Cada fin de año abundan entre los cristianos varios
escritos y defensas de las posturas particulares, concernientes a si un
cristiano debería celebrar o participar en la celebración de la Navidad. Bueno, aquí
está otro artículo.
Antes de proseguir permítame aclarar tres asuntos de la mayor
importancia, sabiendo que el tema no es tomado por todos con la misma fuerza y
emoción:
1. Quien escribe lo hace desde una perspectiva pastoral,
buscando no solo señalar ciertas cosas como erradas sino deseando la persuasión
de las conciencias que luego resulte en cambios juiciosos. Por ello no
empezaré este escrito tildando a alguno de descendiente espiritual de los
celtas o llamándole pagano o mundano acérrimo o católico romano. Si ese es su
espíritu o espera que sea el mío, se irá desilusionado, creo que las cosas
pueden ser instructivas y mi mayor deseo no es tanto denunciar como orientar
bajo los principios de la Palabra de Dios.
2. Seguramente mi respuesta parecerá muy fuerte para algunos
y se vean tildados a etiquetar sobre esta explicación: ¡Legalismo! Para otros
pareceré muy blando y seré etiquetado como ¡Mundano! Pero espero que pueda
sacar la mayor utilidad en lo que con meditación bíblica considere correcto y
pueda en paz, disentir conmigo en algunos puntos o coincidir, pero porque vio
el principio bíblico y no solo por la coherencia argumental que pueda ver aquí. Pero con
todo, esperamos que los creyentes aprendamos a lidiar con el entendimiento
particular que de este tema puedan tener los demás mientras les ayudamos a ver
mejor los principios.
3. Tenga paciencia, pues en la procura de un mayor
entendimiento bíblico en algún tema la inmediatez no es buena consejera. Muchos asuntos no son entendidos por el
ánimo de desear la respuesta instantánea a cuestiones en las que se deben tener
en cuenta muchísimas cosas que no van a surgir de forma inmediata. No saque
conclusiones apresuradas ni finales hasta no leer todo este escrito, le animo a
no asumir y etiquetar a primera las cosas, para su provecho.
En primer lugar, trataré de identificar de manera breve las
posturas que he logrado reconocer entre los cristianos. No
intento caricaturizar a nadie, no es el espíritu de este escrito,
solamente el lograr identificar en líneas muy generales las diversas
posturas que se tienen en cuanto a la celebración de la Navidad. A veces
resulta que adquirimos más y más luz, al tratar de entender las posturas del
otro y no solo combatirlas irreflexivamente y es la idea aquí. Espero que este
sea el caso también para usted y su postura final considere lo que
cristianos como usted y yo, piensan al respecto.
El que ha tomado una
visión despistada o irreflexiva
Hablamos del que jamás había pensado si debería tener una
postura. Casi que preguntarle el porqué de su celebración hará que sus neuronas
choquen de manera no convencional y se sienta mal. Su práctica común es que
llegado el mes de Diciembre, se encamina alegre hacia donde todo el mundo a su
alrededor se encamina. No ha meditado sobre el tema si es que como cristianos
necesitamos, aun en estas cosas, tener una base bíblica. Este creyente evitará
estas reflexiones porque, entre otras cosas, está asombrado que haya extraños
cristianos de tendencia Grinch que
tengan objeciones contra tal celebración. Él no ve nada de malo en aunarse al
contexto de la época y posiblemente en su iglesia se celebre la Navidad, todos
asumiendo que es una época para celebrar. Sencillamente no ve nada de malo,
claro, con una visión muy general de las cosas. Este cristiano nos dirá ¡Feliz
Navidad! O ¡Felices fiestas! Quizás este mismo individuo diga palabras como
“¿Qué nos traerá el próximo año?”, evidenciando su apego irreflexivo a estas
épocas.
El que asume que ha
tomado una posición bíblica
Para muchos creyentes, el hecho que el nacimiento de Cristo
se encuentre registrado en las Escrituras, es suficiente para hacerlo motivo de
celebración decembrina y establecer de manera personal y hasta eclesial, una
festividad. Es decir, para ellos el asunto es muy fácil: En la Biblia se habla
del nacimiento de Cristo, en Diciembre se celebra este nacimiento, por lo que
celebrarán en Diciembre este nacimiento. Estos creyentes abogarán porque
mientras la celebración se mantenga dentro del verdadero significado de la
Navidad (El nacimiento del Salvador), es legítima. Otros han sido aún más
osados tratando de rastrear en la historia evangélica la legitimidad de esta
celebración y hasta han encontrado a San Nicolás entre los padres de la
Iglesia. Este creyente solo tendrá ligeras objeciones en que la navidad se
enfoque en celebraciones y regalos, pero no tendrá inconveniente en que se
celebre, si el centro es exaltar a Cristo y recordar su nacimiento, así sea en
medio de natilla*, buñuelos**, galletas, pavos y ponches.
* Postre típico en ciertas regiones en
épocas decembrinas.
** Panecillos típicos en ciertas regiones en épocas
decembrinas.
El que ha tomado una
postura religiosa
Aquí encontramos individuos que creen que todos los
cristianos estamos religiosamente obligados a observar anualmente los eventos
del natalicio del Salvador, casi elevando la celebración de la navidad a un
rito instituido para los cristianos. Ellos observarán con la mayor rigurosidad
que se pueda esta fecha, como lo instituido para la cristiandad. Ellos se
asombran que iglesias no tengan el “Culto Navideño”, o que para algunos estas
fechas no signifiquen demasiado. Esta fecha no puede quedar inadvertida,
piensan, y casi que nos llaman a tener algún tipo de piedad particular o
expresiones devocionales singulares. Si bien, ya no andan por el lado de las
novenas frente al pesebre, desean rescatar el espíritu cristiano detrás de
estas celebraciones e instituyen en su vida o en la de sus iglesias, un sistema
paralelo de las novenas de aguinaldos*. Seguramente también son cristianos
enseñados a tener un momento de reflexión por la Semana Santa y hasta llevar a
cabo ritos particulares de vigilias y ayunos.
* La Novena de Aguinaldos es una costumbre
católica, arraigada sobre todo en Colombia, Venezuela y Ecuador, relacionada
con la festividad de Navidad. Es análoga a las Posadas que se celebran en
México y Centroamérica. Se trata de una oración rezada durante nueve días
(novena) en la época previa a la Navidad (época de aguinaldos).
