lunes, 18 de diciembre de 2017

CELEBRAR O NO CELEBRAR ¡ES ESA LA CUESTIÓN!

Cada fin de año abundan entre los cristianos varios escritos y defensas de las posturas particulares, concernientes a si un cristiano debería celebrar o participar en la celebración de la Navidad. Bueno, aquí está otro artículo.

Antes de proseguir permítame aclarar tres asuntos de la mayor importancia, sabiendo que el tema no es tomado por todos con la misma fuerza y emoción:

1. Quien escribe lo hace desde una perspectiva pastoral, buscando no solo señalar ciertas cosas como erradas sino deseando la persuasión de las conciencias que luego resulte en cambios juiciosos.  Por ello no empezaré este escrito tildando a alguno de descendiente espiritual de los celtas o llamándole pagano o mundano acérrimo o católico romano. Si ese es su espíritu o espera que sea el mío, se irá desilusionado, creo que las cosas pueden ser instructivas y mi mayor deseo no es tanto denunciar como orientar bajo los principios de la Palabra de Dios.

2. Seguramente mi respuesta parecerá muy fuerte para algunos y se vean tildados a etiquetar sobre esta explicación: ¡Legalismo! Para otros pareceré muy blando y seré etiquetado como ¡Mundano! Pero espero que pueda sacar la mayor utilidad en lo que con meditación bíblica considere correcto y pueda en paz, disentir conmigo en algunos puntos o coincidir, pero porque vio el principio bíblico y no solo por la coherencia argumental que pueda ver aquí. Pero con todo, esperamos que los creyentes aprendamos a lidiar con el entendimiento particular que de este tema puedan tener los demás mientras les ayudamos a ver mejor los principios.

3. Tenga paciencia, pues en la procura de un mayor entendimiento bíblico en algún tema la inmediatez no es buena consejera. Muchos asuntos no son entendidos por el ánimo de desear la respuesta instantánea a cuestiones en las que se deben tener en cuenta muchísimas cosas que no van a surgir de forma inmediata. No saque conclusiones apresuradas ni finales hasta no leer todo este escrito, le animo a no asumir y etiquetar a primera las cosas, para su provecho.

En primer lugar, trataré de identificar de manera breve las posturas que he logrado reconocer entre los cristianos. No intento caricaturizar a nadie, no es el espíritu de este escrito, solamente el lograr identificar en líneas muy generales las diversas posturas que se tienen en cuanto a la celebración de la Navidad. A veces resulta que adquirimos más y más luz, al tratar de entender las posturas del otro y no solo combatirlas irreflexivamente y es la idea aquí. Espero que este sea el caso también para usted y su postura final considere lo que cristianos como usted y yo, piensan al respecto.

El que ha tomado una visión despistada o irreflexiva
Hablamos del que jamás había pensado si debería tener una postura. Casi que preguntarle el porqué de su celebración hará que sus neuronas choquen de manera no convencional y se sienta mal. Su práctica común es que llegado el mes de Diciembre, se encamina alegre hacia donde todo el mundo a su alrededor se encamina. No ha meditado sobre el tema si es que como cristianos necesitamos, aun en estas cosas, tener una base bíblica. Este creyente evitará estas reflexiones porque, entre otras cosas, está asombrado que haya extraños cristianos de tendencia Grinch que tengan objeciones contra tal celebración. Él no ve nada de malo en aunarse al contexto de la época y posiblemente en su iglesia se celebre la Navidad, todos asumiendo que es una época para celebrar. Sencillamente no ve nada de malo, claro, con una visión muy general de las cosas. Este cristiano nos dirá ¡Feliz Navidad! O ¡Felices fiestas! Quizás este mismo individuo diga palabras como “¿Qué nos traerá el próximo año?”, evidenciando su apego irreflexivo a estas épocas.

El que asume que ha tomado una posición bíblica
Para muchos creyentes, el hecho que el nacimiento de Cristo se encuentre registrado en las Escrituras, es suficiente para hacerlo motivo de celebración decembrina y establecer de manera personal y hasta eclesial, una festividad. Es decir, para ellos el asunto es muy fácil: En la Biblia se habla del nacimiento de Cristo, en Diciembre se celebra este nacimiento, por lo que celebrarán en Diciembre este nacimiento. Estos creyentes abogarán porque mientras la celebración se mantenga dentro del verdadero significado de la Navidad (El nacimiento del Salvador), es legítima. Otros han sido aún más osados tratando de rastrear en la historia evangélica la legitimidad de esta celebración y hasta han encontrado a San Nicolás entre los padres de la Iglesia. Este creyente solo tendrá ligeras objeciones en que la navidad se enfoque en celebraciones y regalos, pero no tendrá inconveniente en que se celebre, si el centro es exaltar a Cristo y recordar su nacimiento, así sea en medio de natilla*, buñuelos**, galletas, pavos y ponches.

* Postre típico en ciertas regiones en épocas decembrinas.
** Panecillos típicos en ciertas regiones en épocas decembrinas.

El que ha tomado una postura religiosa
Aquí encontramos individuos que creen que todos los cristianos estamos religiosamente obligados a observar anualmente los eventos del natalicio del Salvador, casi elevando la celebración de la navidad a un rito instituido para los cristianos. Ellos observarán con la mayor rigurosidad que se pueda esta fecha, como lo instituido para la cristiandad. Ellos se asombran que iglesias no tengan el “Culto Navideño”, o que para algunos estas fechas no signifiquen demasiado. Esta fecha no puede quedar inadvertida, piensan, y casi que nos llaman a tener algún tipo de piedad particular o expresiones devocionales singulares. Si bien, ya no andan por el lado de las novenas frente al pesebre, desean rescatar el espíritu cristiano detrás de estas celebraciones e instituyen en su vida o en la de sus iglesias, un sistema paralelo de las novenas de aguinaldos*. Seguramente también son cristianos enseñados a tener un momento de reflexión por la Semana Santa y hasta llevar a cabo ritos particulares de vigilias y ayunos.

* La Novena de Aguinaldos​ es una costumbre católica, arraigada sobre todo en Colombia, Venezuela y Ecuador, relacionada con la festividad de Navidad. Es análoga a las Posadas que se celebran en México y Centroamérica. Se trata de una oración rezada durante nueve días (novena) en la época previa a la Navidad (época de aguinaldos).

