martes, 12 de diciembre de 2017

10 MANERAS DE MENTIR

El tema de la mentira es un mal muy complejo porque tiene la facilidad de escabullirse, camuflarse, transformarse. 

La mentira puede adoptar muchas formas, de las más negras y malignas que saben horrendo a las más blancas y sutiles, deliciosas al paladar en una innumerable gama de colores y sabores en medio. ‹‹Aun cuando los cristianos son afortunados de conocer el camino la verdad y la vida, no siempre caminan en la verdad. Al contrario, a veces los no cristianos se hacen respetar por su honestidad e integridad, aunque lamentablemente no conozcan el camino la verdad y vida. Se puede hablar la verdad y seguir caminando en la mentira››. Douma.

Solo deseo remarcar un punto muy importante al hablar de la mentira y es que tiene mucho que ver con algo mental antes que todo. No únicamente, pero la mentira tiene que ver con nuestros pensamientos, motivaciones, la intencionalidad con que obramos o hablamos. En la mentira siempre hay premeditación. El engaño implica un ejercicio –así sea rápido- de pensamiento con el que la persona desea ocultar o pervertir lo verdadero o de engañar.

En ese sentido, así no lleguemos a la acción de mentir, la premeditación de engaño hace que seamos reprendidos de mentirosos a causa del ejercicio mental intencional por querer engañar. Sal.12:2 (la ligazón entre hablar y corazón). Is.59:13 (concebir y musitar en el corazón palabras engañosas BJ; concebir y proferir en el corazón palabras mentirosas LBLA). Sal.15:2 (¿Dónde se habla la verdad que Dios ve?). Para nuestro interés veremos al menos 10 maneras de mentir.

1. Mentira Como Tal.
En un mundo creciente de mentiras cada vez más nos volvemos expertos en mentir. Por ello los cuidados familiares, sociales, judiciales, se han vuelto más minuciosos para lograr establecer la verdad. Tener un departamento de criminalística, no es porque somos una sociedad leal a la verdad. La multiplicación de cámaras y dispositivos que buscan llegar a la verdad (como el polígrafo), aumentan. Las hojas de vida que muchos piden van en aumento. Cuando se quiere dar un crédito se piden datos y datos de formularios verificación de datos, solo para que en un cuadro de dos centímetros coloquemos la cantidad que deseamos pedir prestado. Aun así, se sigue defraudando la verdad.

La mentira como tal tiene que ver con la imprecisión intencional a la verdad. Podemos hablar aquí de una contradicción a la verdad, de lo opuesto a la verdad, con modificarla, así como de rebajarla (aguarla), oscurecerla, desviarla, etc. Rom.1:25; Ef.4:25. Claramente nos habla la Biblia de sustituir algo cierto o verdadero con algo que no corresponde. El que miente va contra la verdad y defrauda al prójimo al tratarle como un ser sin valor al que puedo pasarle por encima con mi mentira.

2. Falso rumor.
Un rumor es hacer correr un comentario de modo que se escuche, pero no tan duro, nada confirmado por el que lo comunica, pero seguramente cierto. Hay rumores que resultan ciertos y otros eran simplemente falsos.  Encontramos que, aunque las palabras sean dichas con el antecedente de: no lo puedo confirmar, pero…. O con las palabras: no me consta, pero… O tal vez el: escuche que…pero habrá que ver, no por eso lo hacen menos grave, pues si hay algo de lo que no estamos seguros e intencionalmente lo propagamos - sabiendo o no que quien lo escucha casi que lo dará por cierto-, es una manera de mentir. Ex.23:1a.

Si no podemos sostener algo por falta de conocimiento, rumorar es mentir, pues puede que resulte cierto, pero no lo teníamos por cierto cuando lo hablamos. El rumor generalmente tiene falsedad, porque si fuera cierto no se estaría rumorando, tal vez chismeando, pero no rumorando. ¿Qué nos lleva a hacer correr unas palabras de las cuales no estamos seguros? Ganas de atención propia, morbo (interés mal sano), satisfacción por lo que se rumora, pero nunca un deseo de honrar la verdad ni la reputación del prójimo.