El que ha adoptado
una postura de reproche y denuncia
Parece ser una postura reaccionaria, aunque para ellos es la
postura cristiana. Muchos cristianos han visto la manera en que el mundo ha
permeado muchas veces la iglesia y aquí ven una de las mayores. Ayudados por
cierta documentación histórica, se esforzarán por demostrarle que dicha
celebración es tan pagana como el Halloween, y que, como cristianos, debemos
separarnos de todo lo mundano. Le hablarán de la innegable relación de las
fechas de Navidad con celebraciones paganas, de la relación del paganismo con
el árbol, de los regalos y de los orígenes oscuros de papá Noél. Y ya que la
Biblia nunca enseña que los cristianos debemos celebrar la Navidad, ni mucho
menos en una época donde, la verdad sea dicha, no fue la época del nacimiento
del Señor, es completamente ilegitima y mundana, tal celebración. Estos
cristianos pueden llegar a “meter todo en una misma bolsa” y llegar a prohibir
con fuerza cualquier tipo de reunión familiar, comida y hasta conversación del
Nacimiento en Diciembre mostrando así que no se están conformando al mundo.
El que ha adoptado
una postura pragmática
Aquí están creyentes que pueden llegar a entender que esta
celebración no está ordenada en las Escrituras, que no corresponde a la fecha
del nacimiento del Señor Jesús, que esta celebración se presta para los
excesos, aun entre cristianos, comprenden que hay gente irreflexiva o radical
en esto, pero este cristiano no se quiere enredar en si se debe o no celebrar
la Navidad, va a aprovechar la fecha para reunirse en familia, evangelizar, dar
regalos, etc. Para ellos, no necesariamente existe un pecado en tal
celebración, desde que se mantenga en una línea modesta, pero va a fijarse más
bien en el provecho que se le pueda sacar, llámese provecho familiar, social, y
hasta evangelístico. Muchos se han aunado a esta postura tratando de aprovechar
lo bueno que en la gracia común épocas y fechas como estas traen a la humanidad
y no se complicarán en nada mientras mantengan una línea sobria. Posiblemente
apelarán en este caso a la libertad cristiana, a esos asuntos que, al no estar
regulados por la Palabra de Dios, cada cristiano es libre de practicar o no,
según la conciencia con que lo haga.
Está el creyente que
deja a un lado su profesión de fe en esta época
Y aunque nos parezca singular, existen individuos que hacen
una pausa de piedad para Diciembre y contemporizan tan descaradamente con el
mundo que en verdad siembran dudas de su participación en Cristo. Si hay que
comer hasta reventar, se come, si hay que beber, se bebe, si hay que bailar se
baila, si hay que derrochar los recursos que Dios nos permitió ganar, se
gastan, si se aporta para el estímulo de la mundanalidad, las codicias, se
hace. Pasadas las festividades, vuelve a retomar su profesión de fe como si
nada hubiese pasado, suspirando que tal vez el año se pase tan rápido para
volver a este círculo. Este individuo manifiesta que su felicidad mayor
proviene de fechas, regalos, familia y al parecer, deja a un lado a convicción
profunda, el congregarse, orar, ofrendar, testificar, ser modesto, sobrio y
prudente, estas son cosas que luego va a retomar cuando pasen los momentos de
celebración. Parece que ve en Diciembre un salvoconducto divino para expresar
sus pasiones reprimidas los once meses anteriores.
Por supuesto que entiendo que en la vida cristiana las cosas
no se delinean tan fácil, habrá cristianos que estén entre una y otra postura,
que no se hayan sentido tan bien identificados con una etiqueta, pero en
general, espero haber sido justo con el pensamiento de la mayoría de hermanos,
sin distorsión ni ironías. Pero ¿Podemos andar en un camino bíblico en esto? Esperamos
que sí. Ahora bien, el asunto no es tan sencillo de delimitar, pues si la norma
fuera como tal que vamos a celebrar solo aquello que esté estipulado en las
Sagradas Escrituras, no solo la celebración de la Navidad quedaría fuera por no
encontrarse en la Biblia, sino que el creyente tendrá que resolver las
cuestiones de aniversarios, cumpleaños, días feriados, y conmemoraciones civiles
y otras, que al igual que la Navidad no encuentran un respaldo en la Biblia.
Puede ser que entonces algunos cristianos opten por no celebrar nada si es que
así concluyen, pero no necesariamente deberían imponer, en el sentido de las
conmemoraciones civiles, su criterio a otros.
Una ayuda preliminar
La distinción
esencial entre fiestas civiles y fiestas religiosas
Quizás empecemos a dar luz si somos sensibles a los
diferentes tipos de celebración que hay. Permítame primeramente aclarar
previamente que la palabra ‘celebrar’, está definida como la conmemoración de
un acontecimiento a través de un acto, sea una reunión, ceremonia o fiesta.
Aquí y para nuestro provecho, hay que diferenciar fiestas civiles de fiestas
religiosas ya que la Palabra de Dios nos señala algunos lineamientos en cuanto
a ambas y las trata de forma particular, es decir, no las rige igual sino con principios
singulares.
Las fiestas civiles, particulares,
personales, son cuestiones de gustos, libertad, opinión. Entre las fiestas
civiles podemos situar cumpleaños, aniversarios, fiestas patrias, y otras
similares como conmemoraciones que, aunque no sean fiestas institucionalizadas,
corresponden a un honor que se brinda a algo o a alguien. Por supuesto que
entre las festividades civiles puede haber un componente ilegitimo, si así se
quiere ver, pero no en la celebración en sí sino en la manera que hacemos de,
por ejemplo, la Patria, el matrimonio o la vida misma, ídolos a los que nos
hincamos de forma religiosa. Sin embargo, a nivel civil, un reconocimiento
general con afecto cristiano, una conmemoración de lo que Dios ha hecho en la
historia trayendo ciertas libertades civiles y religiosas a los pueblos,
reconocer y alegrarse especialmente por un año más de la preservación de la
vida o de matrimonio, tener cierta deferencia al recordar con aprecio el
gobierno de Dios en la historia en una nación, pudiera ser hecho de manera que
no contradiga nuestros principios bíblicos y la honra que le debemos a Dios, lo
que jamás deberíamos traspasar.
Fiestas religiosas son aquellas que tienen, esencialmente, un
componente religioso que es precisamente el que se celebra o conmemora. Y aquí
quizás nos demos alguna luz, porque esencialmente no es igual la conmemoración
de la independencia de una nación que de la asunción de la virgen, ni es igual
la celebración de un cumpleaños que las fiestas del sagrado corazón. Lo que se
remarca aquí es que las fiestas religiosas tienen como base o punto de partida
un evento religioso inherente, es el motivo en sí de la celebración, es el sin qua non, el asunto sin el cual la celebración
misma no tiene sentido.