El que ha adoptado una postura de reproche y denuncia
Parece ser una postura reaccionaria, aunque para ellos es la postura cristiana. Muchos cristianos han visto la manera en que el mundo ha permeado muchas veces la iglesia y aquí ven una de las mayores. Ayudados por cierta documentación histórica, se esforzarán por demostrarle que dicha celebración es tan pagana como el Halloween, y que, como cristianos, debemos separarnos de todo lo mundano. Le hablarán de la innegable relación de las fechas de Navidad con celebraciones paganas, de la relación del paganismo con el árbol, de los regalos y de los orígenes oscuros de papá Noél. Y ya que la Biblia nunca enseña que los cristianos debemos celebrar la Navidad, ni mucho menos en una época donde, la verdad sea dicha, no fue la época del nacimiento del Señor, es completamente ilegitima y mundana, tal celebración. Estos cristianos pueden llegar a “meter todo en una misma bolsa” y llegar a prohibir con fuerza cualquier tipo de reunión familiar, comida y hasta conversación del Nacimiento en Diciembre mostrando así que no se están conformando al mundo.

El que ha adoptado una postura pragmática
Aquí están creyentes que pueden llegar a entender que esta celebración no está ordenada en las Escrituras, que no corresponde a la fecha del nacimiento del Señor Jesús, que esta celebración se presta para los excesos, aun entre cristianos, comprenden que hay gente irreflexiva o radical en esto, pero este cristiano no se quiere enredar en si se debe o no celebrar la Navidad, va a aprovechar la fecha para reunirse en familia, evangelizar, dar regalos, etc. Para ellos, no necesariamente existe un pecado en tal celebración, desde que se mantenga en una línea modesta, pero va a fijarse más bien en el provecho que se le pueda sacar, llámese provecho familiar, social, y hasta evangelístico. Muchos se han aunado a esta postura tratando de aprovechar lo bueno que en la gracia común épocas y fechas como estas traen a la humanidad y no se complicarán en nada mientras mantengan una línea sobria. Posiblemente apelarán en este caso a la libertad cristiana, a esos asuntos que, al no estar regulados por la Palabra de Dios, cada cristiano es libre de practicar o no, según la conciencia con que lo haga.

Está el creyente que deja a un lado su profesión de fe en esta época
Y aunque nos parezca singular, existen individuos que hacen una pausa de piedad para Diciembre y contemporizan tan descaradamente con el mundo que en verdad siembran dudas de su participación en Cristo. Si hay que comer hasta reventar, se come, si hay que beber, se bebe, si hay que bailar se baila, si hay que derrochar los recursos que Dios nos permitió ganar, se gastan, si se aporta para el estímulo de la mundanalidad, las codicias, se hace. Pasadas las festividades, vuelve a retomar su profesión de fe como si nada hubiese pasado, suspirando que tal vez el año se pase tan rápido para volver a este círculo. Este individuo manifiesta que su felicidad mayor proviene de fechas, regalos, familia y al parecer, deja a un lado a convicción profunda, el congregarse, orar, ofrendar, testificar, ser modesto, sobrio y prudente, estas son cosas que luego va a retomar cuando pasen los momentos de celebración. Parece que ve en Diciembre un salvoconducto divino para expresar sus pasiones reprimidas los once meses anteriores.

Por supuesto que entiendo que en la vida cristiana las cosas no se delinean tan fácil, habrá cristianos que estén entre una y otra postura, que no se hayan sentido tan bien identificados con una etiqueta, pero en general, espero haber sido justo con el pensamiento de la mayoría de hermanos, sin distorsión ni ironías. Pero ¿Podemos andar en un camino bíblico en esto? Esperamos que sí. Ahora bien, el asunto no es tan sencillo de delimitar, pues si la norma fuera como tal que vamos a celebrar solo aquello que esté estipulado en las Sagradas Escrituras, no solo la celebración de la Navidad quedaría fuera por no encontrarse en la Biblia, sino que el creyente tendrá que resolver las cuestiones de aniversarios, cumpleaños, días feriados, y conmemoraciones civiles y otras, que al igual que la Navidad no encuentran un respaldo en la Biblia. Puede ser que entonces algunos cristianos opten por no celebrar nada si es que así concluyen, pero no necesariamente deberían imponer, en el sentido de las conmemoraciones civiles, su criterio a otros.

Una ayuda preliminar
La distinción esencial entre fiestas civiles y fiestas religiosas
Quizás empecemos a dar luz si somos sensibles a los diferentes tipos de celebración que hay. Permítame primeramente aclarar previamente que la palabra ‘celebrar’, está definida como la conmemoración de un acontecimiento a través de un acto, sea una reunión, ceremonia o fiesta. Aquí y para nuestro provecho, hay que diferenciar fiestas civiles de fiestas religiosas ya que la Palabra de Dios nos señala algunos lineamientos en cuanto a ambas y las trata de forma particular, es decir, no las rige igual sino con principios singulares.

Las fiestas civiles, particulares, personales, son cuestiones de gustos, libertad, opinión. Entre las fiestas civiles podemos situar cumpleaños, aniversarios, fiestas patrias, y otras similares como conmemoraciones que, aunque no sean fiestas institucionalizadas, corresponden a un honor que se brinda a algo o a alguien. Por supuesto que entre las festividades civiles puede haber un componente ilegitimo, si así se quiere ver, pero no en la celebración en sí sino en la manera que hacemos de, por ejemplo, la Patria, el matrimonio o la vida misma, ídolos a los que nos hincamos de forma religiosa. Sin embargo, a nivel civil, un reconocimiento general con afecto cristiano, una conmemoración de lo que Dios ha hecho en la historia trayendo ciertas libertades civiles y religiosas a los pueblos, reconocer y alegrarse especialmente por un año más de la preservación de la vida o de matrimonio, tener cierta deferencia al recordar con aprecio el gobierno de Dios en la historia en una nación, pudiera ser hecho de manera que no contradiga nuestros principios bíblicos y la honra que le debemos a Dios, lo que jamás deberíamos traspasar.

Fiestas religiosas son aquellas que tienen, esencialmente, un componente religioso que es precisamente el que se celebra o conmemora. Y aquí quizás nos demos alguna luz, porque esencialmente no es igual la conmemoración de la independencia de una nación que de la asunción de la virgen, ni es igual la celebración de un cumpleaños que las fiestas del sagrado corazón. Lo que se remarca aquí es que las fiestas religiosas tienen como base o punto de partida un evento religioso inherente, es el motivo en sí de la celebración, es el sin qua non, el asunto sin el cual la celebración misma no tiene sentido.