3. Falsear Juramento.
Culturalmente nos hemos visto ya involucrados en muchas formas que dan realce a nuestro testimonio porque la sola palabra parece que ya no vale. Usamos palabras que no deberíamos como: Pa’ Dios, se lo juro, seguro, por lo más sagrado, y más. No estoy diciendo que jurar sea algo intrínsecamente malo (Dt.6:13), pero hacerlo en todo o a la ligera, aun mas hacerlo por hacerlo sin caer en cuenta el peso de asegurar algo con unas palabras, es pecaminoso.  A veces solo son palabras porque ni es nuestro deseo jurar, ni decir la verdad. No por el hecho de ser descuidado deja de ser pecado. Ec. 5:2-7.

Si esto es verdad en caso de descuido, mucho más será cierto en caso de intencionalidad gravosa que busca perjudicar al prójimo (Jer.5:1-3a; Sal.24:4). Debemos entender que nuestra palabra tiene el peso de un juramento, o al menos así lo toma Dios (Mt.5:37). Pero como cristianos debemos estar muy atentos a palabras como: Dios sabe que…apúnteme para…delante de Dios…y a estar muy atentos a compromisos adquiridos sea por escrito o verbalmente.

4. Calumnia.
La calumnia es una información falsa que se extiende maliciosamente para herir a alguien. De hecho, la línea entre el rumor exagerado y la calumnia no siempre es fácil de delimitar. La calumnia siempre es falsa y deliberadamente dañina. Seguramente detrás de cada calumnia hay un espíritu rencilloso, de odio, que no valora al prójimo. La calumnia es un atentado cruel contra la reputación de alguien a la vez que es mentira descarada. Generalmente quien calumnia se ha llenado de un espíritu de superioridad y se cree con derecho de dañar al prójimo con palabras malignas. Note la conexión entre orgullo y calumnia en 3 Jn.9 y 10.

Zac.8:16-17. Nos habla de hablar la verdad y juzgar bien, sin albergar odio en el corazón hacia el prójimo, pues estas cosas Dios las odia. Alguno podría pensar que solo quien detracta de otro es el malo, pero meditemos que el Señor denuncia que quien escucha es mentiroso y malo. ¿Es cierto eso? Claro que lo es porque quien se presta para escuchar una falsedad es porque tiene un puente de identificación con la mentira que escucha y la que hay en su alma. Si así no fuera – como el caso de Dios -, la aborrecería (Prv.17:4).

Si se roba, la victima puede verse compensada, si se falta en otros sentidos puede haber restitución, pero nunca el solo: ‘lo siento’, basta para restituir una calumnia. Si alguien se viniera en tu contra y te diera 5 puñaladas y luego más calmado te dijera, ‘lo siento’ ¿lo verías como correcto? La calumnia es más que eso, pues difícilmente se puede reparar este mal, por ello Dios puso un remedio que en algo ayuda a reparar este crimen (Lv. 6: 1-5). Así aprendemos que la calumnia no se repara con un perdón, sino que la reparación debe superar la ofensa con creses. ¿Has sido calumniado? Lc.6:28.

5. Inexactitud terminológica.
Esta es una palabra acuñada para señalar otra forma de mentira y es – como dice un autor -, cuando somos económicos con la verdad. Podemos presentar una información selectiva o atenuando las palabras y así dar una impresión falsa de lo que es en realidad. Una de las maneras más comunes de esta inexactitud terminológica es el nuevo nombre que se le da a los pecados para hacerlos más aceptables (Fantasías sexuales, presos de guerra, libre desarrollo de la personalidad). Otra manera es la justificación de errores por palabras atenuadas. En alguna riña alguno puede testificar: Subí de decibles la voz exasperado y le apliqué un estímulo físico al otro, cuando en verdad debió decir: lo grité, lo ofendí y le pegué.

Esta inexactitud también se presenta cuando ‘editamos’ la verdad. Con el método ‹‹recortar y pegar››, podemos poner en otro orden las palabras, suprimir otras y dar una información desviada de la verdad. Es decir, podemos mentir cuando decimos parte de la verdad omitiendo intencionalmente la otra parta para engañar o poniendo las palabras en un orden o que afecta el significado verdadero. Mr. 14:58.