Ubicando el aporte de
Romanos 13
El apóstol Pablo, iniciando el tema de las responsabilidades
civiles de un cristiano, nos enseña en Romanos 13 a andar como ciudadanos de
este mundo de manera que demos a cada cual lo que le debemos, sean tributos,
sea honra. Rom.13:7: «Pagad a todos
lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que
respeto, respeto; al que honra, honra». Por supuesto que, como afirmábamos
antes, esta honra debe ser dada como una expresión de amor a Dios y al prójimo,
y sin buscar dar rienda suelta a los deseos de la carne o buscando expresar
principios que vayan en contra de la voluntad de Dios como la idolatría (Cf.
vv.9-14). Note que la libertad cristiana aquí expresada, no es una libertad
absoluta o sin escrúpulos, sino una bajo principios de amor y santidad en el
sentido de «vestíos del Señor
Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne» (v.14).
En este mismo contexto, el apóstol Pablo, en Romanos 14,
exhorta a que en la iglesia deberíamos aprender a recibirnos entre cristianos
sin hacer de los asuntos de libertad cristiana un conflicto, como lo afirma el
v.3: «El que come, no menosprecie
al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha
recibido». Y
atiéndase aquí que el texto a continuación está en el marco más general de las
demandas cristianas y de las cuestiones de opiniones. La diferencia aquí es
crucial, pues en lo que la Biblia ordena y enseña, ya sea de manera clara o por
sus necesarias implicaciones, el concepto de libertad no es el que aplica, sino
el de la obediencia. Pero en asuntos donde no hay una revelación específica de
la voluntad de Dios ya sea explícita o mediante sus implicaciones necesarias (Como es el caso de Romanos 13),
solamente podemos regirnos por principios generales de las Escrituras y por un
sentido cristiano de nuestra libertad cristiana. De ahí la importancia de reconocer
el contexto de Romanos.
Pues es en este contexto y no en el contexto de la
observancia clara de la ley moral, dice Rom.14:3-8: «El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no
juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas
al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme,
porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia
entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido
en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el
que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor
come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da
gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere
para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el
Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos».
La Gran Diferencia,
las celebraciones religiosas
Aquí espero que empiece a notar el punto: que esencialmente
no es igual una celebración, homenaje o recordatorio de un asunto indiferente o
de opinión como lo puede llegar a ser un asunto civil, que una festividad o
conmemoración religiosa, por exactamente el asunto religioso involucrado y las
implicaciones que celebrar un asunto religioso conlleva. Los asuntos religiosos
corresponden a otro ámbito que supera los asuntos más generales y de opinión y
tendremos que ir a textos que hablen de dicho tema para entender su regulación.
Además, porque a nivel propiamente religioso, esperamos que sea la Palabra de
Dios la que nos señale de manera específica los asuntos de devoción y culto, no
sea que nos veamos sorprendidos en la implementación de cultos o festividades
no instituidas por el Señor y así, caer en la idolatría.
La institución de
festividades religiosas
¿Deberíamos, a la luz de esto, celebrar de manera religiosa,
instituida formalmente para los creyentes la Semana Santa, el Pentecostés, la
Navidad y otras, ya que fueron obras de Dios en la historia? Deseo que
considere que, si bien, como iglesia creemos que hubo un momento histórico en
el que el Señor Jesús nació, fue a la cruz, y envió su Espíritu, también es
cierto que, en la categoría de celebraciones religiosas, la única celebración
formal, instituida y demandada al pueblo de Dios es el Día del Señor. Es en la
adoración corporativa (como un cuerpo) del pueblo de Dios en el Día del Señor,
donde en sentido regular alabamos al Dios y Padre por la Persona y obra de su
amado Hijo y por el ministerio del Espíritu Santo, no confinando a ciertas
épocas el recordatorio afectivo y cultico de este, que es el fundamento de
nuestra fe.
Como verás, la iglesia primera, estando aún más cerca de
estos acontecimientos, y conociendo de primera mano “las fechas” en que estos
asuntos fueron realizados, perseveraban en asuntos muy específicos: «…en la doctrina de los apóstoles, en la
comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones» (Hch.2:42),
y en la institución semanal y formal en día del Señor. Puedes repasar todo el
Nuevo Testamento y notarás la ausencia de la observancia corporativa de
“Festividades religiosas” aparte del Día del Señor. En otras palabras,
¿Para qué la iglesia celebraría en épocas específicas lo que podía y debía
reconocer cada vez que se reunieran en culto el Día Santo? Al contrario ¿No
señala el Nuevo Testamento el error de instituir el ‘culto voluntario’ de
carácter religioso? (Cf.Col.2).
La institución de festividades religiosas por parte de la
iglesia o la observancia religiosa de una fecha por parte de la iglesia, lo
hace en detrimento del principio que regula la iglesia el cual señala que aquello que hacemos como
iglesia debe ser positivamente revelado en las Escrituras y no simplemente
estar prohibido (lo que corresponde al principio normativo de la iglesia no
observado por los reformadores). El establecimiento arbitrario de festividades
religiosas para que la iglesia las observe, aparte de lo que Dios ha revelado
en su Palabra para ser observado o practicado, es una invención humana impuesta
sobre las conciencias de los creyentes, sobre lo que el Nuevo Testamento no
guarda silencio. 1 Tim.3:14-15 afirma: «Esto
te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si
tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del
Dios viviente, columna y baluarte de la verdad». El apóstol se asombra y
reprende a los Gálatas, porque ellos querían volver a la observancia de ritos
religiosos de los que ya habían salido: «Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que
por naturaleza no son dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien,
siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y
pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis
los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya
trabajado en vano con vosotros» (Gal.4:8-10).
En estos textos es claro que el tema no son los asuntos
indiferentes, los asuntos de conciencia o de opinión ni los asuntos civiles,
sino asuntos religiosos, de prácticas religiosas, ritos y cultos establecidos.
La Palabra de Dios nos instruye, en consecuencia, que, en cuanto al servicio
formal, religioso o cultico al Señor, Él tiene la prerrogativa de ordenar qué
debe practicar la iglesia, en donde por supuesto, la iglesia no puede tomar un
día y establecerlo como una festividad religiosa a su arbitrio. Aquí es
muy útil el comentario de Calvino en su sermón de Miqueas 5 cuando exhortó a
quienes habían asistido a la iglesia para la observancia religiosa de la Navidad
ese domingo:
“¿Pensaban que estarían honrando
a Dios? Consideren qué tipo de obediencia a Dios vienen mostrando. En sus
mentes, están celebrando un día santo para Dios, o convirtiendo el día de hoy
en uno […] Porque no hay un día superior a otro. No importa si recordamos la
natividad de Nuestro Señor en un miércoles, jueves, u otro día. Pero cuando
insistimos en establecer un servicio de adoración basado en nuestros caprichos,
blasfemamos a Dios, y creamos un ídolo, aunque lo hayamos hecho en el nombre de
Dios. Y cuando adoran a Dios en la ociosidad de un espíritu de día santo, ese
es un pecado pesado de llevar, y uno que atrae a los demás al respecto, hasta
que llegamos a la altura de la iniquidad”.