Ubicando el aporte de Romanos 13
El apóstol Pablo, iniciando el tema de las responsabilidades civiles de un cristiano, nos enseña en Romanos 13 a andar como ciudadanos de este mundo de manera que demos a cada cual lo que le debemos, sean tributos, sea honra. Rom.13:7: «Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra». Por supuesto que, como afirmábamos antes, esta honra debe ser dada como una expresión de amor a Dios y al prójimo, y sin buscar dar rienda suelta a los deseos de la carne o buscando expresar principios que vayan en contra de la voluntad de Dios como la idolatría (Cf. vv.9-14). Note que la libertad cristiana aquí expresada, no es una libertad absoluta o sin escrúpulos, sino una bajo principios de amor y santidad en el sentido de «vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne» (v.14).


En este mismo contexto, el apóstol Pablo, en Romanos 14, exhorta a que en la iglesia deberíamos aprender a recibirnos entre cristianos sin hacer de los asuntos de libertad cristiana un conflicto, como lo afirma el v.3: «El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido». Y atiéndase aquí que el texto a continuación está en el marco más general de las demandas cristianas y de las cuestiones de opiniones. La diferencia aquí es crucial, pues en lo que la Biblia ordena y enseña, ya sea de manera clara o por sus necesarias implicaciones, el concepto de libertad no es el que aplica, sino el de la obediencia. Pero en asuntos donde no hay una revelación específica de la voluntad de Dios ya sea explícita o mediante sus implicaciones necesarias (Como es el caso de Romanos 13), solamente podemos regirnos por principios generales de las Escrituras y por un sentido cristiano de nuestra libertad cristiana. De ahí la importancia de reconocer el contexto de Romanos.


Pues es en este contexto y no en el contexto de la observancia clara de la ley moral, dice Rom.14:3-8: «El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos».

La Gran Diferencia, las celebraciones religiosas

Aquí espero que empiece a notar el punto: que esencialmente no es igual una celebración, homenaje o recordatorio de un asunto indiferente o de opinión como lo puede llegar a ser un asunto civil, que una festividad o conmemoración religiosa, por exactamente el asunto religioso involucrado y las implicaciones que celebrar un asunto religioso conlleva. Los asuntos religiosos corresponden a otro ámbito que supera los asuntos más generales y de opinión y tendremos que ir a textos que hablen de dicho tema para entender su regulación. Además, porque a nivel propiamente religioso, esperamos que sea la Palabra de Dios la que nos señale de manera específica los asuntos de devoción y culto, no sea que nos veamos sorprendidos en la implementación de cultos o festividades no instituidas por el Señor y así, caer en la idolatría.

La institución de festividades religiosas
¿Deberíamos, a la luz de esto, celebrar de manera religiosa, instituida formalmente para los creyentes la Semana Santa, el Pentecostés, la Navidad y otras, ya que fueron obras de Dios en la historia? Deseo que considere que, si bien, como iglesia creemos que hubo un momento histórico en el que el Señor Jesús nació, fue a la cruz, y envió su Espíritu, también es cierto que, en la categoría de celebraciones religiosas, la única celebración formal, instituida y demandada al pueblo de Dios es el Día del Señor. Es en la adoración corporativa (como un cuerpo) del pueblo de Dios en el Día del Señor, donde en sentido regular alabamos al Dios y Padre por la Persona y obra de su amado Hijo y por el ministerio del Espíritu Santo, no confinando a ciertas épocas el recordatorio afectivo y cultico de este, que es el fundamento de nuestra fe.

Como verás, la iglesia primera, estando aún más cerca de estos acontecimientos, y conociendo de primera mano “las fechas” en que estos asuntos fueron realizados, perseveraban en asuntos muy específicos: «…en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones» (Hch.2:42), y en la institución semanal y formal en día del Señor. Puedes repasar todo el Nuevo Testamento y notarás la ausencia de la observancia corporativa de “Festividades religiosas” aparte del Día del Señor. En otras palabras, ¿Para qué la iglesia celebraría en épocas específicas lo que podía y debía reconocer cada vez que se reunieran en culto el Día Santo? Al contrario ¿No señala el Nuevo Testamento el error de instituir el ‘culto voluntario’ de carácter religioso? (Cf.Col.2).

La institución de festividades religiosas por parte de la iglesia o la observancia religiosa de una fecha por parte de la iglesia, lo hace en detrimento del principio que regula la iglesia el  cual señala que aquello que hacemos como iglesia debe ser positivamente revelado en las Escrituras y no simplemente estar prohibido (lo que corresponde al principio normativo de la iglesia no observado por los reformadores). El establecimiento arbitrario de festividades religiosas para que la iglesia las observe, aparte de lo que Dios ha revelado en su Palabra para ser observado o practicado, es una invención humana impuesta sobre las conciencias de los creyentes, sobre lo que el Nuevo Testamento no guarda silencio. 1 Tim.3:14-15 afirma: «Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad». El apóstol se asombra y reprende a los Gálatas, porque ellos querían volver a la observancia de ritos religiosos de los que ya habían salido: «Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros» (Gal.4:8-10).

En estos textos es claro que el tema no son los asuntos indiferentes, los asuntos de conciencia o de opinión ni los asuntos civiles, sino asuntos religiosos, de prácticas religiosas, ritos y cultos establecidos. La Palabra de Dios nos instruye, en consecuencia, que, en cuanto al servicio formal, religioso o cultico al Señor, Él tiene la prerrogativa de ordenar qué debe practicar la iglesia, en donde por supuesto, la iglesia no puede tomar un día y establecerlo como una festividad religiosa a su arbitrio. Aquí es muy útil el comentario de Calvino en su sermón de Miqueas 5 cuando exhortó a quienes habían asistido a la iglesia para la observancia religiosa de la Navidad ese domingo: 

“¿Pensaban que estarían honrando a Dios? Consideren qué tipo de obediencia a Dios vienen mostrando. En sus mentes, están celebrando un día santo para Dios, o convirtiendo el día de hoy en uno […] Porque no hay un día superior a otro. No importa si recordamos la natividad de Nuestro Señor en un miércoles, jueves, u otro día. Pero cuando insistimos en establecer un servicio de adoración basado en nuestros caprichos, blasfemamos a Dios, y creamos un ídolo, aunque lo hayamos hecho en el nombre de Dios. Y cuando adoran a Dios en la ociosidad de un espíritu de día santo, ese es un pecado pesado de llevar, y uno que atrae a los demás al respecto, hasta que llegamos a la altura de la iniquidad”.

