…cuando
no era una moda serlo.
…cuando
serlo, no te daba estatus, te atraía desprecio.
…cuando no aprendías las doctrinas de la gracia leyendo frases por internet.
…cuando todos los elementos del carismatismo estaban bien lejos de pertenecer a la reforma.
…cuando se usaba más la palabra “obediencia” que “libertad cristiana”.
…cuando no eran necesarias las grandes conferencias, convocatorias o seminarios para andar en una fe genuina y unidad con otros.
…cuando la doctrina era más buscada que la influencia.
…cuando no te metías al internet (bien lento que sí era cuando había) a discutir, despreciar ni burlarte de los arminianos porque posiblemente tu habías salido de allí por gracia y lo entendías.
…cuando no necesitabas una banda de pop para adorar.
…cuando te satisfacías con los sermones de tu piadoso pastor.
...cuando podías evangelizar sin involucrar el mundo o hacerte mundano para ser relevante.
...cuando la apologética reformada era con argumentos, no con memes.
…cuando en los cultos no tenías que escoger entre reverencia o gozo.
…cuando la frase “Iglesia reformada siempre reformada”, no tenía que ver con la implementación de algo mundano en la iglesia, en la doctrina o en la práctica.
...cuando aprendías de adoración yendo a los textos bíblicos con exégesis cuidadosa no mirando los grupos estandarizados de adoración pop reformada.
…cuando entendías más de la reforma leyendo los (pocos) libros de doctrina de pasta a pasta no leyendo frases célebres descontextualizadas.
…cuando
la Palabra de Dios era expuesta aun a los niños y jóvenes sin ningún trauma.
…cuando
las iglesias locales se bastaban para preparar su próximos pastores.
...cuando admirabas a los hombres de Dios pero no los idolatrabas.
...cuando admirabas a los hombres de Dios pero no los idolatrabas.
…cuando
no necesitabas poner para tu orgullo, una foto leyendo una página de ese libro
de doctrina que luego queda archivado.
…cuando
los mayores ejemplos se recibían de iglesias locales piadosas no de grandes
personalidades evangélicas.
…cuando
no había necesidad de discutir de tatuajes y música mundana porque ya sabías a donde pertenecían.
…cuando
había un proceso de piedad y observación antes de convertirte en un maestro de
la congregación.
…cuando no seleccionabas con qué cosas de la reforma te querías quedar y con cual no.
…cuando
para testificar, no tomabas aliento de las personalidades evangélicas sino por
el Espíritu Santo.
…cuando
serlo, era más que creer en las doctrinas de la gracia.
…cuando
toda vía se leía así: “El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar
de Él para siempre” y no así: “El fin principal del hombre es glorificar a Dios
al gozar de Él para siempre”.
Por eso querido amigo,
déjame guardar un silencio retorico a muchas cosas que anda por ahí en la red…
Jorge E. Castañeda
Cuanta verdad...q tristeza da el nuevo calvinismo...
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