuestro idioma, no iremos más allá de comentar que afirmamos que la ley moral de Dios, expresado y resumido en el decálogo, está pertinente para el cristiano de hoy, no solo algunos mandamientos sino los diez, con sus respectivas implicaciones. El día del Señor es un mandamiento obligatorio para toda la humanidad y perpetuo. La iglesia hoy en día tiene un día de reposo (sabbatismos) que guardar como bien lo enseña Hebreos 4:9.



Pero en el camino de una mayor comprensión de esta doctrina, deseamos tratar con un poco de más detenimiento, la razón que llevó a cambiar el día de reposo, del día séptimo al día primero. De hecho, estas son las razones por las que el día del Señor, así llamado desde todos los eventos que lo ratificaron, se celebra para el Nuevo Pacto un día distinto al día de reposo bajo el Antiguo. Pero nótese aquí lo importante, que es nuestra intención demostrar que dicho cambio no se dio por iniciativa del ser humano, ni siquiera por el consenso de hombres piadosos. Tal y como ocurrió con el reposo que vino desde la creación del mundo hasta la resurrección de Cristo, pasó con el reposo que se observa desde esta resurrección hasta el fin del mundo: Que fue una institución divina.

Pasemos pues a observar las razones por las que este día fue cambiado.


1. El Día llamado Sábado, en nuestro idioma, no hace parte de la esencia del Mandato

Notemos Éxodo 20:8-11: ‘Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó’.


Aquellos que hemos recibido la Palabra de Dios, en otro idioma distinto al que fue escrito, debemos, ciertamente, esforzarnos por entender el contenido bíblico lo más fiel posible. De ninguna manera este es un llamado a la desconfianza, pero sí a la profundización de nuestras doctrinas. Quizás, una de las palabras que más ha generado confusión cuando el lector corriente de su Biblia en el castellano, es encontrar un asterisco que le indica cada vez que aparece ‘día de reposo’, una nota así: *Aquí equivale a sábado. 


Bien hubiésemos agradecido a los traductores no haber hecho, por las razones que fueran, esta aclaración que para hoy, a veces se presta para confusiones. Si tan solo se hubiese traducido la palabra Sabbat, lo más obvio posible, tendríamos que en los pasajes que se usa, sencillamente se hubiese puesto ‘reposo’. Así, cuando el Señor ordena guardar el día de reposo, el lector corriente no se hubiese visto tentado a concluir que Dios le está llamando a guardar el día llamado en el idioma de Cervantes: Sábado, sino simplemente el día de Reposo.


Algunas biblias o versiones de la Biblia han traducido Sabbat, como sábado, como la versión Reina- Valera 1995: ‘Acuérdate del sábado para santificarlo’, prestándose precisamente para esta confusión porque una cosa es el día sábado en nuestro idioma y otra reposo o Sabbat, según el texto bíblico. Así, lo que el lector debe entender es que Dios ordena acordarse del Sabbat (reposo), no guardar el día Sábado.

En las palabras que encontramos en este mandamiento nos damos cuenta que Dios ordena acordarse y guardar el día de reposo. Lo que Dios nos está diciendo es que ha de observarseun día de cada siete. El pasaje dice que todas las obras y trabajos han de hacerse en seis días más el séptimo día es reposo, esa es la esencia del mandato. Ubicar el reposo en el día séptimo hace parte del mandamiento, ubicar el día Sábado (llamado así en nuestro idioma), no hace parte del mandato.


‘Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó (Sabbat) el día séptimo de toda la obra que hizo.Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó (Sabbat) de toda la obra que había hecho en la creación’. (Gn.2:1-3). Notemos que en este pasaje el Señor descanso el séptimo día y lo bendijo y lo santificó, pero de alguna manera Dios no está resaltando tanto la importancia del nombre del día, sino la importancia que este es el séptimo en el que descansó, después de seis de trabajo, tal como se ve siglos después en el mandamiento dado en el Sinaí (Ex.20:8-11).


Déjeme ponerle un ejemplo. La Biblia no dice: “Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana del lunes” (Gn.1:5). No, eso no lo dice, dice ‘fue el día primero’. Tampoco dice: “Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día martes” sino ‘día segundo’ (Gn.1:8). Dios quiere resaltar más la idea de seis días de trabajo y uno de reposo.