Ahora, ¿La celebración Navideña, como la celebración de
Semana Santa o el Pentecostés corresponden a celebraciones civiles, indiferentes,
de opinión, a asuntos de conciencia donde aplica la libertad cristiana? O
¿Corresponde a una celebración religiosa, de contenido religioso, basada en un
asunto religioso? ¿Hablamos aquí de conmemoraciones religiosas o culturales sin
ninguna relación religiosa? Y además ¿Corresponden a un mandato bíblico para
los creyentes? ¿Habría una diferencia entre lo que celebramos como iglesia y lo
que podemos celebrar de manera particular? No hay ninguna duda que la misma
palabra Navidad evoca el nacimiento de Jesucristo. Que cristianos le den un tinte particular, que el mundo lo haya
comercializado, no eclipsa el que esta sea una celebración que toma como punto
de partida un evento religioso muy sentido y especial para los cristianos. Ahí,
creo, está la dificultad y lo que nos debe llevar a mayor discernimiento.
Una ayuda secundaria
Ahora bien, debido a que no podemos desligar la celebración
de la Navidad de su obvio punto de partida, empecemos el discernimiento de
estos asuntos desde lo más obvio, lo que buscará encaminar nuestro andar para
estas épocas.
1. La celebración de
la Navidad es una celebración imprecisa
Cada uno debe tener en cuenta que la celebración decembrina
del nacimiento de Cristo corresponde a una fecha arbitrariamente establecida,
de orígenes culturales o culticos tradicionales, y que no corresponde a la
fecha en que el Salvador Jesucristo nació en verdad. Trate de averiguar, aun
por los exegetas más juiciosos el tiempo del Nacimiento y verá que el asunto
es muy complejo de determinar. Es más, creemos que la Biblia, de forma
deliberada escondió esa fecha de nuestro entendimiento. Imagine que, si tenemos
tanta idolatría ignorando el día exacto del nacimiento del Salvador, ¿No
tendríamos una “serpiente de bronce” conociendo el día exacto de su natalicio?
Así que es mejor que sea cuidadoso en lo que usted hace, recomienda o exhibe
ante otros, pues creo que lamentaría que otros lleguen a la conclusión que su
creencia en este aspecto es la de estar cierto de la fecha del nacimiento de
Cristo o de afirmar a los no creyentes o a creyentes inmaduros en algo que
usted sabe que no es cierto: Que en Diciembre nació el Cristo y que estamos
celebrando su cumpleaños. Usted debe estar bien claro que entiende que esta
fecha es arbitraria y que no tenemos datos específicos para fechar el día del
nacimiento de Cristo. Entonces celebrar el nacimiento en Navidad ¿No es de lo
más impreciso y arbitrario que podemos hacer? ¿No estamos dando un mal mensaje
a propósito de rescatar “el verdadero significado de la Navidad?
2. El Principio
Regulador
Debemos tener en cuenta que jamás deberíamos ni siquiera dar
la impresión que podemos instituir festividades religiosas para el pueblo de
Dios fuera de la que ya ha sido instituida, a saber, el día del Señor. La
esencia de la idolatría es adorar a otros dioses aparte o conjuntamente con el
Dios de la Biblia, pero también adorar al Dios de la Biblia de maneras que Él
no ha instituido. Por lo que establecer un rito, culto, de adoración a Dios que
no esté prescrito, es simplemente una violación al mandamiento. Aquí será útil
entender como nuestros antiguos maestros puritanos entendieron este punto en su
explicación del segundo mandamiento. En la Pregunta 108 dice ¿Cuáles son los
deberes requeridos en el segundo mandamiento? Y se responde:
“Les deberes requeridos en el
segundo mandamiento son recibir, observar y guardar puros y completos todo el
culto religioso y las ordenanzas, tales como Dios las instituyó en su Palabra
[…] así como también el desaprobar, detestar y oponerse a todo culto falso, y
conforme al estado y llamamiento de cada uno, destruirlo, así como a todos
los objetos de la idolatría”.
En la Pregunta 109 que dice ¿Cuáles son los pecados
prohibidos en el segundo mandamiento? Se responde:
“Los pecados prohibidos en el
segundo mandamiento son, todo lo que sea inventar, aconsejar, mandar, usar, y
aprobar algún culto religioso por sabio que sea, pero que no haya sido
instituido por Dios […] Todas las supersticiones engañosas, el corromper el
culto de Dios, ya sea añadiéndole o quitándole, sean (supersticiones)
inventadas y tomadas por nosotros mismos, o recibidas por tradición de otros,
aun cuando vengan con el título de antigüedad, costumbre, devoción, buena
intención o cualquier otro pretexto, la simonía, el sacrificio; toda
negligencia, desprecio, impedimento, y oposición al culto y ordenanzas que Dios
ha establecido”.
Esto me lleva a hacer un comentario de lo que podemos
denominar “Cultos temáticos”. En mi país, desde hace algún tiempo, se ha puesto
de moda que las celebraciones matrimoniales o de cumpleaños, tengan una
temática. Hace algunos años usted simplemente era invitado a estos espacios,
hoy la tarjeta de invitación puede decir: “Matrimonio ochentero”, “Cumpleaños
del oeste” y así, cada reunión tiene una temática, una tendencia. Cada adorno,
ambientación y decoración, están orientadas a estas temáticas. Pero ¿Es esto
valido cuando hablamos de un culto? Por supuesto que no es mi deseo criticar o
particularizar las cosas innecesariamente, pero sabemos que detrás de la
sintaxis, va nuestra práctica. Si la tal es buena la práctica será buena, si la
tal es mala, las prácticas se contaminarán por necesidad. Entonces ¿Es legítimo
hablar de cultos de….? ¿Acaso la única palabra que debería terminar la frase
“culto de”, no es la palabra “ADORACIÓN”? ¿Acaso como iglesia podemos poner
temáticas a los cultos? ¿Qué vemos en las Escrituras? ¿Cómo fue la práctica
apostólica y de los mejores momentos de entendimiento bíblico de la iglesia?
Esperamos no estar tomando de una estructura secular, esta costumbre. Lo
decimos no solo porque podemos haber hecho cultos del día de la madre, cultos
de la familia y en épocas “navideñas” ¿Cultos de Navidad?