6. Conspiración de silencio.
Siempre que se miente se engaña, pero no todas las veces que se engaña se ha mentido en palabras. Hay una manera de engañar que no necesariamente está ligada a hablar, precisamente se engaña haciendo lo contrario. Esto se llama conspiración de silencio o premeditar un silencio con el fin de engañar o desviar la atención de lo verdadero o simplemente porque no se quiere que la verdad salga a relucir. Debemos aclarar que no es que nosotros debamos estar descubriéndonos ante todos y descubriendo todo. El pecado consiste en callar intencionalmente algo que debe ser hablado, la verdad lo requiere, la honra del prójimo lo demanda, la situación misma lo requiere y calla, en ese contexto, es pecado. ¿No actuó Acán de esa manera?

A veces pecamos de esa manera cuando nos enteramos de un comentario pecaminoso o cuando se dice algo inexacto que podría corregirse con facilidad y permanecemos callados sin ofrecer evidencia de lo contrario. Nuestro silencio queda entonces como una afirmación o como una indicación que no poseemos ninguna información que lo contradiga. Quizás puede ser igual de pecaminoso negarnos a defender la fe cuando la situación lo requiere. Otra manera de hacerlo puede ser concertarse con otros bajo la ley del silencio para dejar que las cosas sigan el rumbo sin interrumpirlo favoreciendo así algún asunto pecaminoso.

7. Contradicción práctica.
Al estudiar lo que la Biblia habla de este tema, encontramos algo que también es catalogado como mentira y es cuando se desmiente con alguna acción algo que se dice con la boca. Es algo así como hipocresía en el que se profesa algo y luego con las acciones se echa por tierra lo dicho. Miremos los ejemplos que nos da la Biblia. 1 Jn.2:4 habla que algunas personas profesan conocer a Jesucristo, seguramente han hecho esa profesión publica de modo que todos a su alrededor asumen lo que confesó, pero si no guarda los mandamientos de Dios como una constante en la vida práctica, es mentiroso. Por más que se esfuerce por gritar su profesión, su vida habla más fuerte y nos grita que es mentira, que no conoce a Cristo.

El otro ejemplo está en 1 Jn.4:20 y nos habla de la persona que profesa públicamente su amor a Dios, pero que al mismo tiempo puede vivir sin amor hacia algún hermano. No importa lo que diga, según Dios, el tal es mentiroso porque realmente no ama a Dios. Así puede en culto elevar sus cantos que confiesan su lealtad a Dios, pero es una lealtad falsa porque si realmente tuviese temor de Dios, haría lo que Él manda y entre otras cosas Él manda amar a nuestros hermanos. Por ello se le puede llamar mentiroso. Pero estos ejemplos solo nos muestran que las inconsistencias entre lo que profesamos como cristianos y lo que realmente hacemos nos ponen como crasos mentirosos.

8. Chismes
El chisme, según se presenta en la Biblia, es usado como sinónimo de murmuración y a veces como calumnia. De acuerdo a los textos donde se encuentra esta palabra se señala al hecho de traficar indebidamente con información. Podemos definir chisme como dar un reporte de otra persona a quien no se debe, que no se es capaz de decirse directa ni bíblicamente y sin el ánimo de edificar. El pecado del chisme es tan grave si pensamos que el mismo móvil que lleva a un asesino a matar a otra, es el mismo que el de una persona cuando chismosea. Quizás su moral no le permite llegar tan lejos como matar a esa persona; pero cuando chismea es simple y llanamente, el asesinato premeditado de la reputación ajena. Si alguno es capaz de chismosear, ese es un asesino, pues está asesinando deliberadamente la reputación ajena, y eso es una perversión.

