Sin
duda, logramos apercibirnos que el ambiente que vivimos tiene ciertas
estructuras dominantes de pensamiento que resultan en un estilo de vida
particular. Pero, luego de las características prominentes de nuestro siglo, ¿Acaso
es algo nuevo? Al final, la filosofía que el hombre es la medida de todas las
cosas, está tan viva como en la antigüedad. No importa el ropaje, no importan
los nombres, no importa aún los diferentes movimientos, filosofías o
pensamientos, en el centro de todas ellas, está que el hombre es la medida de
todas las cosas en lugar de tener a Dios como el centro de todo y su Palabra
como la medida de todas las cosas. De eso se trató la época medieval, de eso se
trató el modernismo y de eso se trata el posmodernismo. Porque, ‘habiendo conocido a Dios, no le
glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus
razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se
hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de
imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles’
(Rom.1:21-25).
Un Marcado Subjetivismo
- ¿A qué hacemos referencia?
Puede
llegar a ser una posición filosófica, pero más que todo es una posición
existencial de que todo el conocimiento y la verdad son personales, es decir,
que la verdad o el conocimiento están determinadas por la interpretación y
experiencia individual. Por lo tanto, todo lo que es verdadero, correcto, moral,
está determinado y sujeto a la experiencia de las personas. En nuestro caso
particular, el subjetivismo señala hacia darle legitimidad a creencias que se
han fundamentado en experiencias personales por sobre las objetivas (Biblia).
Casi que, como consecuencia de relativismo, se arroja a los individuos a que la
única verdad que existe es su propia verdad, a eso se le llama subjetivismo. El
subjetivismo hace verdadero, todo lo que es producto de su experiencia. El “yo
experimenté, por lo tanto, es verdad”, “A mí me pasó, por lo tanto, es verdad”,
viene a sustituir “La Palabra de Dios enseña que, por lo tanto, es verdad”.
El
subjetivismo se niega a creer en verdades objetivas y hace de su propia
realidad, la realidad. Déjeme ilústralo. El clima es una realidad objetiva, hoy
estamos a 20°, 22° o 24°. Podemos estar o no de acuerdo, podemos tener varias
impresiones del clima o sensaciones térmicas. Podemos estar alegres o tristes,
puede que el clima nos sea conveniente o perjudicial, pero allí está el clima
como realidad objetiva con los grados en los que hoy estemos. Que usted tenga o
no calor, que usted tenga o no frío eso es subjetivo. Usted puede estar bajo
altas temperaturas sintiendo frío, eso no comprueba que está haciendo frío eso
comprueba que usted tiene frío y que está enfermo. El termómetro nos dice lo
objetivo, nos declara lo que ocurre fuera de nosotros, sin ninguna
interpretación o manipulación. La sensación particular, individual, personal,
eso es subjetivo.
En
el ámbito moral y espiritual, en el ámbito de la verdad de la Palabra de Dios,
las preguntas que deberíamos hacernos son: ¿Hay verdades objetivas? O ¿Estamos
obligados a cada uno tener y vivir en nuestra propia realidad? ¿Hay doctrinas
objetivas o debemos vivir de acuerdo a las experiencias? Si una persona peca y
no le pasa nada, ¿Concluiremos que lo que hizo no fue tan malo? Si una persona
por decir la verdad es maltratada ¿Concluiremos, basados en esta experiencia,
que decir la verdad es malo? ¿Si tengo la experiencia que se me aparezca un
ángel del cielo dándome un evangelio diferente, lo aceptaré?
- ¿De qué manera
lo vemos en la iglesia?
Mucho
de lo que hoy es el cristianismo evangélico ha sido altamente contaminado por
esta filosofía posmodernna. Gran parte de evangélicos andan bajo la idea que
“Mis experiencias determinan mi creencia (fe)”. Muchas personas fundamentan la
legitimidad de su regeneración, en una experiencia de carácter místico que
alguna vez tuvieron. Otras personas fundamentan la legitimidad o validez de sus
llamados ministeriales por experiencias subjetivas, personales. Otras personas
no se han hecho la reflexión bíblica de qué cosas son o no verdaderas porque
tiene una experiencia que ha venido a ser el fundamento de su fe. En estos
casos, dicha fe o llamamiento o decisiones sobre el elemento del subjetivismo,
tendrían a la verdad el mismo valor y validez que otras, aun si son contrarias.