3. El uso indebido o
impreciso del Nombre del Señor y lo relacionado con Él
Debemos advertir el peligro del quebrantamiento del tercer
mandamiento en la celebración de la navidad. Este mandamiento nos advierte de
usar el Nombre, los nombres y hasta los asuntos que se relacionan directamente
con Dios de manera liviana, irreflexiva, descuidada y hasta jovial. Recordemos
lo que el Catecismo mayor dice del tema en su Pregunta 112 que dice: ¿Qué exige
el tercer mandamiento? A lo que responde:
“El tercer mandamiento exige que
el nombre de Dios, sus títulos, atributos, ordenanzas, la palabra, los
sacramentos, la oración, juramentos, votos, suertes, sus obras, y cualquiera
otra cosa por lo cual él se da a conocer, sea santa y reverentemente usadas en
pensamiento, meditación y) en palabra, y por escrito: por una profesión santa,
una conversación intachable, para la gloria de Dios, y para el bien nuestro, y
de otros”.
Y en la Pregunta 113: ¿Cuáles pecados prohíbe el tercer
mandamiento? Se nos ilustra de la mejor manera:
“Los pecados prohibidos en el
tercer mandamiento son, el no usar el nombre de Dios de la manera que es
requerida, y el abuso del mismo por una ignorante, vana, irreverente, profana,
supersticiosa, o malvada costumbre, mencionando o usando de cualquier otro modo
sus títulos, atributos, ordenanzas, u obras; por blasfemia, perjurio, toda
maldición pecaminosa, juramentos, votos, suertes […] la mala interpretación,
aplicación, algún otro modo de pervertir la palabra o alguna parte de ella,
por chanzas profanas, cuestiones curiosas o inútiles, charlas vanas, o el
sostener falsas doctrinas, en abusar el nombre de Dios, de las criaturas o de
alguna cosa que está bajo de él; encantos, prácticas y concupiscencias
pecaminosas; difamación, desprecio, injuria, o la oposición grave a la verdad,
gracia y caminos de Dios […]”.
Ahora, si entendemos que la palabra “Navidad” significa
“Natalicio” o “Nacimiento”, empezamos a ver que querámoslo o no, nuestro Señor
está siendo involucrado en este asunto, porque ¿A qué nacimiento especifico nos
estamos refiriendo? Y ¿En qué contexto o bajo que actividades estamos
relacionando este acontecimiento? ¿En uno meramente cultural? ¿En uno
sencillamente comercial? ¿En uno religioso? Y además ¿Lo estamos usando legítimamente
dando una idea correcta del nacimiento de Cristo? O ¿Es más bien irreflexivo,
cultural, descuidado, liviano o jovial? Esto lo afirmamos por la costumbre
tradicional de desearnos una ¡Feliz Navidad! sin más ni más, signifique eso lo
que signifique (si es que en el contexto específico de diciembre eso llegue a
significar algo concreto). Piense si relacionar con las palabras el nacimiento
de Cristo cuando con las obras y en el contexto particular en el que estamos,
lo que estamos evocando son ideas bien distintas a la encarnación del Hijo de
Dios y allí podemos ser reprendidos del uso liviano, irreflexivo y quizás hasta
no veraz del nombre de Jesucristo y de su obra.
4. Nuestro aporte a
la confusión o a la claridad Bíblica
Hemos de atender al hecho que los cristianos podemos poner
nuestro grano de arena a la claridad bíblica o a la confusión con lo que
hacemos u omitimos hacer. Casi que, en muchos casos, cuando no se nos escucha,
la Biblia que muchos leerán somos nosotros. Así, nuestra presencia o ausencia
en ciertos espacios, nuestra participación o reservas en otros programas,
define ante los ojos de muchos el contenido de nuestras creencias. No es todo
lo que deberíamos hacer, pero al menos esta es una realidad. Ahora, no es un
secreto que esta época tiene un contenido sumamente comercial y materialista.
Casi que el aspecto religioso de esta celebración tiene que competir para no
ser eclipsado por el materialismo si no es que se ha sabido adaptar para no
desaparecer en medio de comidas, regalos y parrandas. Si a esto le suma ese
aspecto impreciso de celebrar el nacimiento del Señor en una época altamente
cuestionable, en medio de un contexto bien enrarecido, entonces dicha
celebración es un aval ¿A qué? Al final usted debe responder si quienes le acompañan
han quedado más claros con el evangelio, su origen, sus métodos y fines o si
usted ha aportado más para la confusión y disipación de la mente carnal.
Aquí es útil nuevamente citar a Calvino:
“Por lo tanto, pongamos atención
a lo que Miqueas dice aquí, que Dios no debe solamente despojar cosas que son
malas en sí mismas, sino debe también eliminar todo que pueda fomentar la
superstición. Una vez que hayamos entendido eso, ya no más encontraremos
extraño que Noel no es guardado el día de hoy, pero que en el domingo
celebramos la Cena del Señor y recitamos la historia de la natividad de nuestro
Señor Jesucristo. Para aquellos que apenas conocen de Jesucristo, que debemos
estar sujetos a él, y que Dios quita todos estos obstáculos que nos previenen de
llegar a él, esta gente, digo, van a apretar sus dientes. Vinieron aquí a la
espera de una celebración con una intención equivocada, pero se irán con una
total insatisfacción”.
5. La Iglesia como
Columna y Baluarte de la verdad
No podemos olvidar que si esto es verdad como cristianos
individuales frente a nuestras familias y amigos, el asunto se vuelve mayor
cuando obramos como iglesia, como Columna y Baluarte de la verdad, pues como
tal, nuestra función es la de recibir, guardar, preservar y comunicar la verdad
de Dios, por lo que comunicar formal y públicamente algo que no creemos o
prestarnos para la confusión doctrinal o dar un respaldo implícito y otras
veces explicito, al mundo materialista y sus festividades mundanas, es algo que
haríamos en detrimento de nuestro llamado como iglesia. Si alguien visitara
nuestra iglesia y encontrara la ambientación tradicional decembrina o las
costumbres tradicionales de la época ¿Estaríamos honrando nuestro llamado?
¿Podríamos decirle que a pesar de saber y entender que el Señor no nació en
esta época o al menos en ese día especifico, y a pesar que creemos en el
principio regulador de la iglesia y de los cultos, aun así, hemos instituido
una reunión en nuestra libertad y que si bien, al parecer estamos apoyando
ciertos asuntos algo mundanos o culturales en la iglesia, los apoyamos desde
una perspectiva sobria y bíblica?
Implicando las
verdades
Déjeme por favor, representar una historia ficticia que me
facilitará poner sobre su mente los asuntos contradictorios a los que nos
arrojamos cuando persistimos en la observancia religiosa de la Navidad y su
celebración arbitraria:
Santiago es un hombre que ha sido convertido a la fe, y le
pesa ver a sus amigos en la religión popular, tener una confusión religiosa que
se hace patente en Navidad, donde se mezclan aspectos tradicionales religiosos,
idolátricos, con la bebida, la inmoralidad y la codicia. De manera que en
aquellas conversaciones que surgen para esta época, él se ha propuesto
hablarles a los suyos del verdadero significado de la Navidad, pues él mismo ha
decidido que llegada la fecha, va a meditar sobre este verdadero significado
con su familia y claro, impulsado por su iglesia que otro año más, ha adornado
el templo y ha destinado los sermones decembrinos específicamente, como cada
año, a predicar sobre el verdadero significado de la navidad.
