LOS FUNDAMENTOS ONTOLÓGICOS Y ESCATOLÓGICOS DEL DÍA DE REPOSO, O SABBAT
Adoración: Alan Dunn, Marzo del 2010
Usado con permiso de la Iglesia Bautista de North Bergen, NJ, USA. Derechos reservados (www.ibrnj.org)
Adoración: Alan Dunn, Marzo del 2010
Usado con permiso de la Iglesia Bautista de North Bergen, NJ, USA. Derechos reservados (www.ibrnj.org)
Si lo que procuramos es brindar a Cristo una adoración bíblicamente regulada, resulta inevitable formular la siguiente pregunta: «¿Cuándo deberíamos reunirnos para adorar?». Por lo general, la respuesta aceptada es: «El domingo». ¿Pero por qué nos congregamos el domingo? La respuesta de las Escrituras a estas preguntas nos adentra en sus enseñanzas sobre el Sabbat, o día de reposo. La Biblia comienza dicha enseñanza en Génesis 2, en el momento en que Dios acabó Su obra de la creación. Si queremos entender cuándo y por qué adoramos cuando lo hacemos, debemos estar anclados en la revelación fundamental de Dios con respecto al día de reposo que nos proporcionó en la creación.
No todos están de acuerdo en que la creación sea fundamento alguno para una correcta visión de la adoración del Nuevo Pacto. Algunos consideran el día de reposo como algo que se originó al margen de la revelación de Dios1. La primera vez que leemos sobre el Sabbat de Dios es en Génesis 2:2, aunque los hay que se niegan a construir sus opiniones al respecto basándose en los cimientos de la creación, y argumentan que el día de reposo no surgió hasta el tiempo de Moisés. Estas voces descartan la legitimidad de las «normas de la creación»2, de las que forma parte este asunto en concreto. Aunque niegan que se trate de una de estas reglas3, se sigue intentando argumentar que el domingo es el día para la adoración del Nuevo Pacto. Existen tres argumentos por este estilo: uno antinomiano4 de la «Teología del Nuevo Pacto»; otro que diluye el día de reposo en soteriología5 que interpreta, de forma característica, la idea de «descansar de las obras propias» y «entrar en el reposo de Dios» en Hebreos 4 como metáfora de la justificación; y el argumento de una escatología sobrerrealizada6.
Cuando preguntamos por qué, en el Nuevo Pacto, nos congregamos el domingo, estos hermanos no abandonan el compromiso de reunirse dicho día y están dispuestos a denominar al primer día como «El Día del Señor», pero su razón de por qué nos juntamos ese día es inadecuada7. Básicamente ofrecen precedentes pragmáticos y eclesiásticamente practicados como las razones por las cuales «deberíamos» (necesitamos) reunirnos en el Día del Señor8. Hasta los libros evangélicos y reformados sobre la adoración descuidan curiosamente la cuestión del día de reposo y de cuándo debemos adorar de forma corporativa9. El pragmatismo, el tradicionalismo, y el descuido generalizado del día de reposo caracterizan el evangelicalismo anémico de nuestro tiempo. Su pérdida predominante de la claridad doctrinal, la laxitud moral manifiesta y la idolatría superficial del yo10 no se rectificarán si los cristianos no están convencidos de cuándo y por qué se debería congregar la iglesia. La cuestión de cómo observar el Sabbat del Día del Señor debe aplazarse hasta que establezcamos un fundamento bíblico para nuestra práctica. Ese cimiento en el día de reposo de la Creación.
LO TEOLÓGICO: LA ACTIVIDAD DE DIOS CONSTITUYE EL SABBAT
La revelación de Dios se compone de dos componentes fundamentales: Sus actos y Sus palabras que explican Sus acciones. Ciertamente, el discurso de Dios es un acto divino. Por Su discurso, se nos da la interpretación revelada de los actos de Dios de manera que podamos conocerlo. Keil y Delitzsch comentan sobre las revelaciones redentoras de Dios que «consisten en los acontecimientos históricos por los que el Dios personal y viviente se manifestó a los hombres [...]. De ahí que todos los actos de Dios en la historia [...] han de considerarse como elementos esenciales de la religión del Antiguo Testamento, en la misma medida que las revelaciones verbales [...]. La religión revelada [...] es básicamente la historia de lo que Dios ha hecho para establecer Su reino en la tierra»11.