Es más, mientras Dios creaba, no existían los días, hasta ahora Dios los estaba creando y por lo tanto los días no tenían nombre. Luego, los judíos tampoco le tenían nombres a los días, al único que le pusieron nombre es al séptimo día porque fue en el que Dios descansó y su nombre fue Sabbat que significa, como ya hemos resaltado, reposo. Así, los demás días se conocían por número, el primero, el décimo, el doceavo etc. Infructuosamente buscará en la Biblia los nombres de los días, eso es algo que tenemos por vía de otras culturas, pero no es nuestro caso referirnos a eso. A resaltar aquí es que Dios descansó el séptimo día y al séptimo día después, con el tiempo y más bien a causa de una transliteración, se le llamó sábado.


En la esencia del mandato, pues, no está el día Sábado, sino el reposo, el Sabbat, el séptimo día. Por esta razón, más adelante se podía cambiar el día porque en esencia, no se estaba violando el mandamiento que era el reposar. Sin embargo, no quedó al hombre determinar el día que debía descansar. Tanto para el Antiguo como para el Nuevo, Dios ordena cual es el díaque se ha de reposar, el séptimo para el Antiguo Pacto, el primero para el Nuevo.


2. El cambio de día estaba prefigurado en el Antiguo Testamento

El Salmo 118 fue usado por Cristo mismo (Mr.12:10-11) y por el apóstol Pedro, como alusivos al Mesías. Por lo que podemos hablar definitivamente de un Salmo que prefiguraba al Cristo. Pero mirémoslo: ‘La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte de Jehová es esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos. Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él’ (Sal 118:22-24). Este Salmo es profético, nos está hablando de lo que pasaría en el futuro, nos habla de Cristo y de su obra, esa piedra que desecharon los edificadores es Cristo, en su venida todos los que no creyeron en él lo rechazaron y lo mataron.


Así, por inspiración divina Pedro nos dice quién es esa piedra: ‘Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados’ (1 Pd.2:6-8). Cristo es esa piedra y en su victoria, Él viene a ser cabeza del Angulo. Pero preguntémonos, ¿Cuándo Cristo viene a tomar ese lugar de piedra angular? ¿Cuándo es que Cristo vence? La respuesta es bastante obvia para el razonamiento bíblico, cuando resucita. Cristo venció cuando resucitó. El Salmo prefiguraba estos días de gozo por la victoria de Cristo:‘Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él’ (v.24). ¿Cuál día? El día de su victoria coincide con el día de nuestro gozo en Él. Fue un primer día de la semana, un domingo temprano en la mañana, cuando Cristo resucitó. El primer día de la semana Cristo el Señor resucitó de los muertos.


Otro pasaje que nos muestra que Dios estaba preparando el cambio de día desde el Antiguo Testamento es Jeremías31:31-32: ‘He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto’. Aquí hay una clara alusión de un nuevo y mejorado pacto. Tenemos la ventaja de estar parados después del cumplimiento, por el que sabemos que este nuevo y mejor pacto se hizo en su sangre, es decir, su sacrificio. Miremos estos pasajes:


‘Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados’(Mt.26:28). ‘Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada’ (Mr.14:24). ‘De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama’(Lc.22:20). ‘Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí’(1 Cor.11:25). ‘El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica’ (2 Cor.3:6). ‘Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto’ (Hb.8:8). ‘Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer’ (Hb.8:13). ‘Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna’(Hb.9:15). ‘A Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel’ (Hb.12:24).


Así que hay unas estructura pactual en el que la ley de Dios se expresaba. Dicha estructura del antiguo Pacto, como estructura, viene a ser abolida por el sacrificio de Cristo. No la ley moral, pero sí su andamiaje pactual antiguo. Este andamio antiguo, incluía por supuesto regulaciones específicas, leyes propias que los judíos habían recibido como pueblo geográfico y objeto de la antigua dispensación. Pero ese pacto fue invalidado (Hb.8:8-9), dando paso así a uno Nuevo, basado en la sangre de Cristo, para todos los que crean en Dios de todos los pueblos, y naciones. Se esperaría por consecuencia, que muchas de las cosas que tenían los judíos, como pertenecientes al Antiguo Pacto, no las debemos tener nosotros porque no somos judíos sino cristianos y estamos bajo un Nuevo Pacto.