“- Queridos amigos, hoy deseo
hablarles del verdadero significado de la Navidad, de lo que corresponde a
una verdadera celebración navideña, dice. Aunque sabemos que esta fecha no
corresponde a la época real donde nació el Señor Jesucristo, es una fecha
arbitraria y ficticia, pues ni la Biblia está interesada en darnos tal fecha,
aun así, deseo hablarles de “verdadero” significado. Yo también celebro navidad
en una fecha que sé que no es la que corresponde al natalicio de Cristo, pero,
en fin, les enseñaré el verdadero significado de la navidad”.
“-Ahora, prosigue exhortando a
sus familiares y amigos, -su celebración religiosa de la navidad con imágenes
en su pesebre y ritos es idolatría, ya que sus ritos e idolatría no han salido
de la Palabra de Dios como una enseñanza, sino que son invenciones de hombres,
por eso al ir a las novenas, rezar y dirigirse a las iglesias en estas fechas,
ustedes muestran su idolatría. Yo les quiero enseñar
el verdadero significado de la navidad, aunque mi iglesia y yo mismo
hacemos una celebración navideña que sabemos que tampoco está enseñada en la
Biblia, sabemos que ni los apóstoles ni ningún registro del Nuevo Testamento
avala la observancia de una fecha especial, salvo el día del Señor, aun así,
les quiero enseñar el verdadero significado de la navidad”. “Yo
también, aclara él, hago lo que ustedes hacen, pongo mi árbol navideño, doy
regalos, hacemos culto navideño, cena navideña, aun así, déjenme esta vez
enseñarles el verdadero significado de la navidad. Parece que exactamente
y hago lo mismo que ustedes, pero no es así, como soy evangélico, yo sí sé
el verdadero significado de la navidad….”.
Creo que usted entiende lo que deseo remarcar. Para que un
cristiano celebre la navidad, debe pasar por encima de aquello que critica en
otros, entrar en serias contradicciones, en medio de las cuales quiere levantar
su defensa de “la verdadera navidad” (Fecha ficticia, rito o celebración religiosa no regulada por la Biblia, sin sustento en la practica apostólica y de la primera iglesia, el uso liviano y descuidado del nombre de Dios y lo relacionado con Él, el aporte a la confusión religiosa en esta época). Nosotros podemos llegar a tener el
equivalente "evangélico" de una tradición católica romana,
pues muchas veces nos escandalizamos de un pesebre recostándonos sobre
nuestro árbol navideño. Es solo una metáfora, pero espero la
considere.
Y medite en esto, no es que no creamos en que el nacimiento,
muerte y resurrección de Cristo haya sido en una época especifica. Sí que lo
creemos, son datos históricos. El punto es su celebración ritual, anual, «guardando los días, los meses y los años»,
de forma religiosa, cuando la iglesia primera, y en los primeros siglos de
iglesia, se negó a hacer tales celebraciones, conociendo de primera mano las
fechas exactas de estos acontecimientos ¿Por qué? Porque la fecha de nacimiento de
Cristo no es de tanta importancia como el hecho de su nacimiento. Es la
obra de la encarnación del Verbo lo que constituye un pilar de nuestra fe y
vida, no la fecha en sí. Hacemos de la fecha el asunto cuando el punto es el
hecho de su venida para salvación. Nos apasionan las fechas, eso le hace bien a
ese espíritu ritualista y místico que todos llevamos dentro, y la navidad
provee ese perfecto espacio para manifestar nuestra fe sin dejar de renunciar a
esa pasión natural.
Que la Celebración
tampoco le tape la boca
Ahora, lo que puede ser una pérdida por el lado de una
celebración ciega y arbitraria de la Navidad donde comprometemos la verdad,
puede también ser una realidad desde el otro extremo del espectro. Es decir,
bajo estas celebraciones tradicionales, imprecisas, extra bíblicas de la
navidad, diluimos para nosotros y para la cultura, la riqueza del significado
de la encarnación del Hijo eterno. Pero de otro lado, al parecer, muchos
individuos parecen intuir que si hay una fecha en que jamás debemos hablar del
nacimiento de Cristo es Diciembre. Se niegan a hablar con otros de este evento,
solo para no parecer que avalan la fecha. Se incomodan el hablar del nacimiento
de Cristo con otros aprovechando esta fecha, y jamás usarán en Diciembre el
púlpito para predicar del nacimiento, solo para no parecer que se han rendido
al espíritu de este mundo.
Me pregunto si ¿No es el mismo error desde el extremo
opuesto? ¿Acaso esta reacción no es ciega? ¿Acaso hay algún tema del evangelio
que esté vetado en una fecha particular? Si bien, el creyente debe tener mucho
cuidado con lo que cree, con lo que practica, con lo que avala, no implica que
tenga una restricción de hablar de Cristo y la encarnación en Diciembre. El
espíritu reaccionario tampoco glorifica a Cristo y la supremacía del evangelio,
pues Cristo debe ser proclamado siempre. Si una fecha parece adversa para
predicar el verdadero evangelio ¿Lo dejaremos de predicar? Y si en la gracia
común hay fechas más propicias para hacerlo ¿Lo dejaremos de predicar? Por
supuesto que no. Si existe una fecha donde el evangelio suene impopular
¿Abandonaremos nuestro deber? Y si existe una fecha en que predicar del
evangelio parece favorecernos ¿Omitiremos nuestro deber?
Que la fecha tampoco
lo esclavice
En esto dos asuntos deseo remarcar. El primero, que no sea el
apego a la fecha, el ambiente cultural, lo que le anime a hacer lo que hace.
Algunas personas desean justificar sus actividades “navideñas”, afirmando que
no hacen tal o cual actividad por celebración de esta fecha en especial sino
porque desean compartir con la familia, tener un momento agradable, ver su casa
decorada de cierta manera, y más. Usted sabrá qué tanto de eso es verdad si en
realidad estaría dispuesto a tener la misma actitud, alegría, iniciativa en
otras fechas de año para hacer lo mismo. Algún individuo afirmo que: “En otros
meses, reunirnos en familia, dar regalos o adornar la casa no tiene gracia”. Lo
que nos muestra que en verdad la persona está de manera irregular amarrado a
esta fecha. Apelando a su libertad cristiana, en verdad no es libre.