Pero, no todo reporte negativo dada a un tercero sobre una persona es chisme, y ahí debemos ser justos, y voy a demostrarlo bíblicamente. Mire lo que el apóstol Pablo dice sin avergonzarse en 1 Cor.1:11. ¿Por qué esto no era un chisme? Definimos chisme como todo reporte dicho a quien no se debe decir, con otra intención ajena a edificar. Ahora, en este caso, los hermanos de Cloé hablaron con quién debían hablar y ¿Para qué? Para corregir el mal que había en la iglesia.

No solo por la evidencia bíblica, lo cual debería bastarnos, sino por el mismo motivo que es tan común y uno de los tratos más fraudulentos de la verdad que podemos cometer como algo espontaneo es necesario mostrar lo dañino de este mal y ser corregidos por la Palabra de Dios. Sin olvidar, claro está, los efectos terribles del chisme.

Así que el chisme no puede ser excusado porque lo dicho es ‹‹perfectamente cierto››. Sin embargo, no siempre es así, porque cuando usamos una forma ilegítima de usar la verdad, siempre la corrompemos. Así que cuando se ‘chismea’ una verdad siempre se distorsiona, el 100% de las veces. Hay una ley de la gracia común que nos dice: ‹‹Una verdad propagada a través del chisme o murmuración, siempre aumenta su tono ridiculizador, mientras que su contenido condenatorio jamás disminuye››. Todos hemos pecado en esta área y debemos saber que es así.

Cuando no se usa la verdad de manera legítima, es imposible dejar de pecar (el primer pecado empezó al deliberadamente usar un medio pecaminoso). Luego decimos algo más o una palabra que interpreta otra y no podemos evitar tomar partido en lo que decimos. Por ello el chisme se relaciona con la calumnia y falso rumor, porque partió de una apreciación de algo y se convirtió en un asunto distorsionado. Si el chisme es mentiroso entra en la censura de la mentira y calumnia. Pero si es verdad entra bajo la censura de murmuración, ‘hablar contra alguien’. Pero sea lo que sea evidencia el carácter de una persona y no detiene las consecuencias malignas.

Lev.19:16
No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová.
Por vía de contraste andar chismeando es una forma de atentar contra la vida del prójimo. Tal vez no contra su físico sino contra la vida moral y la reputación del prójimo.

Prov.11: 12-13
El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; Mas el hombre prudente calla. El que anda en chismes descubre el secreto; Mas el de espíritu fiel lo guarda todo.
Se nos describe un poco el carácter del chismoso: falto de entendimiento. ¿Por qué? El pobre ni entiende el arma con la que está jugando. Además, es una persona que menosprecia a su prójimo. También se le describe como una persona infiel. ¿Sabe una cosa? La persona que no teme traficar un chisme con usted, no le costará mañana traficar un chisme de usted. La alusión a ‘descubre el secreto’, no viene como un halago sino como alguien que traiciona confidencias, que habla de lo que debería estar guardado porque no tiene dominio propio.

Prov. 16: 27-28
El hombre perverso cava en busca del mal, Y en sus labios hay como llama de fuego. El hombre perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los mejores amigos.
Algunos perversos cavan en busca del mal resucitando historias que deberían haber quedado enterradas en el olvido para siempre. Así hay personas que a causa de su ánimo de ‘tener algo nuevo que decir’ prenden contiendas y destruyen la paz que hubiesen tenido si se hubiesen permanecido callados. El hombre chismoso no cree conveniente calumniar abiertamente al prójimo, sino que busca como difamar de otro secretamente. Eso aparta al prójimo pues nunca se sostendrá una verdadera amistad basada en actos pecaminosos.

Prov. 18:7-9
La boca del necio es quebrantamiento para sí, Y sus labios son lazos para su alma. Las palabras del chismoso son como bocados suaves, Y penetran hasta las entrañas. También el que es negligente en su trabajo Es hermano del hombre disipador.
Los chismosos no solo son causa de ruina, sino que son el instrumento de su propia ruina. Pero no podemos valorar como poco el efecto que produce un chisme, pues ‘físicamente’ no parece letal, pero llegan a lo profundo y producen heridas muchas veces fatales en los demás. Además, los chismes cuentan con un recubrimiento de ese dulce del pecado que aún nos atrae de alimentarnos con faltas o pecados ajenos. Aparte que quien chismea peca, quien recibe el chisme no deja de ser estimulado por su ‘amigo’ al pecado (Vaya amistad).