El apóstol Pablo es enfático en rechazar la estructura o andamiaje del antiguo Pacto en Colosenses 2:16: ‘Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo’. Sería un error pensar que Pablo está hablando de la abolición de la ley moral, pues lo que está haciendo es desechar la estructura o andamio propio del Antiguo Pacto, donde había regulaciones dietéticas y varios reposos semanales y anuales. Sabemos por Jeremías 31:33, que la ley de Dios no ha sido abrogada sino cincelada en el corazón de los creyentes. Así, la ley moral del reposo está vigente y escrita en el Nuevo Pacto, no así el día séptimo, el cual pertenecía a la estructura legal del antiguo Pacto.


3. En el Antiguo Testamento se dio el mandamiento señalando creación y redención, por lo que al haber una nueva creación y una nueva redención, el día cambió.

Éxodo 20:11 señalaba una de las razones para la observancia del día de reposo, a saber, que en ese día Dios reposo de sus obras de creación. Así, cuando los judíos guardaban el día de reposo conmemoraban la creación: ‘Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó’Pero nótese que junto a esto, Deuteronomio 5:15 señala que el día debe ser observado como un recordatorio de la redención de la esclavitud egipcia: ‘Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo’. Los judíos guardaban el día de reposo porque recordaban que Dios los libró de los egipcios, los redimió o compró como esclavos porque ellos no se podían librar a sí mismos de su pesada esclavitud.

Ahora. ¿Hay rastros en el Nuevo Testamento acerca de una nueva creación y una nueva redención? Y si lo hay ¿No marcaría esto un nuevo comienzo de muchas maneras?


Una nueva creación
‘Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas’ [Negrillas mías] (Ef.2:8-10). ‘De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas’[Negrillas mías] (2 Cor.5:17). ‘Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas’[Negrillas mías] (Ap.21:5). Así que Dios hizo una nueva creación, somos hechura suya, somos nuevas criaturas y eso hay que celebrarlo. Eso lo conmemoramos el día del Señor.


Una nueva redención
‘Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres’ [Negrillas mías] (1 Cor.7:23). ‘Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)’[Negrillas mías] (Gal.3:13). ‘Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra’ [Negrillas mías] (Ap.14:3).


Así que ahora tenemos cosas mayores por las que conmemorar en el día del Señor, nosotros no estamos conmemorando lo que conmemoraban los judíos. Recordemos nuestra posición como creyentes, estamos en un nuevo y mejorado pacto. Como pertenecientes a este conmemoramos cosas mayores, más elevadas. Piense que si guardáramos el sábado, esas realidades no estarían presentes ni se resaltarían, más bien se confundirían. Pero al guardar otro día, el domingo,el día de la victoria de Cristo en su resurrección, es para resaltar la grandeza de la obra de Dios en Cristo, lo que es propio del Nuevo Pacto. 


Hay una nueva creación y una nueva redención, los judíos conmemoraban la creación natural nosotros la espiritual, los judíos celebraban que salieron de Egipto nosotros que somos libres del pecado, nueva creación y nueva redención por eso el primer día de la semana es un día especial no es como los otros y por eso no debemos hacer las cosas que hacemos en los otros sino las que agradecen a Dios y le dan gloria por su obra de creación y redención.


4. Guardamos el primer día de la semana porque Dios mismo señaló ese día con la resurrección y las apariciones de Cristo.

En el Antiguo Testamento Dios descansó el séptimo día. Ese día debería ser guardado porque Dios lo señalo así, descansando Él mismo de sus obras. Dios no necesitó hablar a Adán y por ende a la raza humana, en un comienzo, acerca deldescanso semanal. Simplemente, cuando descansó ese día y además lo apartó (santificó) y lo bendijo, señaló de forma inequívoca que ese día no era como cualquier otro. Seguramente entendemos que Dios no descansó para Él, sino para mostrarse como modelo, para que el ser humano le imitara. Así, al descansar en el día siete, y antes de la promulgación del Sinaí, Dios señaló que este era el día de reposo.


