Por: Jorge E. Castañeda D
Sin duda que la batalla de la
implementación de la ideología que promueve la desfiguración del diseño de Dios
del sexo y de la familia, está al rojo vivo. Es una lucha que representa grandes
inversiones depende el ángulo de donde se mire. Como toda guerra es costosa,
hay bajas de parte y parte y se gana o se pierde terreno. Pero es una lucha que
con sabiduría y, apegados a los métodos divinos, los creyentes debemos dar, así
como también damos razón de nuestra fe en otras áreas igual de importantes donde
se desfigura la voluntad de Dios para Su mundo.
Pero me temo que, aunque estamos
aprendiendo a ser fuertes en el plano argumental y teórico de esta lucha,
estamos cediendo mucho terreno en el ámbito práctico y experimental, casi que
cooperando en abrir un hueco en nuestros muros de protección que afirmamos
proteger. Claro, sin quererlo, porque nuestro deseo es que todo pensamiento se
subordine y sea llevado cautivo a la obediencia a Cristo, pero al final del
día, la grieta se ha vuelto más grande y dentro de no muy poco tiempo, vamos a
lamentar que el enemigo haya tenido la capacidad de leer muy bien nuestras
debilidades y se haya aprovechado de ellas, si no es que ya lo está haciendo.
De ninguna manera se da a entender que la lucha no debe darse en el plano de
las doctrinas, de las ideas, de los argumentos, pero esta lucha resultará
insuficiente si como hijos de Dios y representantes de los intereses divinos,
no cerramos filas y somos consecuentes con lo que promulgamos.
Déjame explicarlo así. Pedrito es un
jovencito que regularmente va a una iglesia. Sus padres son creyentes de hace
muchos años y participan del liderazgo en la iglesia. Pedrito es continuamente
bombardeado por la música, las películas, los contenidos académicos, amistades,
para pensar contrario al diseño de Dios: hombre-mujer, y para redefinir el
concepto de familia, como papá, mamá e hijos. Este jovencito cada día enfrenta
una avalancha, literalmente hablando, de redefiniciones, nuevos significados y
nuevas en este tema y Pedrito
ha aprendido por instrucción paterna a ser firme al respecto, ha sido instruido
que la Palabra de Dios señala Su voluntad y que no debe contradecir las
Escrituras porque eso sería pecar gravemente.
Pero Pedrito, a su corta edad, ha visto que
buena parte de los hombres de la iglesia donde va, no son los lideres piadosos
de su hogar, que no asumen su rol como el que se les enseña en la iglesia. Ha
tenido que ver como la norma, que las mujeres abandonan su rol hogareño para “desarrollarse”
como mujer por fuera de su hogar y que, si no son las proveedoras, al menos son
coo-proveedoras. Ese es su caso, pues mamá ha salido a trabajar por los
compromisos económicos adquiridos y ha sido criado por mujeres que van desde su
abuela hasta sus tías o hermanas de la iglesia. Las amistades de su edad, pasan,
como él, la mayor parte del tiempo criándose a la distancia o a través de
Whatsaap. Cada vez más ve que la gente soltera de su iglesia, por elección propia,
prefiere la soltería y evitan a toda costa asumir un compromiso de matrimonio, además
que tiene mucha prevención con eso de la procreación. Ha escuchado a muchas
mujeres aconsejar a las nuevas parejas que no tenga hijos o no durante algún tiempo
y que cuando los tengan, que se los deje a la abuela para no dañar su carrera u
ocupación. Mucho de la organización de la iglesia a donde va, es llevado por
mujeres, mientras los varones se anulan para el servicio cristiano. Sin embargo, la iglesia
se pronuncia en contra de la confusión de géneros, de roles y de la familia, y
hasta ha apoyado las marchas de protesta frente al gobierno.
