sábado, 22 de abril de 2017

RENOVANDO EL CENTRO DEL CRISTIANISMO

Por: John J. Murray

La actividad de la iglesia se extiende sobre un siempre creciente campo en la actualidad. Tenemos iglesias nacionales de una naturaleza mixta, iglesias tradicionales, grupos carismáticos, iglesias en casa, comunidades.

Mientras los acontecimientos en las iglesias que aparecen [regularmente] en las noticias son principalmente acerca del rechazo de la membresía, de los principios para abandonar la iglesia, de la adopción de las costumbres del mundo, hay apenas algunas noticias de conversiones múltiples, de crecimiento considerable o de un impacto hecho a la nación. Muchas iglesias están ocupadas intentando llenar los espacios causados por la negligencia de parte de otras instituciones en aspectos de vida familiar y obligaciones del estado. La iglesia evangélica está luchando por su vida, pero está entretenida en nuevas formas de adoración, nuevos ministerios y nuevos lemas. Se intentan varias alianzas, pero, como el Dr D M Lloyd-Jones solía decir, juntar dos cuerpos muertos no resulta en una resurrección. Debe haber un cambio drástico en el centro.

EL MINISTERIO
La primera preocupación debe ser elevar el estándar de los ministros. Richard Baxter (1615-1691), cuyo ministerio transformó a las personas de Kidderminster, dijo: “Si Dios reformara a los ministros y los pusiera en sus labores con celo y fidelidad, el pueblo sería ciertamente reformado. Todas las iglesias crecen o caen a medida que el ministerio crece o cae, no en riquezas o grandeza mundana, sino en conocimiento, celo y destreza en su labor” (El pastor reformado, 1974). Mucho se hace hoy en día con instrucción en el seminario, con estar expuesto a la escolaridad moderna y con lidiar con asuntos contemporáneos. Pero, ¿estamos siendo bendecidos con ministros santos y predicadores con unción que son usados como instrumentos poderosos para el bien?

¿Cómo era el puritanismo, el cual, como el Dr. J. I.Packer afirma, era nada menos que “un movimiento de avivamiento” establecido en Inglaterra? Cuando los intentos por reformar la Iglesia de Inglaterra fracasaron al final del siglo XVI el crecimiento de vida espiritual y enseñanza Reformada vino a través de un ejército de predicadores – “la hermandad Puritana”. Si un verdadero avivamiento es el despertar de una conciencia de Dios y una resultante convicción de pecado, entonces esa obra comenzó primero en los corazones de los hombres que Dios usaría como instrumentos en el avivamiento. Una comprensión bíblica verdadera de la santidad de Dios, de la ley santa, de la depravación humana, del juicio, de la necesidad de regeneración, del cielo y el infierno fue puesta a arder en sus almas.

Fue la predicación de tales hombres la que transformó la faz de Inglaterra. Predicadores jóvenes aprendieron el modelo del ministerio aún antes de que recibieran instrucción académica. Los ministerios de Thomas Taylor en Reading (poblado de Inglaterra), de Richard Greenham en Dry Drayton y de Richard Rogers en Wethersfield fueron campos de cría de predicadores piadosos. Éstos fueron hombres que vivieron en la presencia de Dios y cuya predicación estaba enfocada particularmente en la consciencia. Citando a Baxter de nuevo: “El predicador que habla como si viera el rostro de Dios de cierto afecta más mi corazón, aunque con palabras comunes, que un hombre irreverente con las palabras más exquisitamente preparadas”. Los predicadores puritanos trataban bastante con el corazón y la consciencia de sus oyentes. Como Robert Bruce, un puritano escocés de la misma época, declaró; la primera necesidad de la predicación evangélica es despertar la consciencia de tal forma que “muerda” y “te envíe a buscar un remedio” (‘Robert Bruce’ en una herencia cristiana escocesa, por Iain Murray, 2006).

LA PROFESIÓN CRISTIANA
Una segunda preocupación deber ser elevar el estándar de la profesión cristiana. No hay duda que un período prolongado de enfriamiento espiritual en la Iglesia ha rebajado las expectativas de lo que se requiere de una persona que busca la membresía. El Rev. Thomas Hog de Kiltearn fue uno de los pocos ministros de Highland que permaneció leal al Pacto Nacional* y sufrió la expulsión de su cargo. En sus días de juventud él fue considerado como ejemplar en su profesión cristiana, hablando para la edificación de otros y estando dispuesto a sufrir por causa de Cristo. Un período posterior de convicción profunda y de conversión dramática lo llevó a creer que su profesión anterior era falsa. Es impresionante lo lejos que uno puede ir con una profesión externa, sin una obra verdadera de la gracia. Su vida posterior y ministerio tuvieron un toque que buscaba las marcas de la gracia en la vida de cualquiera que profesara el nombre de Cristo y evidencia de buenos frutos. Aunque algunos de los requisitos pudieran haber parecido muy altos, ciertamente produjeron generaciones de personas piadosas.