En el nuevo pacto las realidades no son distintas. El mismo Señor con sus obras señala hacia el día primero como el día de reposo ¿Cómo? ¿Dios cómo nos señala ese día? Con las cosas que Cristo estaba haciendo el día de reposo: Resucitó y se apareció a los discípulos el primer día de la semana, varias veces.


Miremos que el testimonio bíblico señala hacia la resurrección, el día de la victoria de Cristo, el primer día de la semana: ‘Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vio removida la piedra, que era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron’ (Mar 16:2-6).


Ahora, su primera aparición en conjunto, luego de resucitar, fue un primer día de la semana también: ‘Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío’ (Jn.20:19-21).


Su segunda aparición a sus discípulos también coincidió en primer día de la semana: ‘Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Juan Ocho días después, los judíos contaban los días empezando con el que estaban entonces era el primer día, ocho días después es el primer día de la otra semana, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Juan Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente’ (Jn.20:24-27).

Haciendo una recapitulación mental ¿Por qué el Señor elige resucitar un primer día de la semana y aparecer los primeros días de la semana a sus discípulos? ¿Acaso hay una intencionalidad en esto? Por supuesto, Dios no es uno que haga las cosas al azar. El Señor estaba señalando este día para que fuera su día en el nuevo pacto. Noten el Señor no se apareció el martes, el lunes, el jueves o el sábado, se aparecía en domingo, ¿Por qué? Porque estaba señalándolo.


5. Fue el primer día de la semana que vino el Espíritu Santo con poder sobre la iglesia.

Este dato adquiere una mayor relevancia, porque hace parte de aquellas obras de Cristo, con el que, como Señor del día de reposo (Lc.6:5), instituía por la vía de sus obras, un precepto para el pueblo de Dios. Así como en la primera creación, el Señor después de trabajar seis días, descansó uno, no para Él sino como obra preceptiva (Una obra que se pone como ley para su pueblo por la vía de la imitación), de la misma manera vemos que Cristo procede. Recordemos que el Espíritu Santo no vino, sino que fue enviado por el Padre y por el Hijo(Hch.2:33). Valdría la pena preguntarse si acaso fue casual que se enviara el Espíritu Santo justamente un primer día de la semana, acumulando razones para que el pueblo de dios aprendiera a ver el primer día de la semana como su día de reposo cristiano.


‘Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen’ (Hch.2:1-4).


Debemos ubicarnos en el día que el Espíritu Santo fue enviado. Este día se celebraba el día de Pentecostés, una fiesta judía, después que pasaba la pascua: ‘Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová’(Lv.23:15-16).


Esto es muy relevante porque al observar qué día se celebraba Pentecostés, debemos señalar que se celebraba el primer día de la semana, luego de siete semanas a partir de la Pascua. De manera que si contamos desde el día de reposo en que iniciaba la Pascua, siete semanas, encontramos que el día 49, caía otro día de reposo. Pero la fiesta se celebraba el día cincuenta, es decir, un día después del día de reposo. Ese día (cincuenta) estaban los discípulos reunidos y ocurrió aquel evento especial, el Espíritu Santo descendió y les dio dones de lenguas de manera que hablaban en los idiomas de muchas personas para poder evangelizarlos. Este evento fue el Domingo, el primer día de la semana, no el séptimo. 


De hecho, los discípulos entendieron a la perfección, lo que la acumulación de obras de Cristo estaba señalando. Le recuerdo que en Cristo, no solo sus palabras sino sus obras, señalaban de muchas maneras la voluntad de Dios con respecto a los suyos, por lo que el pueblo no solo estaba pendiente de sus palabras sino de sus actos (Lc.24:19). Hasta el momento se habían acumulado obras como, la resurrección el primer día de la semana, varias apariciones el primer día de la semana, la venida del Espíritu Santo el primer día de la semana también. Esto nos lleva a la manera de proceder completamente consecuente de los discípulos que entendieron el obrar de su Señor y Dios.


6. Los discípulos se empezaron a reunir los primeros días de la semana.

Los discípulos entendieron el ejemplo del Señor como una modelación preceptiva. Desde el comienzo el Señor Jesucristo les hizo saber a sus discípulos que Él es el Señor del día de reposo (Mr.2:28; Mt.12:8) y después de su resurrección entendieron que el Señor Jesucristo es el reposo real de los redimidos, tipificado en el día, reposo obtenido por su obra en la cruz, sellado y certificado por su resurrección (Rom.4:25; Col.2:11-15; Hb.4:3,9).