Es suficientemente capaz de ver que
aquellos que abanderan la defensa de la familia para la sociedad, son los
sacerdotes que no se casan ni engendran hijos legítimamente, y que entre los
que defienden la familia, están mujeres que, para defender el modelo de
familia, han abandonado su rol distintivo prescrito por la Palabra de Dios y
sus propios hogares. Desde que entró al jardín infantil, ha tenido mujeres como
maestras, en la escuelita dominical de su iglesia es igual y parece que en su
bachillerato y seguramente en su universidad las cosas van a cambiar muy poco,
será enseñado los próximos 20 años por mujeres, la mayoría de ellas no
creyentes o no ajustadas a su rol. Muy seguramente en pocos años, cuando por convicción
personal Pedrito se case, teóricamente sabrá argumentar en contra de todos los
males que acechan a la familia, pero repetirá la historia en su propio hogar,
porque aprendió a definir las cosas de acuerdo a la practica en la que creció y
lo que fue su experiencia más común.
Y es aquí cuando afirmamos que los
cristianos, de manera demasiado ingenua y no solo por omisión sino por acción,
en el campo de la práctica y la experiencia, estamos cooperando de forma dramática
a abrir el muro que los enemigos de la Biblia desean abrir por la imposición de sus ideologías. Tenemos ya casi dos generaciones que se han
levantado sin una idea clara ni una práctica legitima de lo que es la familia,
los roles distintivos entre hombre y mujer, y dichos roles puestos en casa, en la
iglesia y en la sociedad. Aceptémoslo, los creyentes a veces tenemos ese tipo
de familia según las necesidades y molde de la época, pero no el que enseña la
Palabra de Dios. Tenemos ya excusas estandarizadas para justificar nuestra
organización familiar moderna, aunque no le damos ese nombre. Estas
generaciones, cada vez se casan menos, huyen de la procreación y mucho más de
la maternidad definida por la Biblia. Los varones tienden a feminizarse en la práctica
o en su elección más sabia, prefieren quedar al margen de las responsabilidades
de una familia con todo lo que eso implica.
Mientras tanto, en la “Ciudad del pecado”,
no solo en el ámbito de las ideas sino en el de la práctica, las familias ya
están redefinidas, los roles ya están lo suficientemente desfigurados, las
distinciones naturales entre unos y otros ya se están borrando con eficacia, no
a fuerza de ideologías sino de prácticas. Los hijos de Sión podemos seguir
dando la palea en el plano argumental, en el plano teórico, sacando diestramente
aquellos versículos que van en contra de las ideologías perversas, y simultáneamente
estar perdiendo terreno en nuestros hogares e iglesia y dejando este terrible
legado a nuestros hijos, si es que los tenemos.
Por lo que será necesario que en verdad
seamos consecuentes y que reflexionemos acerca de una defensa radical de la
voluntad de Dios partiendo desde nuestras familias. Algunos tristemente asumen que son las protestas sociales, las marchas, las firmatones y demás herramientas civiles, las que traerán una solución. Sin desconocer que aquellos instrumentos legales alguna ayuda traen, ni corresponden al ámbito de las armas de la milicia que tiene la iglesia ni van al fondo del problema. Es decir, otro de los problemas con
las marchas, arengas, cacerolazos, y más, no es que vayan muy lejos atacando el
problema de la confusión de género y familia, la verdad es que se quedan cortos
a la hora de presentar un frente solido contra la perversión. ¿Cómo pudiéramos en
verdad reparar las grietas y sostenernos firmes frente a la embestida de estas
ideologías mientras también ganamos terreno en el ámbito argumental? Déjeme por
favor sugerir un camino, que no se ve espectacular, pero no por eso deja de ser
efectivo y que representa mejor la voluntad de Dios.
1. Honre el matrimonio. No solo hablando
bien de él, sino viviendo el suyo de acuerdo a la Palabra de Dios, sin violar
sus votos. Hebreos 13:7 exhorta que al matrimonio debe ser objeto de honra en
todos. Cuide sus conceptos y palabras cuando se refiere al matrimonio frente a su
propio cónyuge, frente a sus hijos, hermanos de la iglesia y gente no creyente.