Ahora, ¿La celebración Navideña, como la celebración de Semana Santa o el Pentecostés corresponden a celebraciones civiles, indiferentes, de opinión, a asuntos de conciencia donde aplica la libertad cristiana? O ¿Corresponde a una celebración religiosa, de contenido religioso, basada en un asunto religioso? ¿Hablamos aquí de conmemoraciones religiosas o culturales sin ninguna relación religiosa? Y además ¿Corresponden a un mandato bíblico para los creyentes? ¿Habría una diferencia entre lo que celebramos como iglesia y lo que podemos celebrar de manera particular? No hay ninguna duda que la misma palabra Navidad evoca el nacimiento de Jesucristo. Que cristianos le den  un tinte particular, que el mundo lo haya comercializado, no eclipsa el que esta sea una celebración que toma como punto de partida un evento religioso muy sentido y especial para los cristianos. Ahí, creo, está la dificultad y lo que nos debe llevar a mayor discernimiento.

Una ayuda secundaria
Ahora bien, debido a que no podemos desligar la celebración de la Navidad de su obvio punto de partida, empecemos el discernimiento de estos asuntos desde lo más obvio, lo que buscará encaminar nuestro andar para estas épocas.

1. La celebración de la Navidad es una celebración imprecisa
Cada uno debe tener en cuenta que la celebración decembrina del nacimiento de Cristo corresponde a una fecha arbitrariamente establecida, de orígenes culturales o culticos tradicionales, y que no corresponde a la fecha en que el Salvador Jesucristo nació en verdad. Trate de averiguar, aun por los exegetas más juiciosos el tiempo del Nacimiento y verá que el  asunto  es muy complejo de determinar. Es más, creemos que la Biblia, de forma deliberada escondió esa fecha de nuestro entendimiento. Imagine que, si tenemos tanta idolatría ignorando el día exacto del nacimiento del Salvador, ¿No tendríamos una “serpiente de bronce” conociendo el día exacto de su natalicio? Así que es mejor que sea cuidadoso en lo que usted hace, recomienda o exhibe ante otros, pues creo que lamentaría que otros lleguen a la conclusión que su creencia en este aspecto es la de estar cierto de la fecha del nacimiento de Cristo o de afirmar a los no creyentes o a creyentes inmaduros en algo que usted sabe que no es cierto: Que en Diciembre nació el Cristo y que estamos celebrando su cumpleaños. Usted debe estar bien claro que entiende que esta fecha es arbitraria y que no tenemos datos específicos para fechar el día del nacimiento de Cristo. Entonces celebrar el nacimiento en Navidad ¿No es de lo más impreciso y arbitrario que podemos hacer? ¿No estamos dando un mal mensaje a propósito de rescatar “el verdadero significado de la Navidad?

2. El Principio Regulador
Debemos tener en cuenta que jamás deberíamos ni siquiera dar la impresión que podemos instituir festividades religiosas para el pueblo de Dios fuera de la que ya ha sido instituida, a saber, el día del Señor. La esencia de la idolatría es adorar a otros dioses aparte o conjuntamente con el Dios de la Biblia, pero también adorar al Dios de la Biblia de maneras que Él no ha instituido. Por lo que establecer un rito, culto, de adoración a Dios que no esté prescrito, es simplemente una violación al mandamiento. Aquí será útil entender como nuestros antiguos maestros puritanos entendieron este punto en su explicación del segundo mandamiento. En la Pregunta 108 dice ¿Cuáles son los deberes requeridos en el segundo mandamiento? Y se responde:

“Les deberes requeridos en el segundo mandamiento son recibir, observar y guardar puros y completos todo el culto religioso y las ordenanzas, tales como Dios las instituyó en su Palabra […] así como también el desaprobar, detestar y oponerse a todo culto falso, y conforme al estado y llamamiento de cada uno, destruirlo, así como a todos los objetos de la idolatría”.

En la Pregunta 109 que dice ¿Cuáles son los pecados prohibidos en el segundo mandamiento? Se responde:

“Los pecados prohibidos en el segundo mandamiento son, todo lo que sea inventar, aconsejar, mandar, usar, y aprobar algún culto religioso por sabio que sea, pero que no haya sido instituido por Dios […] Todas las supersticiones engañosas, el corromper el culto de Dios, ya sea añadiéndole o quitándole, sean (supersticiones) inventadas y tomadas por nosotros mismos, o recibidas por tradición de otros, aun cuando vengan con el título de antigüedad, costumbre, devoción, buena intención o cualquier otro pretexto, la simonía, el sacrificio; toda negligencia, desprecio, impedimento, y oposición al culto y ordenanzas que Dios ha establecido”.

Esto me lleva a hacer un comentario de lo que podemos denominar “Cultos temáticos”. En mi país, desde hace algún tiempo, se ha puesto de moda que las celebraciones matrimoniales o de cumpleaños, tengan una temática. Hace algunos años usted simplemente era invitado a estos espacios, hoy la tarjeta de invitación puede decir: “Matrimonio ochentero”, “Cumpleaños del oeste” y así, cada reunión tiene una temática, una tendencia. Cada adorno, ambientación y decoración, están orientadas a estas temáticas. Pero ¿Es esto valido cuando hablamos de un culto? Por supuesto que no es mi deseo criticar o particularizar las cosas innecesariamente, pero sabemos que detrás de la sintaxis, va nuestra práctica. Si la tal es buena la práctica será buena, si la tal es mala, las prácticas se contaminarán por necesidad. Entonces ¿Es legítimo hablar de cultos de….? ¿Acaso la única palabra que debería terminar la frase “culto de”, no es la palabra “ADORACIÓN”? ¿Acaso como iglesia podemos poner temáticas a los cultos? ¿Qué vemos en las Escrituras? ¿Cómo fue la práctica apostólica y de los mejores momentos de entendimiento bíblico de la iglesia? Esperamos no estar tomando de una estructura secular, esta costumbre. Lo decimos no solo porque podemos haber hecho cultos del día de la madre, cultos de la familia y en épocas “navideñas” ¿Cultos de Navidad?

3. El uso indebido o impreciso del Nombre del Señor y lo relacionado con Él
Debemos advertir el peligro del quebrantamiento del tercer mandamiento en la celebración de la navidad. Este mandamiento nos advierte de usar el Nombre, los nombres y hasta los asuntos que se relacionan directamente con Dios de manera liviana, irreflexiva, descuidada y hasta jovial. Recordemos lo que el Catecismo mayor dice del tema en su Pregunta 112 que dice: ¿Qué exige el tercer mandamiento? A lo que responde:

“El tercer mandamiento exige que el nombre de Dios, sus títulos, atributos, ordenanzas, la palabra, los sacramentos, la oración, juramentos, votos, suertes, sus obras, y cualquiera otra cosa por lo cual él se da a conocer, sea santa y reverentemente usadas en pensamiento, meditación y) en palabra, y por escrito: por una profesión santa, una conversación intachable, para la gloria de Dios, y para el bien nuestro, y de otros”.