Siendo el Señor Jesús, Señor del día de reposo y el anti tipo (realidad o cumplimiento del tipo, o modelo) del mismo, después de su resurrección, Él comenzó a reunirse con sus discípulos, no el séptimo día de la semana sino el primero, para mostrarles su resurrección, confirmarlos en Él, y comer con ellos, dándoles reposo de la desesperanza en que se encontraban a causa de no haber entendido aun el valor de Su muerte y el miedo a los que le habían matado (Cf. Jn.20:19,26; Mr.16:1-9).


Los discípulos del Señor Jesucristo entendieron que la conducta del Señor después de la resurrección, de reunirse con ellos varias veces el primer día de la semana, les indicaba que de ahí en adelante debían seguir reuniéndose ya no el ultimo día, sino cada primer día, por ser ese el día de su resurrección, el día de la victoria sobre la muerte y por tanto la garantía del retorno al reposo en comunión con Dios, perdido por la caída, y el reposo de los males causados por el pecado (Hb.4:3,9).


Pasar por alto esto, es pasar por alto el proceder redentivo del Señor, y no olvidemos que así como el proceder creador de Dios es ley para su creación, el proceder redentivo es ley para sus redimidos. Así lo entendieron sus discípulos y por esta razón, los discípulos empezaron a reunirse el primer día de la semana, sin ninguna discusión al respecto sino con absoluta sujeción a los que el Señor con su propio ejemplo les estaba mostrando


‘El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche’(Hch.20:7). ‘Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas’ (1 Cor.16:2). Aquí encontramos con bastante claridad algunas razones por las que se reunieron el primer día de la semana. 


Ellos se reunían para asuntos propiamente litúrgicos. Ellos se reunieron tanto para escuchar la Palabra de Dios como para partir el pan, y aquí, partir el pan es tomar la cena del Señor. Además, el apóstol exhorta a la recolección de una ofrenda, pero ¿Era capricho del apóstol decir qué día? O más bien ¿Correspondía este día al día de la adoración formal del pueblo de Dios bajo el Nuevo Pacto? Medite ¿Por qué no se recogían las ofrendas el sábado si el sábado era el día que se reunían? La respuesta es obvia, porque no era el sábado se reunían cada primer día de la semana, ¿Por qué? Porque ese era el día del Señor, porque el primer día de la semana hacían el culto. Porque ese día se reunían.


Existe otro dato, no de menor importancia. El cristianismo sufría el inicio de una gran persecución que empezaba el primer siglo. Juan, el apóstol, el que en su juventud se recostó en el pecho del Salvador, ahora estaba desterrado por el emperador Domiciano en la isla de Patmos, por el testimonio de Jesucristo. Se cree que ya era cerca del año 99 o 100, y Juan aunque estaba desterrado en esa isla, quizás abandonado a su propia suerte para que muriera, estando lejos de la vista de la iglesia, de la sociedad. ¿Qué lo encontramos haciendo cuando recibió la revelación del Apocalipsis? Él estaba guardando el día del Señor. ‘Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea’ [Negrillas mías] (Ap.1:9-11).


Juan estaba preso, y estaba guardando el día del Señor. Era el primer día de la semana y dice que estaba en el espíritu ¿Qué significa eso? Que estaba orando, cantando, buscando a Dios y ese día el Señor le dio la visión que escribió en este libro, fue ese día y no otro, no fue el sábado, fue el primer día de la semana el día del Señor. Interesante que ya para ese momento, el primer día ya tenía sobre sí una calificación especial, no era meramente el primero, como el que sigue de la secuencia después del séptimo. Este día era más que un día secuencial, era el día del Señor (imera kuriake), el día que le pertenece a Él. La práctica apostólica es completamente consecuente con las obras de Cristo sobre su pueblo, y es algo que su pueblo debe observar, si es que decimos andar sobre el fundamento apostólico.


7. Cristo reposó de sus labores el Domingo

El día de la resurrección del Señor indica la finalización su obra de redención como ya lo hemos argumentado anteriormente. Por lo tanto podemos afirmar que ese día fue el día que reposó de sus labores. La resurrección es el punto más alto de la obra de Dios tanto que ella es la que apoya el cristianismo, es la base, es la prueba real del cristianismo.‘Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho’ (1 Cor. 15:13-20).