Alabe la virginidad como un don irremplazable para llevar al matrimonio. Vigile,
trabaje y exhorte a que la única salida para abandonar la soltería es el
matrimonio y no el noviazgo ni mucho menos la unión libre. La exhibición de un
matrimonio legitimo viviendo bajo la voluntad de Dios, es la forma de protesta
y contradicción más grande para la ideología perversa, además que una de las
armas más instructivas que tenemos a la mano.
2. Recomiende a los solteros el matrimonio en
el Señor y la procreación. Si hay algo desconcertante es que mientras Dios vio
que el matrimonio, junto con la procreación, eran “buenos en gran manera”,
algunos creyentes aconsejan evitarlos. Alabe el matrimonio como expresión de la
voluntad regular de Dios para los seres humanos, siendo sensible a providencias
específicas de los dones de continencia. Alabe la maternidad legitima, apoye la
maternidad dentro del matrimonio. No puede ser que parejas gays anhelen más el
matrimonio y el tener hijos que los mismos hijos de Dios. Este deber se les dio
al hombre y a la mujere, desde el Edén, antes de la caída, en el contexto de su
matrimonio.
3. Esfuércese por mantener los roles
distintivos en su familia, no por teoría sino en la práctica. Seguramente será
necesario volver a la sencillez de las Escrituras cuando enseñan la composición
básica de una familia y sus roles distintivos. Hay un precio que pagar, pero no
desdibuje en la práctica lo que dice defender en teoría: Que hombres y mujeres
son distintos, luego, si usted es consecuente, ellos no hacen las mismas cosas
en el mundo de Dios pues Él dio a cada uno su oficio y papel dentro de la
familia y sociedad. No huya de esto, enfréntelo con la abnegación de un discípulo
de Cristo.
4. Críe sus propios hijos en el Señor. Un
hijo de Dios debe tener muy buenas razones para enviar en su tierna infancia y
juventud a un hijo suyo a las instituciones que, por el deber del cumplimiento de
su pensum, contaminarán la mente de sus hijos y les darán un modelo equivocado
de lo que es ser hombre, mujer y de lo que es una familia. A veces no hay más
opción, pero en muchas ocasiones, con verdadero amor abnegado y bajo la
capacidad que da el Señor, podemos fortalecer la mente y los conceptos de nuestros
hijos sin exponerlos a la institucionalidad educativa, para que cuando se
enfrenten al mundo por ellos mismos, lo hagan con criterio y bajo una tradición
familiar tan sólida que ninguna ideología pueda revertir.
5. Muestre que la institución de la
familia, sin ser perfecta, puede perseverar bajo la guía de Dios. Las familias
de los cristianos no son perfectas, pero donde hay verdadera fe, la
desintegración de la familia no será una opción. Así que muestre que los
errores de la familia no nos deben arrojar a su desaparición sino a su
restauración bajo la gracia de Dios. Luche por su matrimonio, por la armonía,
por la comprensión. Muestre que hombres y mujeres somos distintos y que así
Dios nos hizo, pero que la solidéz de un pacto ante Dios y el amor por el cónyuge
se sobreponen al pecado y a los conflictos que surgen de este.
6. Exhiba ante la sociedad su familia, no
deje que los centros comerciales, restaurantes y parques, sean tomados por
individuos que desfiguran el plan de Dios. Así, aportamos socialmente a no
dejar borrar de la mente de esta sociedad la figura hombre – mujer y familia.
Quizás sea este un testimonio sin palabras, que contrarreste el campo que los
amigos del pecado quieren ganar. Ellos quieren exhibirse, mostrarse, para que,
a fuerza de la costumbre, sus leyes sean aceptadas como normales. No permitamos
que en el mundo de Dios pase esto, pues la primera exhibición de la unión entre
unos seres humanos en el mundo fue la familia.
Como advertirá, los creyentes debemos ser
sabios en esta lucha. No tenemos muchas opciones, porque la lucha está
planteada en el ámbito teórico como en el de la práctica. Y ya que esto es así,
que nuestras familias sean centros de enseñanza en ambos flancos. Quizás Dios nos
use para ganar el terreno que hemos perdido desde nuestros hogares, para la
gloria y alabanza de Dios y el bien de esta generación.
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