“Pedro
Subjetivo” está en el cristianismo por una experiencia que tuvo. Escuchó una
voz, sintió un calor, o tuvo una experiencia no corroborable por los parámetros
objetivos ni absolutos de la Biblia. Aun así, Pedro Subjetivo tuvo esa experiencia
y eso es lo que va a creer. Pedro Subjetivo va a contraponer su experiencia aun
a la Palabra de Dios, pues por más que le enseñen lo que la Palabra de Dios
afirma y enseña, por más que le deseen llevar a las Escrituras, Pedro Subjetivo
ya ha decidió creer según su experiencia no comprobable por la Escritura. Pedro
Subjetivo, ha ido un paso más allá en su manera de vivir, ahora legitima todo
al nivel de sus emociones o sentimientos. Tanto como se sienta bien, se sienta
en paz, sienta gozo o satisfacción, eso le ofrece ese estatus de validez para
lo que hace o piensa o afronta, lo cual nadie puede evaluar. Pero puede ser que
Pedro Subjetivo vaya a la Biblia y la interprete de tal manera que solo
considere verdad lo que coincida con sus experiencias. Pedro Subjetivo solo es
un botón de muestra de cómo las experiencias personales han venido a sustituir
la verdad de la Palabra de Dios. En muchos lugares, las experiencias se
constituyen la norma de lo que es la vida cristiana. Las experiencias no se
evalúan, casi que se asumen o se dan por sentado como verdades objetivas.
¡Cuántas desviaciones ha traído a la iglesia el subjetivismo!
Pero
¿Sobre qué debe estar fundada nuestra fe, es decir, nuestras creencias? ¿Cuál
es la base que determina qué asunto es o no verdadero, bueno, loable o
legitimo? La Palabra de Dios bien interpretada, por supuesto. Si caemos en la
trampa del subjetivismo, entonces por implicación, tenemos que aceptar que
existen tantas verdades como personas y experiencias. Y ¿Qué si mi experiencia
contradice la suya? ¿Cuál de las dos es correcta, cuál es la verdad?
La
Palabra de Dios corresponde a ese cuerpo de verdad objetiva sobre la cual,
experiencias, circunstancias, ideas, etc., deben subordinarse y calificarse
como verdaderas o no. Piensa en la expresión paulina en Gál.1:8: ‘Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo,
os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema’.
Mira el cuadro hipotético que señala el apóstol. Es un cuadro hiperbólico, por
supuesto. Aun si alguno tuviese esa experiencia trascendental de escuchar
predicar un ángel, pero este mensaje no corresponde al evangelio que ya había
sido anunciado, la experiencia no sería una bendición sino un engaño directo.
Esto presupone que hay una piedra de toque que comprueba, que corrobora la
validez o no de cualquier experiencia que se haya tenido o se haya creído
tener, la Palabra de Dios ya dada. Toda experiencia personal, debe ser
evaluada, calificada, interpretada y subordinada a la Palabra de Dios, infalible
e inerrante.
- ¿Cuál es el
peligro?
Por
obvia necesidad y consecuencia lógica, el peligro del subjetivismo es el
reinado del Antropocentrismo. Cuando la verdad de la Palabra de Dios se corre
del centro o fundamento ¿Sobre qué construimos? Sobre el fundamento de la mera
opinión humana o de las meras experiencias humanas. Otra vez el monstruo de los
valores posmodernos aquí: “El hombre es la medida de todas las cosas”. El
humanismo que se vive en muchos lugares que deberían estar predicando el
Evangelio Bíblico, es espantoso. Sus doctrinas normales son una mezcla de
experiencias personales de los lideres, combinada con algo de Biblia y adornada
con sus propias interpretaciones. La Biblia allí está subordinada, es
esclavizada a cualquier tipo de interpretación que se crea que aplica más al
caso. En última instancia, las iglesias que se han rendido ante el
subjetivismo, también lo han hecho al humanismo y han renunciado en verdad a
tener la Palabra de Dios como el fundamento, así su iglesia se confiese como
bíblica.
1
Cor.4:6: ‘Pero esto, hermanos, lo he
presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en
nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que, por
causa de uno, os envanezcáis unos contra otros’. Estamos en el contexto de
las exhortaciones del apóstol inspirado a la iglesia de corinto, que en su
debilidad se había dividido por el nombre de sus líderes. Esta exhortación les
fue dada para que su vida espiritual no estuviese asentada en la sabiduría de los
hombres ni en las personalidades de sus líderes, por muy capaces que ellos
fueran, por muy prominentes o influyentes que fueran. La fe de los creyentes no
debe asentarse en la sabiduría humana, ni en las figuras o experiencias de sus
líderes. “Que nadie ande proclamando quien es su líder preferido, sea Pablo o
Apolos. Que más bien cada creyente aprenda de ellos lo que las Escritura les
enseña. De sus líderes deben aprender a obedecer las enseñanzas de la Palabra”
(Hendriksen). ¿Quién más que Pablo había recibido experiencias que podría
establecer como fundamento de la doctrina o practica de los creyentes? Y ¿Qué
dice de sí mismo? Que cuando le vean, aprovechen lo que enseña de las
Escrituras y que nadie pase este límite.
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