Ahora, permítanos citar el siguiente versículo y al leerlo, trate de responder ¿De quién está hablando el pasaje? ¿De Dios o de alguien más? ‘Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas’ (Hb.4:10). Es claro en el contexto que Dios entró en su reposo el séptimo día de la creación. Entonces ¿A quién se refiere el autor cuando dice; ‘el que ha entrado en su reposo’? Es claro que la carta a los Hebreos está hablando o dando testimonio de Cristo, de múltiples maneras, de su obra y de por qué su obra es mejor que todas las sombras del antiguo pacto. Podemos afirmar que el Sujeto de este pasaje no es otro que Cristo quien entró en su reposo.


Es interesante notar que el texto nos muestra un paralelo entre Dios Padre y su obra de creación, y Dios Hijo y su obra redentora. Así, el texto afirma que después de la creación, el Padre reposó de sus obras de creación el séptimo día (Hb.4:4).Ahora, el texto nos señal hacia otro reposo, algo similar o análogo a la frase: trabajo-reposo, de Dios. 


El texto señala e uno, ‘el que ha entrado en su reposo’después de haber obrado. Una sola persona es expresada aquí, en cuyo nombre las cosas son mencionadas. Esta persona ha entrado en su descanso y ha cesado de sus obras. Es obvio, el único que puede ser, es nuestro Señor Jesucristo, quien entró en este descanso como nuestro representante. Dios hijo, cesó de su obra de redención en el primer día de la semana y como señal de su obra que fue consumada y nada queda por hacer. En la resurrección entró en el gozo de su labor y dio la vida eterna que compró.


La entrada en el reposo de su obra ¿No establece una práctica para la iglesia, tal como el reposo del Padre marcó la práctica del reposar para toda la humanidad? Este es un paralelo perfecto. Dios poniendo el fundamento de la creación y reposando. El Hijo, poniendo el fundamento de la nueva creación y reposando. Hebreos 4:9, señala que basado en las realidades del reposo divino, ‘queda un reposo (Sabbatismos) para el pueblo de Dios’. Tanto el sábado en el Antiguo Pacto como el domingo en el Nuevo señalan el reposo eterno. 


Pero el apóstol en el texto citado afirma que mientras ese reposo eterno llega queda aún un reposo para la iglesia, queda en este siglo un Sabbat terrenal para prefigurar el eterno. El reposo semanal es una sombra del reposo eterno. El pueblo de Dios debe guardar este reposo (Sabbatismos) como una esperanza del reposo eterno al que se dirige. Este reposo pertenece a la nueva creación, a Cristo, por lo que no corresponderá al Antiguo orden sino al nuevo. En otras palabras, el Sabbat a guardar es el primer día de la semana no el séptimo, porque en el primero, Cristo entró en su reposo (Hb.4:10).


8. El Señor Jesús hizo una promesa antes de irse

Uno de los fenómenos que han venido a repetirse en el cristianismo en siglos recientes, es el de un espíritu orgulloso e independiente de la obra del Espíritu Santo a lo largo de la historia. Si realmente creemos en la promesa del Salvador en Mateo 16:18 cuando dijo: ‘Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella’, tendríamos que aceptar que Él ha venido acompañando a la iglesia, dotándola del Espíritu Santo y de maestros para su bienestar. El Señor Jesús prometió que las puertas del infierno no estarían firmes contra la iglesia, la iglesia sería victoriosa.


¿Cómo podemos creer que la iglesia estuviera en tremendo pecado durante siglos observando un día que realmente no era el correcto? ¿Cómo podemos pensar que los que defienden el día sábado como día de reposo cristiano son los únicos que tienen la verdad después de tantos años de error de la iglesia? ¿Dónde estaba Cristo que dejo a su iglesia en la oscuridad hasta que llegaron los sabatistas? ¿Por qué el Señor no cumplió su promesa? Por supuesto que el Señor de la iglesia ha venido cumpliendo su promesa desde que la hizo, Él ha cuidado su iglesia, y aunque ella a veces cae y mancha sus vestidos, se levanta y corrige su andar afirmándose más en su Palabra. Aun cuando han habido tiempos duros para la iglesia, Cristo el Señor de la iglesia, el Esposo de la iglesia la ha cuidado, como a la niña de sus ojos, nunca la ha descuidado y nunca ha dejado de darle lo que le hacía falta y lo hará hasta que un día se la presente a sí mismo como una esposa santa y sin mancha, ni arruga para su propia gloria.