Esto es, sin duda el fundamento que se necesita para examinar una profesión cristiana en nuestros días. El primer paso en la conversión debe ser, por cierto, la conciencia de la majestad y santidad de Dios. Existimos para la Gloria de Dios, pero hemos pecado y hemos sido destituidos de Su gloria. La convicción de pecado nos hace perder toda confianza en nosotros mismos y depender completamente en Cristo. Toda la gloria debe ser atribuida al Dios trino. Qué tan largo o profundo pueda ser el proceso varía, pero al menos se produce un odio por el pecado y amor por Dios. Se manifiesta en fe y verdadero arrepentimiento. La regeneración que concede vida nos hace como el árbol plantado junto a corrientes de agua que da su fruto a su tiempo (Sal.1:3). El conflicto con la vieja naturaleza es un ejercicio por el resto de la vida y como peregrinos estamos en guerra hasta que lleguemos a las puertas del cielo.

LA VIDA DE LA IGLESIA
La Tercera preocupación debe ser acerca de una vida auténtica de iglesia. R. B.Kuiper en su obra clásica, El glorioso cuerpo de Cristo (1967), comienza afirmando que “la iglesia cristiana es gloriosa en su misma naturaleza”, pero luego continúa diciendo: “Hoy la gloria de la iglesia está densamente velada. No es una exageración decir que principalmente muestra una imagen de decadencia avanzada y de extrema debilidad.” ¡Y Kuiper estaba escribiendo a la mitad del siglo pasado! Él afirma que la iglesia visible es gloriosa en la medida en que se asemeja a la iglesia invisible. Una iglesia no puede ser más gloriosa que lo que los miembros que la constituyen son. Sólo las adiciones divinas merecen ser llamadas adiciones (a la iglesia), las adiciones hechas por el hombre son siempre detracciones a la gloria de la iglesia. Ésta es la razón por la que el tipo de profesión descrita antes es tan vital.

La iglesia fue concebida en el propósito eterno de Dios el Padre (Jn.6:37), comprada por la sangre de Cristo, su redentor (Jn.10:11) y traída a la vida por el Espíritu Santo (Ef.2:1). La iglesia como un todo es el cuerpo y la esposa de Cristo, así como cada expresión local de ella. La iglesia es la plenitud de Cristo (Ef.1:22-23). La iglesia debe estar satisfecha con ser la iglesia de acuerdo a las prioridades propias de Dios, dadas en Su Palabra. La adoración es su función principal. Para mantener su vida allí debe haber la predicación pura de la Palabra, la administración correcta de los sacramentos y el ejercicio de la disciplina eclesial. Como John Knox dijo: “Esta iglesia debe mantenerse separada del mundo mediante el ejercicio fiel de la disciplina para que no venga reproche a Dios por el carácter de sus miembros, para que el bien no sea afectado por el mal, y para que aquellos corregidos puedan ser recuperados.” (Obras de John Knox). Y hay otras muchas cosas que contribuyen al bienestar de la iglesia, como el gobierno de los ancianos, la instrucción eclesial, la religión familiar y la observancia del día de reposo.

Lo triste es que con todo el énfasis en la recuperación de la doctrina Reformada en los últimos sesenta años no hemos visto un restablecimiento de “la verdadera cara de la iglesia de Cristo” en el Reino Unido. Si el celo por el honor de Dios es la esencia de la piedad verdadera, entonces es tiempo de que nos levantemos como hombres de Dios. Aunque la iglesia más pequeña que lucha fervientemente por la verdad está contribuyendo mucho más al avance del reino de Cristo que un conglomerado de iglesias que oscurece la verdad con ambigüedad y error, no debemos estar satisfechos sino debemos volvernos al Señor “y no dar tregua, hasta que ponga a Jerusalén por alabanza en la tierra” (Is.62:7).

* Nota del traductor: El Pacto Nacional, fue un acuerdo solemne realizado por ministros escoceses en 1638, en el cual rechazaban el intento del Rey Carlos I y de William Laud arzobispo de Canterbury de forzar a la iglesia de Escocia a conformarse a las prácticas litúrgicas y al gobierno de la iglesia de Inglaterra.

Traducción: Nelson David González
Tomado de Banner of Truth 


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