Pero como segundo, déjeme hablar de otro tipo
de esclavitud, y es la esclavitud reaccionaria. Es la de desechar asuntos legítimos
solo porque son hechos en la fecha decembrina. Parece que por no caer en la
esclavitud de la época, se esclaviza por el extremo opuesto. Están tan
pendientes de la fecha que van a estar esclavizados por evitar hacer lo que la
gente común hace. Se van a negar a compartir con su familia, a tener expresiones
de cariño, quizás postergar unas vacaciones, ni siquiera hablar de Cristo, para
no parecer que apoyan las celebraciones mundanas. Generalmente estas personas,
arrojan los asuntos erróneos junto con asuntos que no necesariamente son males
en sí mismos.
Quizás debemos recordar que en un sentido, la fiesta imprecisa y cultural de
la Navidad no es motivo para que el creyente coarte su libertad cristiana a la
hora de vivir. 1 Cor.8:4-6: «Acerca,
pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada
es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya
algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos
dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un
Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y
un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por
medio de él». Ahora bien,
este texto nos presenta principios de inigualable valor. Nadie debe detenerse
de comer o beber, solo porque otros comen
y beben a sus dioses o costumbres. De otro lado, los creyentes aquí
presentados, comen y beben partiendo del hecho que un ídolo no es nada en el
mundo, no partiendo que la comida fue sacrificada a un ídolo. Eso para nosotros
puede decirnos que, el creyente puede comer y beber para la gloria de Dios con
su familia en la época decembrina, sabiendo que la Navidad no es nada en sí
mismo para él, pero lo que no puede hacer es comer y beber partiendo de la celebración
de Navidad, pues eso le sería equivalente a comer la carne sacrificada a los ídolos,
precisamente porque fue sacrificada a los ídolos, lo que contradeciría el punto
de conciencia que el apóstol desea remarcar.
Los creyentes debemos
ser libres y cuidadosos
El creyente es llamado a definir las cosas en el mundo de
Dios de manera correcta. Cuando la sociedad dice que la familia es tal o cual
cosa, que el hombre es tal o cual ser o que la mujer, el trabajo, el amor y más,
son lo que ellos dicen, el creyente tiene a la mano la Palabra de Dios y su
ejemplo para definir ante el mundo la realidad de Dios. Por lo que el creyente,
al hacer uso legítimo de su libertad gloriosa, sin el temor de los mandamientos
de hombres sobre su conciencia, debe ser consciente de lo que está expresando
frente a los ojos de los demás. Deseo que por un momento deje a un lado la
fiesta de Navidad como la conocemos hoy y sus cenas, regalos y luces. Pongamos
por un momento, en ese mismo lugar la celebración de la Semana Santa. ¿Qué haríamos
en esa fecha? ¿Qué ética usaríamos para no avalar prácticas ajenas a las
Escrituras y no dar un mal mensaje a los nuestros? ¿Crees que participar en ese
contexto de ayunos, pescado en vez de carne, visitas a ciertos lugares "sagrados", les ayudaría a definir mejor la realidad en el
mundo de Dios? Quizás algunos puedan reconocer un camino mejor a la hora de actuar al usar los
mismos principios que usamos para la muerte del Señor “celebrada en Semana Santa”
y el nacimiento de Cristo “Celebrado en Navidad”.
Nuestra libertad cristiana es real, muchos asuntos tiene que
ver con el conocimiento bíblico, profundo y real que tengamos de las cosas. Así
como los corintios al saber que un ídolo
no es nada, y al comer con la motivación
de agradar al Señor, no pecaban al comer carne sacrificada a los ídolos,
gozando de manera maravillosa de su libertad en Cristo, también deberían
advertir que no en todos hay este
conocimiento y que muchas personas pueden verse mal involucradas en asuntos por
su motivación. La libertad en Cristo es un
privilegio que nos toca defender para que Cristo siempre sea el señor de
nuestra conciencia, pero la libertad no
debe ser una espada para herir de forma innecesaria a los demás. Si va a
herir, que hiera, pero no la usemos específicamente con ese fin pues ya no
andamos en la ley del amor y de la libertad que debe ser usada para servirnos
unos a otros.
Un llamado a la
prudencia
Los creyentes somos llamados para mantener y comunicar la
verdad en este mundo en el contexto del amor. Quizás creyentes verdaderos
hayan tenido que ser tanto firmes como muy
cuidadosos para explicarles a sus familias que no los van a acompañar a misas, fiestas
de bailes y borracheras, novenas, y otros asuntos. Tener la prudencia,
paciencia, gracia y amor para no ir a hacer que la verdad, aplicada sin buena
medida, venga a ser motivo de burlas o persecuciones innecesarias. Si así ha de
ser, que sea, pero que no suscitemos problemas solo por haber dado un manejo
incorrecto de la verdad. Piense lo siguiente, ¿Es buena la medicina? Por supuesto.
Pero la medicina dada en una medida que no corresponde, puede llegar a matar en vez de recuperar. Recordemos que es la verdad
en amor, es la verdad con discernimiento. Pero al fin y al cabo, la verdad va a
hacer lo que siempre hace: La diferencia entre lo erróneo y lo verdadero.
Un ejemplo de progreso
en la comprensión
Déjeme por favor mostrarle un ejemplo de un hombre que
apreciamos, y aunque sabemos que no era infalible, su posición parece tener
claridad con respecto a evitar extremos ciegos e irreflexivos en la celebración
de la navidad, yendo mucho más allá de ello. No lo cito como autoridad final y
fin de toda disputa, solo para mostrar que, en la mayor parte del pensamiento
de Spurgeon, se mantuvo en una tensión evitando el apego ciego a la tradición y
a la reacción ciega. Aun así, citaremos al comienzo un ejemplo donde no
compartimos la posición del predicador. Nos quedamos, sin embargo, con el
pensamiento maduro del príncipe de los predicadores.
Este es el sermón el Nacimiento de Cristo, del Domingo 24 de
Diciembre de 1854, que Spurgeon predicó. No podemos determinar el contexto
preciso por el que se expresó de esta manera, algo tendiente a tolerar la
celebración de la Navidad. Por supuesto que disentimos de esta aplicación, pero
si estamos citando a este predicador, debemos citarlo en todo su pensamiento:
“Ahora, una feliz Navidad a todos
ustedes; y será una feliz Navidad si tienen a Dios con ustedes. No voy a decir
nada hoy en contra de las festividades acerca de este día del nacimiento de
Cristo. Yo sostengo que, tal vez, no es correcto celebrar este día, pero nunca
estaremos en medio de aquellos que consideran un deber celebrarlo de una manera
incorrecta, así como otros lo celebran de una manera correcta. Pero mañana
reflexionaremos acerca del día del nacimiento de Cristo; nos sentimos obligados
a hacerlo, estoy seguro, independientemente de cuán vigorosamente nos aferremos
a nuestro áspero puritanismo. Y, “Así que celebremos la fiesta, no con la
vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin
levadura, de sinceridad y de verdad.” No festejen como si desearan celebrar el
festival de Baco; no vivan mañana como si adorasen una deidad pagana. Festejen,
cristianos, festejen, tienen derecho a festejar. Vayan al salón de festejos
mañana, celebren el nacimiento de su Salvador; que no les dé vergüenza estar
contentos, tienen derecho de ser felices. Salomón dice, “Anda, y come tu
pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son
agradables a Dios. En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte
ungüento sobre tu cabeza”. “La religión nunca fue diseñada Para disminuir
nuestros placeres”. Recuerden que nuestro Señor se alimentó de mantequilla y
miel. Regresen a sus casas, gocen el día de mañana; pero, en sus festejos,
piensen en el Hombre de Belén; permitan que Él tenga un lugar en sus corazones,
denle la gloria, piensen en la virgen que lo concibió, pero sobre todo piensen
en el Hombre que nació, el Hijo dado. Concluyo diciendo otra vez: “¡UNA
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS USTEDES!””.