Es claro para el cristianismo bíblico, histórico y confesional, que hay un día que debe ser guardado como día de reposo cristiano. Que dicho día pertenece a la ley moral la cual, consideramos como vigente para la iglesia de hoy. Este día debe ser observado con rigurosidad bíblica y piadosa por todo aquel que confiese a Cristo como Salvador y Señor. Pero afirmamos que ese día, no corresponde al día de reposo judío, o aquel que se extendió desde la creación hasta la resurrección de Cristo. El día de reposo cristiano es llamado el Día del Señor y se observa el primer día de la semana, no por institución humana ni por costumbre eclesial, sino por mandamiento divino y como tal hay que observarlo.


La Confesión Bautista de fe de Londres de 1689 afirma en el Capítulo 22, párrafo 7: 
Así como es la ley de la naturaleza que, en general, una proporción de tiempo, por designio de Dios, se dedique a la adoración a Dios, así en su Palabra, por un mandamiento positivo, moral y perpetuo que obliga a todos los hombres en todas las épocas, Dios ha señalado particularmente un día de cada siete como día de reposo, para que sea guardado santo para él; el cual desde el principio del mundo hasta la resurrección de Cristo fue el último día de la semana y desde la resurrección de Cristo fue cambiado al primer día de la semana, que es llamado el Día del Señor y debe ser perpetuado hasta el fin del mundo como el día de reposo cristiano, siendo abolida la observancia del último día de la semana.

El doctor Archibald A. Hodge, afirma en su tratado, El día cambiado y el día de reposo preservado: “Diferentes naciones cristianas y diferentes denominaciones y cada denominación en periodos diferentes de su historia, han albergado sentimientos muy diversos y seguido muy diversas costumbres con respecto a la observación del día de reposo semanal, así como también respecto a toda otra ordenanza cristiana y deber práctico. A pesar de este hecho, sin embargo, todo el mundo cristiano histórico, católico y evangélico, ha estado siempre de acuerdo con respecto a la verdad en las siguientes proposiciones: La institución del descanso del día de reposo […] su observancia como una obligación moral universal y perpetua sobre la raza […] después de la resurrección de Cristo, en vez de abrogar una institución antigua e introducir una nueva, Dios, mediante sus instrumentos inspirados, perpetuó el día de reposo, reimponiéndolo a los cristianos con obligaciones añadidas y cambiando el día séptimo al primer día de la semana, enriqueciéndolo con un significado más nuevo y elevado”.


El primer día de la semana, no es cualquier día, es un día especial de adoración a nuestro Dios, de búsqueda de su presencia santa, es nuestro día de reposo como creyentes bajo el Nuevo Pacto, donde descansamos de nuestras obras y nos dedicamos a las que agradan a Dios. Hemos de observar que aquellos creyentes piadosos que vivían bajos las sombras del Antiguo Pacto, se esforzaron por guardar este día estrictamente para dedicarlo al Señor, como un desafío de los que ahora andamos, ya no más bajo sombras, sino bajo las realidades consumadas del sacrificio de Cristo y con una esperanza más firme hacia el futuro. La exhortación del Señor Jesús, debería refrenarnos de presentar una observancia menor como cristianos, que la de los judíos en épocas de menos luz: 


De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos’ [Énfasis mío] (Mt.5:19-20).


La observancia a la ley de Dios en sus aspectos grandes y pequeños, es una evidencia de la obra de gracia en un alma. Por lo que guardar la ley, no es una carga sino un privilegio y un deleite par quien ha sido renovado, mucho más si dicha ley, como es el caso del día del Señor, es una pequeña degustación semanal, de una realidad espiritual y de un porvenir seguro. 


Nuestro humilde llamado es a que hagamos de este día algo especial por siempre, nunca más veamos este día como cualquier otro, ese día es para deleitarnos con Dios, mientras esperamos el día de nuestro reposo eterno.

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