NO
AMÉIS AL MUNDO NI LAS COSAS QUE ESTÁN EN EL MUNDO’-.
Por: Jorge E. Castañeda D.
Podemos apreciar que de vez en cuando,
existen principios bíblicos que se ponen a prueba de forma más prominente, por
los vaivenes de las costumbres particulares de la cultura siempre cambiante. Sin
embargo, debería existir un principio que matice nuestra vida como creyentes
aquí en nuestro peregrinaje como cristiano, y es que debemos crecer en un odio
al mundo y a sus cosas al mismo tiempo que crecemos en amor por Cristo, su
reino y justicia. Entendiéndose mundo, no como el planeta ni a los individuos
que habitan en él, sino a aquellas ideas, filosofías, cosmovisiones,
costumbres, hábitos, gustos, que han sabido levantarse aparte de la Palabra de
Dios y en última instancia en contra de Señorío de Cristo.
Por estas cosas que solo en un mundo
extraño y bajo pecado pasan, el principio de no amar el mundo ni sus cosas, ha
venido a ser transformado hábilmente por algunos profesos cristianos de tal
manera que, ahora dice: “Amen del mundo lo que ustedes consideren viable, usen
las cosas de este mundo para vivir una vida cristiana saludable, usen al mundo para
vivir en la libertad cristiana y usen al mundo para evangelizar a otros”. Bien
la Palabra de Dios afirma que el mundo entero está bajo el maligno (1 Jn.5:19) y que todo
lo que hay en el mundo es malo (1 Jn.2:16) y que cualquier amistad, identificación,
comunión y uso de las cosas del mundo nos ponen como adversarios de Dios (St.4:4), sin embargo, el relativismo moral en el ámbito cristiano está hoy en niveles tan altos que lo que dice la
Biblia hoy se interpreta de modo que afirme lo contrario.
Seguramente somos conscientes de la
debilidad entre el cuerpo de Cristo, y, sin embargo, ¿A qué vienen tantas
preguntas de cristianos hoy de si es o no viable celebrar Halloween siendo
cristianos, si podemos ir a fiestas mundanas donde hay bailes, licor y conversaciones
inmorales y hasta dónde podemos participar de ellas como cristianos? ¿Qué tanto
podemos usar nuestra libertad cristiana y qué tanto podemos untarnos de mundo y
aun así tener la conciencia tranquila? Las preguntas de los creyentes hoy van
destinadas a averiguar qué tanta música del mundo pueden oír para seguir siendo
santos, cuánto licor pueden beber para poder seguir afirmando que son creyentes,
cuánto de su cuerpo pueden exhibir para que se les continúe tratando como hijos
de Dios. Podemos asombrarnos de la manera en que existen creyentes que no
conciben sus reuniones sociales sin mundanalidad y ya han tomado la decisión de
tolerar un poco de mundo, desde que sea inofensivo, según piensan ellos. Hay
creyentes que no pueden concebir, cumpleaños, grados, aniversarios,
esparcimiento, vacaciones, sin dosis de mundo y sensualidad y parece que la
manera de sortearlo es pausar su profesión cristiana por unas horas, para luego
volverla a tomar cuando los deseos de mundo se hayan satisfecho.
Las preguntas han cambiado y esto dice
mucho de nuestra época. Ya no se escucha “¿Qué debemos hacer para ser salvos?”,
“¿Cómo poner por obra las palabras de Cristo?”, “¿Qué es lo agradable y
perfecto?”, pues dichas preguntas han sido dramáticamente sustituidas por una
generación de creyentes que ahora preguntar cuánto y qué tanto podemos estar
tan cerca del mundo como cristianos. Al parecer hemos vuelto a las épocas donde
se extrañan los puerros y las cebollas egipcias y se desprecia el básico maná
del cielo. Ya no vemos un consciente y piados esfuerzo por 'comprobar lo que es agradable al Señor' (Ef.5:10), sino qué tanto podemos gratificar la carne para no pasar el limite legal. Este es el precio a pagar por trastornar deliberadamente el mensaje
de la Palabra de Dios.
Como hijos de Dios que afirmamos nuestra completa
y profunda adhesión a las Escrituras y al señorío de Cristo, no solo debemos
proclamar estas verdades sino implicarlas. Si bien tenemos libertad cristiana,
jamás ella nos fue dada para volvernos a arrodillar al mundo ni a nuestros propios
deseos carnales, sino para servir al Señor (Gál.5:13). Tenemos una libertad que debe ser
usada para el beneficio de nuestras almas y las de otros y para el avance del
reino de Dios. Esto no es legalismo, es simplemente implicar el principio de no
amar al mundo y buscar fuertemente, por otro lado, el reino de Dios y su
justicia (Mt.6:33). Animamos a los creyentes a meditar en las palabras citadas al principio
y en corazón humilde mirar las implicaciones que tiene. Seguramente discernir
la voluntad de Dios se volverá más eficaz, cuando se aproximan fechas de
celebración mundana que difícilmente pueden ser justificadas bajo la libertad
cristiana, por su alto índice de mundo, sensualidad, vanidad, sin hablar de la
alta relación que este evento tiene con lo que es oculto y oscuro. No olvidemos que: ' todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad' (Fil.4:8).
Aprovéchese esta providencia para poder dar
testimonio de nuestra fe y no para desdibujarla en medio de un mundo que
necesita saber y ver que el evangelio es verdadero poder de Dios que convierte
las almas de las tinieblas a la luz, y que el Señor salva, alma y cuerpo, cuando venimos a Él arrepentidos y creyendo.
Que decir sobre aquellas Iglesias Evangélicas que prefieren ese mismo dia hacer reuniones anti halloween para beneficio de los ninos, adolescentes o jovenes y asi evitar que ellos ese dia se confundan temporalmente de asistir a eventos del mundo..sera porque el discipulado puede ser mas efectivo?
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