Y en la Pregunta 113: ¿Cuáles pecados prohíbe el tercer mandamiento? Se nos ilustra de la mejor manera:

“Los pecados prohibidos en el tercer mandamiento son, el no usar el nombre de Dios de la manera que es requerida, y el abuso del mismo por una ignorante, vana, irreverente, profana, supersticiosa, o malvada costumbre, mencionando o usando de cualquier otro modo sus títulos, atributos, ordenanzas, u obras; por blasfemia, perjurio, toda maldición pecaminosa, juramentos, votos, suertes […] la mala interpretación, aplicación, algún otro modo de pervertir la palabra o alguna parte de ella,  por chanzas profanas, cuestiones curiosas o inútiles, charlas vanas, o el sostener falsas doctrinas, en abusar el nombre de Dios, de las criaturas o de alguna cosa que está bajo de él; encantos, prácticas y concupiscencias pecaminosas; difamación, desprecio, injuria, o la oposición grave a la verdad, gracia y caminos de Dios […]”.


Ahora, si entendemos que la palabra “Navidad” significa “Natalicio” o “Nacimiento”, empezamos a ver que querámoslo o no, nuestro Señor está siendo involucrado en este asunto, porque ¿A qué nacimiento especifico nos estamos refiriendo? Y ¿En qué contexto o bajo que actividades estamos relacionando este acontecimiento? ¿En uno meramente cultural? ¿En uno sencillamente comercial? ¿En uno religioso? Y además ¿Lo estamos usando legítimamente dando una idea correcta del nacimiento de Cristo? O ¿Es más bien irreflexivo, cultural, descuidado, liviano o jovial? Esto lo afirmamos por la costumbre tradicional de desearnos una ¡Feliz Navidad! sin más ni más, signifique eso lo que signifique (si es que en el contexto específico de diciembre eso llegue a significar algo concreto). Piense si relacionar con las palabras el nacimiento de Cristo cuando con las obras y en el contexto particular en el que estamos, lo que estamos evocando son ideas bien distintas a la encarnación del Hijo de Dios y allí podemos ser reprendidos del uso liviano, irreflexivo y quizás hasta no veraz del nombre de Jesucristo y de su obra.

4. Nuestro aporte a la confusión o a la claridad Bíblica
Hemos de atender al hecho que los cristianos podemos poner nuestro grano de arena a la claridad bíblica o a la confusión con lo que hacemos u omitimos hacer. Casi que, en muchos casos, cuando no se nos escucha, la Biblia que muchos leerán somos nosotros. Así, nuestra presencia o ausencia en ciertos espacios, nuestra participación o reservas en otros programas, define ante los ojos de muchos el contenido de nuestras creencias. No es todo lo que deberíamos hacer, pero al menos esta es una realidad. Ahora, no es un secreto que esta época tiene un contenido sumamente comercial y materialista. Casi que el aspecto religioso de esta celebración tiene que competir para no ser eclipsado por el materialismo si no es que se ha sabido adaptar para no desaparecer en medio de comidas, regalos y parrandas. Si a esto le suma ese aspecto impreciso de celebrar el nacimiento del Señor en una época altamente cuestionable, en medio de un contexto bien enrarecido, entonces dicha celebración es un aval ¿A qué? Al final usted debe responder si quienes le acompañan han quedado más claros con el evangelio, su origen, sus métodos y fines o si usted ha aportado más para la confusión y disipación de la mente carnal.

Aquí es útil nuevamente citar a Calvino:
“Por lo tanto, pongamos atención a lo que Miqueas dice aquí, que Dios no debe solamente despojar cosas que son malas en sí mismas, sino debe también eliminar todo que pueda fomentar la superstición. Una vez que hayamos entendido eso, ya no más encontraremos extraño que Noel no es guardado el día de hoy, pero que en el domingo celebramos la Cena del Señor y recitamos la historia de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Para aquellos que apenas conocen de Jesucristo, que debemos estar sujetos a él, y que Dios quita todos estos obstáculos que nos previenen de llegar a él, esta gente, digo, van a apretar sus dientes. Vinieron aquí a la espera de una celebración con una intención equivocada, pero se irán con una total insatisfacción”.

5. La Iglesia como Columna y Baluarte de la verdad
No podemos olvidar que si esto es verdad como cristianos individuales frente a nuestras familias y amigos, el asunto se vuelve mayor cuando obramos como iglesia, como Columna y Baluarte de la verdad, pues como tal, nuestra función es la de recibir, guardar, preservar y comunicar la verdad de Dios, por lo que comunicar formal y públicamente algo que no creemos o prestarnos para la confusión doctrinal o dar un respaldo implícito y otras veces explicito, al mundo materialista y sus festividades mundanas, es algo que haríamos en detrimento de nuestro llamado como iglesia. Si alguien visitara nuestra iglesia y encontrara la ambientación tradicional decembrina o las costumbres tradicionales de la época ¿Estaríamos honrando nuestro llamado? ¿Podríamos decirle que a pesar de saber y entender que el Señor no nació en esta época o al menos en ese día especifico, y a pesar que creemos en el principio regulador de la iglesia y de los cultos, aun así, hemos instituido una reunión en nuestra libertad y que si bien, al parecer estamos apoyando ciertos asuntos algo mundanos o culturales en la iglesia, los apoyamos desde una perspectiva sobria y bíblica?

Implicando las verdades
Déjeme por favor, representar una historia ficticia que me facilitará poner sobre su mente los asuntos contradictorios a los que nos arrojamos cuando persistimos en la observancia religiosa de la Navidad y su celebración arbitraria:

Santiago es un hombre que ha sido convertido a la fe, y le pesa ver a sus amigos en la religión popular, tener una confusión religiosa que se hace patente en Navidad, donde se mezclan aspectos tradicionales religiosos, idolátricos, con la bebida, la inmoralidad y la codicia. De manera que en aquellas conversaciones que surgen para esta época, él se ha propuesto hablarles a los suyos del verdadero significado de la Navidad, pues él mismo ha decidido que llegada la fecha, va a meditar sobre este verdadero significado con su familia y claro, impulsado por su iglesia que otro año más, ha adornado el templo y ha destinado los sermones decembrinos específicamente, como cada año, a predicar sobre el verdadero significado de la navidad.