Cuando abrimos nuestras biblias, leemos sobre los actos de Dios por medio de los cuales creó los cielos y la tierra en el transcurso de seis días. Los hechos de Dios a lo largo de «la semana de la creación» (Gn. 1:1-24) constituyen la matriz primigenia de la revelación divina. Mientras actúa, Dios habla, pero se dice que la semana es el tiempo durante el cual Dios llevó a cabo la obra de la creación (Gn. 2:2-3). La numeración ordinal, que Moisés hizo de los días de la primera semana, es patente en la superficie del texto. Dios obra de forma secuencial sobre un periodo de tiempo lineal y teleológico, pasando gradualmente a la meta intencionada de Su propio descanso del día de reposo. Una cosa es cierta: Bendijo Dios el séptimo día(Gn. 2:3), un acto que consiste en el discurso divino, pero la revelación preliminar que condujo al séptimo día, en el que Dios «guardó el día de reposo», es una revelación que consiste en la acción divina. El día de reposo en sí se explica en términos de acción divina: … porque en él reposó de toda la obra que Él había creado y hecho. Este divino comportamiento no se debe considerar meramente como un paradigma en competición con la evolución por los derechos a la propia cosmogonía. Es una conducta reveladora. En realidad, como veremos, es un comportamiento normativo designado para comunicar al hombre cómo es que, por ser portador de la imagen de Dios, ha de comportarse y ordenar su trabajo en el transcurso del tiempo. Al acabar su trabajo entraría, al igual que Dios, en el descanso del día de reposo. El hombre debería actuar como Él lo hizo.
Aquellos hermanos que suponen que, a menos que hallen un mandamiento explícito que valide el día de reposo no tienen por qué observarlo, están ignorando el método esencial de hecho-revelación por medio del cual Dios estableció el Sabbat. Este no se instituyó principalmente en una revelación de palabra, sino de hecho, y somos responsables ante Dios por Su revelación factual en la misma medida que lo somos por Su revelación verbal.
El rápido examen de los acontecimientos típicos, que anticipan la redención por medio de la historia redentora, muestra una continuidad tanto en la manera en que Dios perpetúa el día de reposo como en Su bendición fundamental al hombre. Tenemos razones para pensar que Adán y su posteridad (en especial la simiente de la mujer) observaron el día de reposo. Sin embargo, es evidente que la moralidad original de las ordenanzas de la creación se perdió bajo la avalancha de la abundancia de pecado que condujo al Diluvio. Durante ese tiempo, no solo el día de reposo, sino también el matrimonio, se habían deteriorado12. Tras el Diluvio, hay evidencia de que Noé (cuyo nombre expresa la esperanza del descanso del Sabbat) y los patriarcas consideraban el tiempo como procedente de una cadencia heptádica (séptuple) en la que el séptimo día indicaba la acción divina y la esperanza escatológica13. Cuando abordamos la revelación de la ley de Dios en el Sinaí, leemos sobre la divina provisión del maná del que recibían doble porción el sexto día para que no fuese necesario recogerlo el séptimo (Éx. 16:22-30). Es evidente que Israel era consciente del día de reposo antes de que se le diera el cuarto mandamiento. El que Dios proveyera una proporción aumentada y conservara el maná hasta el final del séptimo día, cuando este se estropeaba durante los seis días anteriores si recogían de más, debe interpretarse como el establecimiento del día de reposo consagrado al Señor14.
La razón de lo que se ordena en el cuarto mandamiento es, una vez más, la conducta de Dios. ¿Qué debe hacer Israel? Acuérdate15 del día de reposo para santificarlo (Éx. 20:8). ¿Por qué? ¿Basándose en qué? Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Señor bendijo el día de reposo y lo santificó (Éx. 20:11). ¿Cuál es la razón de la obligación legal? Es la obligación ontológica creacional más profunda que se halla en Gn. 2:2-3, añadida como razón para el cuarto mandamiento16. Cuando la ley fue dada por segunda vez, este era el deber de Israel: Guardarás17 el día de reposo para santificarlo, como el Señor tu Dios lo ha mandado (Dt. 5:12). ¿Por qué? De nuevo se trata de la acción de Dios, ahora el acto redentor, que forma la base de la observancia del día de reposo. Y acuérdate18 que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por lo tanto, el Señor tu Dios te ha ordenado que guardes el día de reposo (Dt. 5:15).
En otras palabras, la obligación legal del cuarto mandamiento no es un mandato injusto: haz esto porque yo te lo ordeno. Su razón es más profunda y relacional: haz esto por lo que yo he hecho y por lo que haré, porque has sido creado y redimido para que seas como yo y estés conmigo. Nuestra observancia del cuarto mandamiento no es tanto el cumplimiento de la ley como la imitación de la acción divina. Como veremos, por ser el día de reposo inherentemente escatológico, la referencia del Señor al Sabbat de Su creación en el cuarto mandamiento señalaba de forma simultánea la esperanza escatológica que siempre está delante del pueblo de Dios. El día de reposo mosaico no solo conmemoraba la creación, porque era el Sabbat, sino que también señalaba el descanso escatológico de Dios al que hemos entrado en Cristo, al que entraremos en la gloria de la resurrección cuando Él regrese. La observancia del día de reposo estaba vinculada íntegramente al culto del templo y a los sacrificios sacerdotales. Esta es otra corriente de revelación que recordaba a Israel el Sabbat de la creación del hombre que disfrutó en el Jardín de Dios y señalaba al descanso del día de reposo escatológico de Dios.