Prov.20.19
El que anda en chismes descubre el secreto; No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.
Ya hablamos de la primera clausula, entonces hablaremos de la reprensión que Dios nos hace de evitar a quien chismea. Hagámoslo por obediencia, por amor al prójimo y a nosotros mismos que somos dañados cada vez que escuchamos un chisme. El tal debe ser reprendido en amor, aun así, asociarse con él como si nada tuviera no es sabio ni seguro mientras no renuncie arrepentido a su proceder.

Prov.26:20-22
Sin leña se apaga el fuego, Y donde no hay chismoso, cesa la contienda. El carbón para brasas, y la leña para el luego; Y el hombre rencilloso para encender contienda. Las palabras del chismoso son como bocados suaves, Y penetran hasta las entrañas.
Volvemos a ver verdades que ya hemos visto y aquí se nos describe el chismoso como quien enciende contiendas. Quite el chismoso y quitará la fuente del incendio. El sentido común nos dice que si hay un fuego prendido en un rincón de la casa no ponemos una cinta que diga ¡cuidado! Ni organizamos la casa de modo que nadie tenga que pasar cerca. Si usted ve eso, creo que va y lo apaga de inmediato. Apliquemos ese principio al chisme porque no es menos peligroso. Reprenda y huya, quite el chismoso y las rencillas que vienen por ello cesarán.

Jer.6:28
Todos ellos son rebeldes, porfiados, andan chismeando; son bronce y hierro; todos ellos son corruptores.
Una descripción del pueblo rebelde al que Dios dirige su juicio. Aquí se nos pone en relieve que el chisme no es una cosa aislada de un carácter bueno. Como todo pecado de la lengua, viene acompañada de otras cosas. Quien es chismoso debe examinarse realmente delante de la cruz de Cristo y verá que el chisme es solo uno de los pecados que le acompañan. Hay más pecados donde el chisme se para hablar.

1 Tim.5:13
Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran.
Es muy iluminador que el Espíritu Santo nos haga ver que el chisme viene de la mano del ocio, de la desocupación, de no estar ocupados en obediencia. Alguno puede decir: ‘yo ando muy ocupado’, pero hablo de ocupación espiritual. Alguno puede trabajar 23 horas diarias y en todas ellas haber murmurado. Note el contraste del apóstol, nos enseña que andar por allí sin obedecer lo que Dios le ha mandado a cada cual es el campo propicio para el chisme. Así que hermano, ande y trabaje duro, vea por su casa, gobierne los suyos, pastoréelos según la Biblia y me cuenta si le quedó tiempo de conspirar contra alguien. Hermana trabaje como Dios le ha mandado, cuide sus hijos, sirva a su esposo como es debido, administre su hogar y me cuenta si queda con fuerzas para hablar. No lo hagamos y nuestra mente correrá tras el chisme.

Números 12 nos habla de un episodio de murmuración donde no se nos dice que el contenido del mismo sea malo, sino que se habló con desdén de un hombre y se puso en tela de juicio la obra de Dios en él. El punto es que no se traficó con una mentira sino con que la intención fue dañar la honra de alguien con un comentario y Dios no se hizo esperar con las consecuencias.

Concluyendo, recordemos que El chisme o murmuración es la transmisión de noticias y rumores, sean verdad o mentira, por cualquier otro motivo que no sea la edificación o la honra de la reputación de alguien. A diferencia de la mentira, el chisme puede transmitir cosas ciertas, pero con otros propósitos.

El acto viene asociado con secreto, morbosidad, ocio y corrupción. Además, que en algunos lugares se nos describe la misma persona del chismoso como de un suelto de lengua, violento, infiel, falto de entendimiento, perverso, contencioso, malicioso, rebelde, entrometido. Y no dejan los textos de señalar los efectos del chisme como imprudencia, herimiento, promueve la contienda, aparta los amigos, herimiento propio, disipación, estimulo del pecado de otros, desorden.