“- Queridos amigos, hoy deseo hablarles del verdadero significado de la Navidad, de lo que corresponde a una verdadera celebración navideña, dice. Aunque sabemos que esta fecha no corresponde a la época real donde nació el Señor Jesucristo, es una fecha arbitraria y ficticia, pues ni la Biblia está interesada en darnos tal fecha, aun así, deseo hablarles de “verdadero” significado. Yo también celebro navidad en una fecha que sé que no es la que corresponde al natalicio de Cristo, pero, en fin, les enseñaré el verdadero significado de la navidad”.

“-Ahora, prosigue exhortando a sus familiares y amigos, -su celebración religiosa de la navidad con imágenes en su pesebre y ritos es idolatría, ya que sus ritos e idolatría no han salido de la Palabra de Dios como una enseñanza, sino que son invenciones de hombres, por eso al ir a las novenas, rezar y dirigirse a las iglesias en estas fechas, ustedes muestran su idolatría. Yo les quiero enseñar el verdadero significado de la navidad, aunque mi iglesia y yo mismo hacemos una celebración navideña que sabemos que tampoco está enseñada en la Biblia, sabemos que ni los apóstoles ni ningún registro del Nuevo Testamento avala la observancia de una fecha especial, salvo el día del Señor, aun así, les quiero enseñar el verdadero significado de la navidad”. “Yo también, aclara él, hago lo que ustedes hacen, pongo mi árbol navideño, doy regalos, hacemos culto navideño, cena navideña, aun así, déjenme esta vez enseñarles el verdadero significado de la navidad. Parece que exactamente y hago lo mismo que ustedes, pero no es así, como soy evangélico, yo sí sé el verdadero significado de la navidad….”.

Creo que usted entiende lo que deseo remarcar. Para que un cristiano celebre la navidad, debe pasar por encima de aquello que critica en otros, entrar en serias contradicciones, en medio de las cuales quiere levantar su defensa de “la verdadera navidad” (Fecha ficticia, rito o celebración religiosa no regulada por la Biblia, sin sustento en la practica apostólica y de la primera iglesia, el uso liviano y descuidado del nombre de Dios y lo relacionado con Él, el aporte a la confusión religiosa en esta época). Nosotros podemos llegar a tener el equivalente "evangélico" de una tradición católica romana, pues muchas veces nos escandalizamos de un pesebre recostándonos sobre nuestro árbol navideño. Es solo una metáfora, pero espero la considere.

Y medite en esto, no es que no creamos en que el nacimiento, muerte y resurrección de Cristo haya sido en una época especifica. Sí que lo creemos, son datos históricos. El punto es su celebración ritual, anual, «guardando los días, los meses y los años», de forma religiosa, cuando la iglesia primera, y en los primeros siglos de iglesia, se negó a hacer tales celebraciones, conociendo de primera mano las fechas exactas de estos acontecimientos ¿Por qué? Porque la fecha de nacimiento de Cristo no es de tanta importancia como el hecho de su nacimiento. Es la obra de la encarnación del Verbo lo que constituye un pilar de nuestra fe y vida, no la fecha en sí. Hacemos de la fecha el asunto cuando el punto es el hecho de su venida para salvación. Nos apasionan las fechas, eso le hace bien a ese espíritu ritualista y místico que todos llevamos dentro, y la navidad provee ese perfecto espacio para manifestar nuestra fe sin dejar de renunciar a esa pasión natural.

Que la Celebración tampoco le tape la boca
Ahora, lo que puede ser una pérdida por el lado de una celebración ciega y arbitraria de la Navidad donde comprometemos la verdad, puede también ser una realidad desde el otro extremo del espectro. Es decir, bajo estas celebraciones tradicionales, imprecisas, extra bíblicas de la navidad, diluimos para nosotros y para la cultura, la riqueza del significado de la encarnación del Hijo eterno. Pero de otro lado, al parecer, muchos individuos parecen intuir que si hay una fecha en que jamás debemos hablar del nacimiento de Cristo es Diciembre. Se niegan a hablar con otros de este evento, solo para no parecer que avalan la fecha. Se incomodan el hablar del nacimiento de Cristo con otros aprovechando esta fecha, y jamás usarán en Diciembre el púlpito para predicar del nacimiento, solo para no parecer que se han rendido al espíritu de este mundo.

Me pregunto si ¿No es el mismo error desde el extremo opuesto? ¿Acaso esta reacción no es ciega? ¿Acaso hay algún tema del evangelio que esté vetado en una fecha particular? Si bien, el creyente debe tener mucho cuidado con lo que cree, con lo que practica, con lo que avala, no implica que tenga una restricción de hablar de Cristo y la encarnación en Diciembre. El espíritu reaccionario tampoco glorifica a Cristo y la supremacía del evangelio, pues Cristo debe ser proclamado siempre. Si una fecha parece adversa para predicar el verdadero evangelio ¿Lo dejaremos de predicar? Y si en la gracia común hay fechas más propicias para hacerlo ¿Lo dejaremos de predicar? Por supuesto que no. Si existe una fecha donde el evangelio suene impopular ¿Abandonaremos nuestro deber? Y si existe una fecha en que predicar del evangelio parece favorecernos ¿Omitiremos nuestro deber?

Que la fecha tampoco lo esclavice
En esto dos asuntos deseo remarcar. El primero, que no sea el apego a la fecha, el ambiente cultural, lo que le anime a hacer lo que hace. Algunas personas desean justificar sus actividades “navideñas”, afirmando que no hacen tal o cual actividad por celebración de esta fecha en especial sino porque desean compartir con la familia, tener un momento agradable, ver su casa decorada de cierta manera, y más. Usted sabrá qué tanto de eso es verdad si en realidad estaría dispuesto a tener la misma actitud, alegría, iniciativa en otras fechas de año para hacer lo mismo. Algún individuo afirmo que: “En otros meses, reunirnos en familia, dar regalos o adornar la casa no tiene gracia”. Lo que nos muestra que en verdad la persona está de manera irregular amarrado a esta fecha. Apelando a su libertad cristiana, en verdad no es libre.