Las normativas para el culto del Antiguo Pacto y, en especial, la disposición, el mobiliario y la decoración del tabernáculo, y, más tarde, la del templo, recordaban al Jardín-Templo de Dios y eran típicos de Su propósito global19 y de la meta escatológica de la historia20. Con el templo, Dios anticipó Su plan para dar al hombre un tiempo santificado en el que disfrutara de la comunión con Él. La peculiar posesión del pueblo era tener la presencia del Señor en medio de ellos, y Él convirtió el tiempo que pasaba con ellos, en Su día de reposo, en la señal del Antiguo Pacto (Éx. 31:13). En el corazón de este se hallaban las bendiciones prometidas de la vida del Sabbat vivida con Dios: Mi presencia irá contigo, y yo te daré descanso (Éx. 33:14).
Cuando llegamos al Nuevo Pacto, vemos de nuevo a Dios en acción. El Hijo de Dios encarnado irrumpió en la historia; llevó a cabo las obras y pronunció las palabras de la bendición divina. Jesús predicó Su primer sermón que se recoge en Lucas 4 en la sinagoga de Su ciudad natal, basándose en Is. 61:1-2 en el que anunció que, con Su venida, había comenzado el año del favor del Señor (el año del Jubileo – Lv. 25:8-17). El jubileo estaba impregnado de la escatología del día de reposo como culminación de una secuencia de siete ciclos de los siete años sabáticos21.
Todo el ministerio de Jesús estaba designado para conducir al hombre a la bendición del día de reposo escatológico de Dios. Él estaba dotado del Espíritu Santo que, en Sí mismo es la manifestación del cumplimiento escatológico. Los escritores de los Evangelios nos informan de que Jesús realizaba Sus milagros durante el día de reposo y que solía reunirse para la adoración corporativa en ese día. Nosotros, discípulos de Jesús, debemos preguntarnos si estamos siguiendo a Aquel cuyo estilo de vida era sabatario. Rescató y restauró el día de reposo de las distorsionadas degradaciones de los fariseos22. Declaró Su divinidad cuando afirmó ser el Señor del día de reposo (Lc. 6:5).
También es relevante que confirmara la permanente relevancia ética del matrimonio, otra ordenanza de la creación, citando Gn. 1:27 y 2:24 en Mt. 19:4-5. Jesús evitó el séptimo mandamiento en Su refutación de la inclinación de los fariseos hacia el divorcio y subrayó la permanente moralidad del matrimonio tal como se instituyó en la creación. El séptimo mandamiento no ordena el matrimonio, sino que da por sentada su existencia y lo protege. No nació por mandamiento de Dios, sino por Su acción como ordenanza de la creación23. Tenemos toda la razón de creer que Jesús consideró la ordenanza de la creación del día de reposo con la misma integridad perdurable del matrimonio. Lo vemos como el hombre escatológico cuyo ser, obras y palabras transmitía la bendición del día de reposo a los hombres. Él es la encarnación de la vida sabataria inaugurada en la historia.
Sin embargo, Su resurrección es la que constituye el cambio del séptimo día al primero24. Por lo general, se reconoce que la resurrección es la razón por la que los cristianos se congregan el primer día. A pesar de ello, no resulta raro encontrar un desconcertante agnosticismo cuando se formula la pr egunta de por qué se elevó el día de reposo del séptimo al primer día25. La incertidumbre de la justificación establecida por Dios para el cambio de día hace que, en su lugar, se presente un argumento eclesiástico. Se nos dice que la razón de por qué nos congregamos el domingo no es porque Jesús nos lo «ordenara», sino porque la Iglesia así lo decidió y, de este modo, sentó un precedente regulador que hemos heredado26. El problema de este planteamiento es que no llega a percibir que el «mandamiento» de Jesús con respecto al día de reposo no se dio mediante comunicación verbal, sino que estando ya establecido, lo dio por medio de Su acción. La resurrección de Jesús y Sus visitas postresurrección comunicaron la justificación moral para el cambio de día27. Jesús constituyó Su día de reposo para el pueblo de Su nueva creación por los mismos medios que Dios estableció el Sabbat original para la vieja creación: por acción divina que, después, se convirtió en una normativa que los portadores de Su imagen regenerados debían imitar. El Señor del día de reposo estableció Su Sabbat del Día del Señor al resucitar de los muertos a una vida de calidad escatológica y sabática. Después, aquel primer día (Jn. 20:19), acudió al lugar donde estaban Sus discípulos reunidos para bendecirlos (Paz a vosotros) y les dio un tiempo santificado por Su presencia personal. Cuando el Señor del día de reposo viene a estar contigo, ESO es el día de reposo. Cuando Jesús resucitó el primer día y se reunió con Sus discípulos aquel mismo día, realizó la transición del Sabbat del séptimo día del éxodo de la vieja creación al primer día, el día de reposo del éxodo de la nueva creación28. Su venida, Su presencia, Su acción, ejecutan la transición al primer día de la bendición y la santidad del día de reposo, que se imparten cuando Él está presente. Pero Tomás estaba ausente aquel primer día, de modo que, ocho días29después (Jn. 2:26 ss.), es decir al primer día siguiente, Tomás se congregó con los discípulos y Jesús vino de nuevo a ellos; transformó el tiempo de ese primer día en tiempo santo, santificado, tiempo del día de reposo. Tomás confesó que aquel Resucitado era su Señor y su Dios. En realidad, Él es el Señor del día de reposo. Jesús vino a Sus discípulos y, de manera profética, describió el otorgamiento del Espíritu Santo en Pentecostés soplando sobre ellos (Jn. 20:22). El Espíritu Santo es, en Sí mismo, el depósito de nuestra herencia de la vida sabática escatológica. Es significativo que el Espíritu Santo se recibiera el día de Pentecostés (Hch. 2), el primer día de la semana. Ese día, Cristo, por Su Espíritu, viene al pueblo de Dios congregado.