9. Juicio Premeditado
En otras ocasiones el uso indebido de la verdad y la deshonra al prójimo viene ligado a la ligereza de alguno para emitir juicios para los demás. El juicio lo entendemos como emitir un concepto de algo o alguien, de un hecho, por ejemplo y darle un calificativo. Juzgar es eso que hacemos evaluando, sopesando y luego calificando algo como bueno, malo, mejor, peor, etc. Como usted se puede dar cuenta juzgar como tal no siempre es malo. Es parte de ser seres morales y racionales lo que nos lleva a juzgar. Si usted ve que su hijo pequeño se acerca a la mitad de un juego de futbol de adultos, su mente enseguida evalúa y juzga eso como malo. Allí juzgar está bien. Pero sabemos que no es de este juicio que nos referimos.

Nos referimos al acto de emitir un fallo definitivo sobre algo o alguien de manera precipitada o injusta, que no corresponde a la realidad o a toda la realidad. Esto tiene sus variaciones y debemos aceptar que muchos -diría yo-, la mayoría de nuestros juicios se hacen por lo que recibimos por nuestros sentidos y algunas veces por nuestras corazonadas. ¿Ha juzgado como pedante a una persona que nunca ha tratado ni hablado sino solo visto? ¿No decimos que ‘se le ve el orgullo’? Eso es juzgar. Si nos pasa a simple vista imagínese lo que podemos llegar a hacer cuando por algún motivo nos conocemos y tratamos con otros.

Juzgar es pecaminoso porque:
- Es contrario a exhortaciones explicitas en las Escrituras. Jn.7:24; Rom.12:1; 14:10; St.4:11. No estamos hablando de algo que la Biblia ‘da a entender’ sino que dice con claridad. No juzgar es el mandato de Dios. Si bien hay muchas referencias a juzgar correctamente, ese tipo de juicio precipitado, falto de la realidad total es algo que Dios mismo nos mira y nos dice ¡No!

- Generalmente lo hacemos basados en nuestros falibles sentidos. Encontramos que cada vez que juzgamos lo hacemos principalmente confiados en que la apreciación de las cosas es la más correcta y la infalible. ¿Qué dice la Biblia de nuestro corazón? ¿Qué dice la Biblia acerca de juzgar solo por lo que vemos? 1 Sam.16:7; Jn.7:24. Ejemplo, la persona que juzga la actitud de otra por un gesto o postura sin saber quizás que estaba enfermo o atribulado (1 Sam.1: 12-15).

- Asumimos que nuestra visión de un asunto o persona es lo que corresponde 100% a la realidad. Nos colocamos en una posición muy orgullosa al pensar que nuestra perspectiva de las cosas es lo que es y corresponde a la realidad el 100%. Podemos preguntar ¿Tenemos una visión completa de las cosas como para decir que nuestra perspectiva es la verdad? Le repito que no hablo del juicio justo sino de la facilidad con que nos sentamos en una posición asegurando que nuestra percepción es la realidad y no aceptamos otra (1 Sam.22:12-13).

- Aseguramos cosas que como seres humanos nos están veladas a nuestros sentidos. Así podemos hasta suponer lo que la persona estaba pensando y el motivo por el que hizo las cosas. A veces coincide, pero la mayoría de veces no. ¿No es este juicio pecaminoso? ¿No es ponernos en el lugar de Dios quien es el único que conoce los pensamientos y las intenciones del corazón? Jer.11:20a; Sal.139:23; Jn.2:25. Nosotros podemos ver actos, muchas veces actitudes y nadie necesita darse por enterado de una forma descortés de trato, pero eso es distinto a atribuirnos la capacidad de decir con certeza cuales fueron los pensamientos e intenciones.

- Mentimos porque nuestros juicios solo pudieran reflejar parte de la realidad. Si vamos a juzgar debemos: Conocer la situación aun con el más mínimo detalle, debemos conocer los pensamientos de la gente y sus motivaciones y luego y solo luego podemos emitir un juicio. ¿Fácil no? No sabemos nada y creo que es injusto, no hace honor a la verdad y daña la reputación del prójimo que le califiquemos por solo lo que logran ver nuestros ojos o percibir nuestros sentidos o solo apoyados en nuestra propia y personal apreciación de algo. Somos tan ligeros que podemos convertir un acto pecaminoso de una persona en una evidencia que toda la vida ha hecho eso.