Pero como segundo, déjeme hablar de otro tipo de esclavitud, y es la esclavitud reaccionaria. Es la de desechar asuntos legítimos solo porque son hechos en la fecha decembrina. Parece que por no caer en la esclavitud de la época, se esclaviza por el extremo opuesto. Están tan pendientes de la fecha que van a estar esclavizados por evitar hacer lo que la gente común hace. Se van a negar a compartir con su familia, a tener expresiones de cariño, quizás postergar unas vacaciones, ni siquiera hablar de Cristo, para no parecer que apoyan las celebraciones mundanas. Generalmente estas personas, arrojan los asuntos erróneos junto con asuntos que no necesariamente son males en sí mismos.

Quizás debemos recordar que en  un sentido, la fiesta imprecisa y cultural de la Navidad no es motivo para que el creyente coarte su libertad cristiana a la hora de vivir. 1 Cor.8:4-6: «Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él». Ahora bien, este texto nos presenta principios de inigualable valor. Nadie debe detenerse de comer o beber, solo porque otros comen  y beben a sus dioses o costumbres. De otro lado, los creyentes aquí presentados, comen y beben partiendo del hecho que un ídolo no es nada en el mundo, no partiendo que la comida fue sacrificada a un ídolo. Eso para nosotros puede decirnos que, el creyente puede comer y beber para la gloria de Dios con su familia en la época decembrina, sabiendo que la Navidad no es nada en sí mismo para él, pero lo que no puede hacer es comer y beber partiendo de la celebración de Navidad, pues eso le sería equivalente a comer la carne sacrificada a los ídolos, precisamente porque fue sacrificada a los ídolos, lo que contradeciría el punto de conciencia que el apóstol desea remarcar.  

Los creyentes debemos ser libres y cuidadosos
El creyente es llamado a definir las cosas en el mundo de Dios de manera correcta. Cuando la sociedad dice que la familia es tal o cual cosa, que el hombre es tal o cual ser o que la mujer, el trabajo, el amor y más, son lo que ellos dicen, el creyente tiene a la mano la Palabra de Dios y su ejemplo para definir ante el mundo la realidad de Dios. Por lo que el creyente, al hacer uso legítimo de su libertad gloriosa, sin el temor de los mandamientos de hombres sobre su conciencia, debe ser consciente de lo que está expresando frente a los ojos de los demás. Deseo que por un momento deje a un lado la fiesta de Navidad como la conocemos hoy y sus cenas, regalos y luces. Pongamos por un momento, en ese mismo lugar la celebración de la Semana Santa. ¿Qué haríamos en esa fecha? ¿Qué ética usaríamos para no avalar prácticas ajenas a las Escrituras y no dar un mal mensaje a los nuestros? ¿Crees que participar en ese contexto de ayunos, pescado en vez de carne, visitas a ciertos lugares "sagrados", les ayudaría a definir mejor la realidad en el mundo de Dios? Quizás algunos puedan reconocer un camino mejor a la hora de actuar al usar los mismos principios que usamos para la muerte del Señor “celebrada en Semana Santa” y el nacimiento de Cristo “Celebrado en Navidad”.


Nuestra libertad cristiana es real, muchos asuntos tiene que ver con el conocimiento bíblico, profundo y real que tengamos de las cosas. Así como los corintios  al saber que un ídolo no es nada, y al comer con  la motivación de agradar al Señor, no pecaban al comer carne sacrificada a los ídolos, gozando de manera maravillosa de su libertad en Cristo, también deberían advertir que no  en todos hay este conocimiento y que muchas personas pueden verse mal involucradas en asuntos por su motivación. La libertad en Cristo es un  privilegio que nos toca defender para que Cristo siempre sea el señor de nuestra conciencia, pero la libertad no  debe ser una espada para herir de forma innecesaria a los demás. Si va a herir, que hiera, pero no la usemos específicamente con ese fin pues ya no andamos en la ley del amor y de la libertad que debe ser usada para servirnos unos a otros.

Un llamado a la prudencia
Los creyentes somos llamados para mantener y comunicar la verdad en este mundo en el contexto del amor. Quizás creyentes verdaderos hayan  tenido que ser tanto firmes como muy cuidadosos para explicarles a sus familias que no los van a acompañar a misas, fiestas de bailes y borracheras, novenas, y otros asuntos. Tener la prudencia, paciencia, gracia y amor para no ir a hacer que la verdad, aplicada sin buena medida, venga a ser motivo de burlas o persecuciones innecesarias. Si así ha de ser, que sea, pero que no suscitemos problemas solo por haber dado un manejo incorrecto de la verdad. Piense lo siguiente, ¿Es buena la medicina? Por supuesto. Pero la medicina dada en una medida que no corresponde, puede llegar a matar en  vez de recuperar. Recordemos que es la verdad en amor, es la verdad con discernimiento. Pero al fin y al cabo, la verdad va a hacer lo que siempre hace: La diferencia entre lo erróneo y lo verdadero.

Un ejemplo de progreso en la comprensión
Déjeme por favor mostrarle un ejemplo de un hombre que apreciamos, y aunque sabemos que no era infalible, su posición parece tener claridad con respecto a evitar extremos ciegos e irreflexivos en la celebración de la navidad, yendo mucho más allá de ello. No lo cito como autoridad final y fin de toda disputa, solo para mostrar que, en la mayor parte del pensamiento de Spurgeon, se mantuvo en una tensión evitando el apego ciego a la tradición y a la reacción ciega. Aun así, citaremos al comienzo un ejemplo donde no compartimos la posición del predicador. Nos quedamos, sin embargo, con el pensamiento maduro del príncipe de los predicadores.

Este es el sermón el Nacimiento de Cristo, del Domingo 24 de Diciembre de 1854, que Spurgeon predicó. No podemos determinar el contexto preciso por el que se expresó de esta manera, algo tendiente a tolerar la celebración de la Navidad. Por supuesto que disentimos de esta aplicación, pero si estamos citando a este predicador, debemos citarlo en todo su pensamiento:

“Ahora, una feliz Navidad a todos ustedes; y será una feliz Navidad si tienen a Dios con ustedes. No voy a decir nada hoy en contra de las festividades acerca de este día del nacimiento de Cristo. Yo sostengo que, tal vez, no es correcto celebrar este día, pero nunca estaremos en medio de aquellos que consideran un deber celebrarlo de una manera incorrecta, así como otros lo celebran de una manera correcta. Pero mañana reflexionaremos acerca del día del nacimiento de Cristo; nos sentimos obligados a hacerlo, estoy seguro, independientemente de cuán vigorosamente nos aferremos a nuestro áspero puritanismo. Y, “Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.” No festejen como si desearan celebrar el festival de Baco; no vivan mañana como si adorasen una deidad pagana. Festejen, cristianos, festejen, tienen derecho a festejar. Vayan al salón de festejos mañana, celebren el nacimiento de su Salvador; que no les dé vergüenza estar contentos, tienen derecho de ser felices. Salomón dice, “Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios. En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza”. “La religión nunca fue diseñada Para disminuir nuestros placeres”. Recuerden que nuestro Señor se alimentó de mantequilla y miel. Regresen a sus casas, gocen el día de mañana; pero, en sus festejos, piensen en el Hombre de Belén; permitan que Él tenga un lugar en sus corazones, denle la gloria, piensen en la virgen que lo concibió, pero sobre todo piensen en el Hombre que nació, el Hijo dado. Concluyo diciendo otra vez: “¡UNA FELIZ NAVIDAD PARA TODOS USTEDES!””. 

