Por W. Robert Godfrey
Pablo advirtió a los ancianos de la iglesia
en Éfeso acerca de la necesidad crítica de estar atentos: ‘Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él
ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en
medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros
mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí
a los discípulos. Por tanto, velad…’ (Hch.20:28-31). Esta advertencia
apostólica no fue solo para la iglesia de Éfeso; es una advertencia que es
necesaria para cada iglesia en cada edad.
La advertencia de Pablo fue tomada muy en
serio por muchas iglesias y ministros en la controversia entre fundamentalistas
y liberales en la década de 1920. Los fundamentalistas, al ver que sus
iglesias y escuelas desertaban del cristianismo histórico, miraban a los
liberales como desviados, engañosos e incluso demoníacos. El Dr. J.
Gresham Machen, en la crítica más valiosa y perdurable al liberalismo escrita
en la década de 1920, El Cristianismo y el Liberalismo, concluyó que el
cristianismo era una religión y el liberalismo era otra muy distinta.
Si bien el análisis del Dr. Machen fue
preciso y se presentó de manera moderada, muchos en las iglesias de su época no
lo aceptaron. ¿Por qué ocurrió esto, y qué podemos aprender en nuestros
días sobre estar atentos en la defensa y promoción del cristianismo bíblico?
La
Mente del Liberalismo
En primer lugar, debemos tratar de
comprender cómo se veían a sí mismos los liberales y cómo comunicaban sus
convicciones a los demás. Los liberales insistieron en que eran cristianos
evangélicos. Creyeron que se aferraban a lo esencial de la fe
cristiana. Insistieron, afirmando el lenguaje de la Afirmación de Auburn
de 1924, que mantenían las doctrinas cristianas básicas y solo rechazaban
algunas de las teorías que los fundamentalistas utilizaron para elaborar esas
doctrinas. Por ejemplo, creían con ellos que Jesús era Dios, pero no en el
nacimiento virginal. Los liberales creían sinceramente que solo ellos
salvarían al cristianismo en el mundo moderno al hacerlo más
relevante. Como tales, eran misioneros activos por su causa.
El Dr. Machen tenía razón cuando dijo de
los liberales: "Por el uso ambiguo de las frases tradicionales, por la
representación de las diferencias de opinión como si fueran solo diferencias
sobre la interpretación de la Biblia, la entrada a la Iglesia estaba asegurada
para aquellos que son hostiles a los mismos fundamentos de la fe". Pero
los liberales negaron tales acusaciones, y al usar un lenguaje ambiguo,
persuadieron a muchos de que no eran tan malos como afirmaban sus críticos.
Para el Dr. Machen, la controversia entre
liberales y fundamentalistas no era solo acerca de la verdad, era sobre la
ética. Los liberales no fueron directos u honorables al dejar en claro sus
creencias. Escribió que "la honestidad está siendo cedida en su
totalidad por el partido liberal en muchos cuerpos eclesiásticos hoy".
Ellos habían prometido en sus votos de ordenación defender doctrinas que no
creían.
La mente
conservadora
El Dr. Machen creía que la mayoría de los
miembros de la iglesia en su época eran básicamente conservadores. No
querían cambios extensos en la doctrina o la vida de sus iglesias. Estaban
algo preocupados acerca de dónde los liberales querían llevar la
iglesia. Sin embargo, tendían a ser optimistas sobre el futuro y estaban
preocupados por las críticas al liberalismo que parecían demasiado negativas o
estridentes.
El liderazgo del ala conservadora de la
iglesia no presentaba un frente unido. Mientras que los acérrimos
conservadores como el Dr. Machen estaban muy alarmados y criticaban a los
liberales, otros conservadores moderados argumentaban que demasiada negatividad
y divisiones minarían la misión de la iglesia. Los miembros de la iglesia
conservadora a menudo no sabían a quién creer ni seguir.
La división de opiniones entre los líderes
conservadores y el optimismo de muchos conservadores los dispuso a evitar una
pelea. Ya en 1915, el Dr. Machen vio el peligro potencial de esta
situación: "La masa de la Iglesia aquí sigue siendo conservadora, pero
conservadora en una forma ignorante, no polémica, de dulzura y luz, que es solo
carne para los lobos. No me refiero a usar frases duras de una manera
dura, mi lenguaje debe ser entendido como bíblico ". Como Pablo había
advertido a los ancianos de Éfeso sobre lobos atacando a las ovejas de la
iglesia, el Dr. Machen se preocupó de que las ovejas de la iglesia en su día
eran muy vulnerables a los lobos liberales.
La
mentalidad confesional
Mientras que el Dr. Machen a menudo era
visto como el líder intelectual más grande del movimiento fundamentalista, no
se sentía del todo cómodo con el movimiento fundamentalista. Él no creía
que era suficiente para defender solo cinco fundamentos de la fe. Creía que
el fundamentalismo era demasiado individualista, demasiado reduccionista y
demasiado despreocupado con la historia. Para Machen, el verdadero
cristianismo era una comunidad histórica con una teología completa y
coherente. El verdadero cristianismo, como el Dr. Machen lo sabía en la
tradición reformada, llegó a la expresión doctrinal en una confesión completa
de fe, como la Confesión de fe de Westminster.
El Dr. Machen creía que una confesión
expresaba la mente de la iglesia y mostraba a los miembros de la iglesia lo que
la iglesia confesaba como las grandes y necesarias enseñanzas de la
Biblia. La confesión debe servir como un antídoto contra la ignorancia
doctrinal en la iglesia, ya que la iglesia enseña diligentemente su confesión a
sus miembros. La confesión debe mostrar a la iglesia qué doctrinas deben
ser defendidas con lucha. Esta debería fortalecer a la iglesia como el baluarte
de la verdad.
Hoy, las iglesias evangélicas enfrentan
desafíos doctrinales tan serios como los de la década de 1920. Algunos
evangélicos rechazan la inerrancia de la Biblia. Algunos rechazan la
doctrina histórica de Dios por lo que llaman "teísmo abierto".
Algunos rechazan la doctrina bíblica de la justificación que fue recuperada por
la Reforma para alguna forma de moralismo.
Las iglesias evangélicas de hoy, sin
embargo, están mucho menos preocupadas por los serios errores doctrinales que
las dividen de lo que estaban en los años veinte. Están menos atentos de
lo que estaban entonces. La iglesia en general no ha aprendido la lección
del confesionalismo. El conocimiento doctrinal, la comprensión bíblica y
la vida cristiana disciplinada parecen haber disminuido en lugar de avanzar
desde la década de 1920.
El llamado de Pablo a la vigilancia
reflexiva se necesita más hoy que nunca. Los ministros, los ancianos y los
miembros de la iglesia hoy deben renovarse en la verdad mediante un
conocimiento completo y cuidadoso de la doctrina contenida para nosotros en las
grandes confesiones de las iglesias. Entonces sabremos dónde y cuándo
luchar, así como también la verdad por la que luchamos. Como Pablo le
escribió a Timoteo: ‘Ten cuidado de ti
mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti
mismo y a los que te oyeren’ (1 Tim.4:16).
Tomado de:
Traducción: M.L.
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