¿Hay un juicio permitido?
Por ello el Señor mandó a los de su época que si lo iban a juzgar lo hicieran con justo juicio, apoyados en elementos no subjetivos de ‘me parece’, ‘creo’, ‘percibo’, sino con justo juicio. Eso implica que debemos acudir a las Escrituras, seguir procedimientos bíblicos, ser justos en lo que vemos o escuchamos, no podemos emitir juicios de pensamientos o motivaciones a menos que realmente las conozcamos, más bien atenernos a los hechos y aun así guardar la humildad en el alma que tal vez yo soy el único que ve eso y que no debo ser apresurado.

Por ello la Biblia nos habla lo que debemos hacer con los pecados del prójimo. Si no son creyentes, reprenderlos, denunciarlos. Si es de los hijos de Dios, Él mismo nos ha prescrito la manera de tratarlo. Por eso no dice: si tu hermano peca contra ti, júzgalo sino repréndelo y hazlo primero estando tú y él solos. No hay propósito de juzgar si lo que tenemos en mente es ayudar y edificar a nuestro hermano. ¿Qué sacamos al examinar, averiguar, indagar, sopesar, juzgar y luego emitir un juicio contra el hermano? Pues bien, ¿Piensas que allí termina todo con tu veredicto? Por el contrario ¡Allí empieza todo!, si sabes que haciendo todo eso resuelves, compruebas, que tu hermano es mentiroso – por ejemplo-, bien no llegaste a ningún lado, solo estas parado en Mt. 18:15 en el primer escalón ¡Empieza entonces el proceso!

Pero en casos donde nos toca emitir un juicio, por ello Dios nos dejó su Palabra, nos dejó en medio de la iglesia, nos provee de liderazgo pastoral, de hermanos maduros, para que, si fuera el caso, pudiéramos emitir un justo juicio (1 Cor.5:12). Aquí es donde se vuelve importante estar muy cerca a los medios de gracia. ¿Con que herramientas juzgas si tu exposición a las explicaciones bíblicas es de un ahora cada semana? ¿Con que espíritu emitirás un juicio si tu corazón no está continuamente ablandado por los ejercicios de oración continua? ¿Cómo juzgaras lo espiritual si andas en tus caminos? ¿Cómo te atreves a organizar lo espiritual con elementos carnales? (1 Cor.2:15; 6:5). Lo otro es lo que hacemos comúnmente, ver y juzgar implacablemente.

10. Indirecta
Hablamos de indirecta a la manera de hablar dónde se va contra el honor a la verdad o la reputación del prójimo de una forma intencional y maliciosamente velada. Seguro que podemos tener temor de enfrentar la verdad sea cual sea o decirla de una forma Bíblica y directa a una persona con el fin de edificarla, pero pensamos que hay un recurso que podemos usar y es tratar de insinuar algo por lo opuesto o con un énfasis indebido que para nada suena a verdad ni honra al prójimo.

No estoy hablando cuando por respeto o modales atenuamos la verdad sino cuando hay una ofensa de por medio, un revuelto de murmuración, chisme, mentira y deshonor. Así las indirectas nunca son recibidas como edificantes además que suelen ser bien ambiguas por las que el que las recibe, no entiende muy bien cuál es el punto en cuestión. Es aquí donde vemos que no solo lo que pronunciamos cuenta pues sabemos que podemos articular las palabras correctas, pero la intencionalidad y el énfasis comunicarán algo distinto. Entre las indirectas tenemos el sarcasmo (ironía mordaz) o la ironía (burla fina y disimulada, tono burlón o comunicar por medio de unas palabras lo contrario), el silencio embarazoso, las cejas arqueadas, el encogimiento de hombros, la mirada burlona, etc.  Son claras indirectas que dañan y no hacen honor a la verdad ni al prójimo.




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