Pero el pensamiento de Spurgeon al respecto iba madurando al respecto, seguramente con más luz y entendimiento del tema. Un segundo ejemplo es el sermón que predicó el 23 de Diciembre de 1855 sobre “La Encarnación y Nacimiento de Cristo” de Miqueas 5:2. Sus palabras iniciales fueron estas:

“Esta es la estación del año cuando, querámoslo o no, estamos obligados a pensar en el nacimiento de Cristo. Considero que es una de las cosas más absurdas bajo el cielo pensar que hay religión cuando se guarda el día de Navidad. No hay ninguna probabilidad que nuestro Salvador Jesucristo haya nacido en ese día, y su observancia es puramente de origen papal; sin duda quienes son católicos tienen el derecho de reverenciarlo, pero no puedo entender cómo los protestantes consistentes pueden considerarlo de alguna manera sagrado. Sin embargo, yo desearía que hubiese diez o doce días de Navidad al año; porque hay suficiente trabajo en el mundo y un poco más de descanso no le haría daño a la gente que trabaja. El día de Navidad es realmente una bendición para nosotros; particularmente porque nos congregamos alrededor de la chimenea de nuestra casa y nos reunimos una vez más con nuestros amigos. Sin embargo, aunque no seguimos los pasos de otras personas, no veo ningún daño en que pensemos en la encarnación y el nacimiento del Señor Jesús. No queremos ser clasificados con aquellos que: “Ponen más cuidado en guardar el día de fiesta de manera incorrecta, Que el cuidado que otros ponen para guardarlo de manera correcta”.

En la mañana del domingo 24 de diciembre de 1871, titulando “El Gozo Nacido en Belén,” Spurgeon comenzó su sermón con estas palabras, lo que nos muestra, creo, su pensamiento maduro:

“No tenemos un respeto supersticioso por los tiempos y las estaciones. Ciertamente no creemos en la presente disposición eclesiástica llamada Navidad; primero, porque de ninguna manera creemos en la misa, sino que la aborrecemos, ya sea hablada o cantada en latín o en inglés. Y en segundo lugar, porque no encontramos ninguna base en la Escritura para guardar algún día como el del nacimiento del Salvador. Y entonces, como no es por autoridad divina, su observancia es una superstición. La superstición ha fijado de la manera más concluyente el día del nacimiento de nuestro Salvador, aunque no exista la posibilidad de descubrir cuándo ocurrió realmente. Fabricio nos da un catálogo de 136 diferentes opiniones de eruditos sobre el asunto. Y diferentes teólogos inventan diversos argumentos de peso para abogar por una fecha en cada mes del año. No fue sino hasta mediados del siglo tercero que una parte de la iglesia celebró la natividad de nuestro Señor; y no fue sino mucho tiempo después que la iglesia de occidente había puesto el ejemplo, que la iglesia oriental adoptó esa celebración. Puesto que el día es desconocido, la superstición lo ha determinado. A pesar de que el día de la muerte de nuestro Salvador podría determinarse con mucha seguridad, la superstición mueve la fecha de su observancia cada año. ¿Acaso existe un método en la locura de los supersticiosos? Probablemente los días santos fueron establecidos para ajustarse a los festivales paganos. Nos aventuramos a afirmar que si hay algún día del año del cual podemos estar muy seguros que no fue el día en que nació el Salvador, es el veinticinco de diciembre”.

Pero el predicador muestra la libertad tanto de las tradiciones religiosas como de un espíritu reaccionario cuando afirma seguidamente:

“Sin embargo, como la corriente de los pensamientos de la gente ya está encauzada por ese camino y yo no veo ningún mal en esa corriente en sí misma, orientaré la barca de nuestro sermón hacia esta corriente y haré uso de ese hecho, que no voy a justificar ni condenar, intentando conducir los pensamientos de ustedes en la misma dirección. Puesto que es legítimo y digno de elogio meditar en la encarnación del Señor en cualquier día del año, no está en el poder de las supersticiones de otros hombres, convertir tal meditación en impropia el día de hoy. Entonces, sin importar el día, demos gracias a Dios por el don de Su Hijo amado”.

Hasta aquí las citas de Spurgeon.

Conclusión

La vida cristiana incluye el discernimiento bíblico. En este camino de aprender a aplicar la Palabra de Dios, debemos tratar de ser sensibles a la estatura del conocimiento y al grado de luz que algunos hermanos tienen y que se refleja en sus prácticas. Si bien, no es bueno ni seguir andar la vida cristiana con la mente en blanco, tampoco es bueno andar con la sierra de la división en la mano para amputar y separarse de hermanos que no parecen tener la misma luz al respecto, no al menos mientras no hayamos agotado en amor y paciencia otras instancias. Si bien, los unos y los otros, al menos en  teoría, estamos del lado de no querer ser mundanos ni parecerlo, vale la pena tener la valentía de aplicar Rom.12:2 y Ef.5:10 a nuestra vida, al costo que esto represente: «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis, cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta’ y ‘comprobando lo que es agradable al Señor».

3 comentarios:

  1. Hch 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

    SOLI DEO GLORIA

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  2. Saludos querido pastor. Gracias por dejarse usar por el Señor para traer luz y discernimiento al respecto. Es muy importante lo que destaca del peligro de los extremos peligrosos que podemos adoptar en estos días: no querer hablar de la encarnación del Señor Jesucristo en estos días para no parecer religiosos o amigos del mundo, así como atacar a los hermanos que no tienen luz al respecto y practican esta celebración sin un discernimiento claro de lo que enseña la Palabra de Dios. Permiso para compartir.

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  3. Gracias amado pastor, por traer luz a este tema, el Señor lo bendiga.

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