Pero el pensamiento de Spurgeon al respecto iba madurando al
respecto, seguramente con más luz y entendimiento del tema. Un segundo ejemplo
es el sermón que predicó el 23 de Diciembre de 1855 sobre “La Encarnación y
Nacimiento de Cristo” de Miqueas 5:2. Sus palabras iniciales fueron estas:
“Esta es la estación del año
cuando, querámoslo o no, estamos obligados a pensar en el nacimiento de Cristo.
Considero que es una de las cosas más absurdas bajo el cielo pensar que hay
religión cuando se guarda el día de Navidad. No hay ninguna probabilidad que
nuestro Salvador Jesucristo haya nacido en ese día, y su observancia es
puramente de origen papal; sin duda quienes son católicos tienen el derecho de
reverenciarlo, pero no puedo entender cómo los protestantes consistentes pueden
considerarlo de alguna manera sagrado. Sin embargo, yo desearía que hubiese
diez o doce días de Navidad al año; porque hay suficiente trabajo en el mundo y
un poco más de descanso no le haría daño a la gente que trabaja. El día de
Navidad es realmente una bendición para nosotros; particularmente porque nos
congregamos alrededor de la chimenea de nuestra casa y nos reunimos una vez más
con nuestros amigos. Sin embargo, aunque no seguimos los pasos de otras
personas, no veo ningún daño en que pensemos en la encarnación y el nacimiento
del Señor Jesús. No queremos ser clasificados con aquellos que: “Ponen más
cuidado en guardar el día de fiesta de manera incorrecta, Que el cuidado que
otros ponen para guardarlo de manera correcta”.
En la mañana del domingo 24 de diciembre de 1871, titulando
“El Gozo Nacido en Belén,” Spurgeon comenzó su sermón con estas palabras, lo
que nos muestra, creo, su pensamiento maduro:
“No tenemos un respeto
supersticioso por los tiempos y las estaciones. Ciertamente no creemos en la
presente disposición eclesiástica llamada Navidad; primero, porque de ninguna
manera creemos en la misa, sino que la aborrecemos, ya sea hablada o cantada en
latín o en inglés. Y en segundo lugar, porque no encontramos ninguna base en la
Escritura para guardar algún día como el del nacimiento del Salvador. Y
entonces, como no es por autoridad divina, su observancia es una superstición.
La superstición ha fijado de la manera más concluyente el día del nacimiento de
nuestro Salvador, aunque no exista la posibilidad de descubrir cuándo ocurrió
realmente. Fabricio nos da un catálogo de 136 diferentes opiniones de eruditos
sobre el asunto. Y diferentes teólogos inventan diversos argumentos de peso
para abogar por una fecha en cada mes del año. No fue sino hasta mediados del
siglo tercero que una parte de la iglesia celebró la natividad de nuestro
Señor; y no fue sino mucho tiempo después que la iglesia de occidente había puesto
el ejemplo, que la iglesia oriental adoptó esa celebración. Puesto que el día
es desconocido, la superstición lo ha determinado. A pesar de que el día de la
muerte de nuestro Salvador podría determinarse con mucha seguridad, la
superstición mueve la fecha de su observancia cada año. ¿Acaso existe un método
en la locura de los supersticiosos? Probablemente los días santos fueron
establecidos para ajustarse a los festivales paganos. Nos aventuramos a afirmar
que si hay algún día del año del cual podemos estar muy seguros que no fue el
día en que nació el Salvador, es el veinticinco de diciembre”.
Pero el predicador muestra la libertad tanto de las
tradiciones religiosas como de un espíritu reaccionario cuando afirma
seguidamente:
“Sin embargo, como la corriente
de los pensamientos de la gente ya está encauzada por ese camino y yo no veo
ningún mal en esa corriente en sí misma, orientaré la barca de nuestro sermón
hacia esta corriente y haré uso de ese hecho, que no voy a justificar ni
condenar, intentando conducir los pensamientos de ustedes en la misma
dirección. Puesto que es legítimo y digno de elogio meditar en la encarnación
del Señor en cualquier día del año, no está en el poder de las supersticiones
de otros hombres, convertir tal meditación en impropia el día de hoy. Entonces,
sin importar el día, demos gracias a Dios por el don de Su Hijo amado”.
Hasta aquí las citas de Spurgeon.
Conclusión
La vida cristiana incluye el discernimiento bíblico. En este
camino de aprender a aplicar la Palabra de Dios, debemos tratar de ser
sensibles a la estatura del conocimiento y al grado de luz que algunos hermanos
tienen y que se refleja en sus prácticas. Si bien, no es bueno ni seguir andar
la vida cristiana con la mente en blanco, tampoco es bueno andar con la sierra
de la división en la mano para amputar y separarse de hermanos que no parecen
tener la misma luz al respecto, no al menos mientras no hayamos agotado en amor
y paciencia otras instancias. Si bien, los unos y los otros, al menos en
teoría, estamos del lado de no querer ser mundanos ni parecerlo, vale la pena
tener la valentía de aplicar Rom.12:2 y Ef.5:10 a nuestra vida, al costo que
esto represente: «No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis, cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta’ y ‘comprobando lo que es agradable al Señor».
Hch 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
ResponderEliminarSOLI DEO GLORIA
Saludos querido pastor. Gracias por dejarse usar por el Señor para traer luz y discernimiento al respecto. Es muy importante lo que destaca del peligro de los extremos peligrosos que podemos adoptar en estos días: no querer hablar de la encarnación del Señor Jesucristo en estos días para no parecer religiosos o amigos del mundo, así como atacar a los hermanos que no tienen luz al respecto y practican esta celebración sin un discernimiento claro de lo que enseña la Palabra de Dios. Permiso para compartir.
ResponderEliminarGracias amado pastor, por traer luz a este tema, el Señor lo bendiga.
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