No fue mediante mandamiento verbal como Jesús cambió el día de santa convocación (Lv. 23:3) del séptimo día al primero. Fue algo mucho más maravilloso, más ontológico y escatológico, más personal y amoroso: fue por Sí mismo. Al venir a los discípulos y estar con ellos, al darles Su propio Espíritu para que permaneciera con ellos, y hacerlo en el primer día de la semana, Jesús cambió el día de reposo del séptimo día al primero. La justificación de reunirse en la presencia de Jesús y disfrutar de la bendición del día de reposo no es un precedente eclesiástico que responda a una necesidad pragmática. El justificante es Jesús mismo. Él viene a nosotros para darnos la bendición sabática el primer día de la semana. Nos dijo que lo haría. Miren (presten atención a esto) Yo estoy con vosotros (plural: la iglesia congregada) hasta el fin del mundo (Mt. 28:10). El día de reposo es cuando el Señor está en medio de Su Iglesia congregada que le adora. Vemos que la iglesia se congregaba el primer día de la semana30 y que seguirá haciéndolo hasta el fin de esta era.
Más allá de ese tiempo, esperamos la llegada del prometido descanso sabático y eterno de Dios. ¿Y cómo establecerá ese día de reposo eterno? Como siempre estableció e impartió la bendición del día de reposo y la vida santificada: viniendo a estar con nosotros, a vivir con nosotros y llevarnos a Su Jardín-Templo-Ciudad escatológica consumada. Las palabras de Apocalipsis 21 y 22 están saturadas de bendición y santidad sabática. Finalmente, Dios mismo estará entre ellos (Ap. 21:2). Entonces, nosotros, resucitados y glorificados comenzaremos una bendición sabática sin fin, viviendo para siempre en la presencia de Jesús, el Señor del día de reposo.
Notas:
1 Barclay, William, The Ten Commandments For Today (Grand Rapids: Eerdmans, 1973), 31.32. Barclay nos dice que la división del tiempo en una semana de siete días fue un invento babilonio muy útil por razones humanitarias y sociales que Israel descubrió cuando llegó a Canaán. Shields, Norman, Pattern For Life (Welwyn: Evangelical Press, 1983). Shields arraiga el día de reposo en la cultura pagana, y sugiere que Abraham llevó la idea a Palestina desde Mesopotamia. Desaprueba cualquier relación del Sabbat con la creación. «Resulta, pues, difícil de aceptar la opinión de que fuera conocido y obligatorio a partir de ese momento. Que la narrativa de la creación (Gn. 2:1-3) hable de que Dios descansara el séptimo día no es en sí misma una prueba de que los primeros hombres conocieran este hecho o de que reconocieran tener el deber de seguirlo» (83-84).
2 John Murray define las «normas de la creación» como «los mandamientos o mandatos dados al hombre en su estado de integridad. Estas normas de la creación, como podemos llamarlas, son la procreación de la prole, la población de la tierra, la dominación de la misma, el dominio sobre las criaturas, la labor, el día de reposo semanal y el matrimonio». Principles of Conduct: Aspects of Biblical Ethics (Grand Rapids: Eerdmans, 1977), 27.
3 Carson, D. A. «Jesus and the Sabbath in the Four Gospels» From Sabbath to Lord’s Day, A Biblical, Historical and Theological Investigation (Nueva York: Wipf & Stock, 2000), 65. Carson desarrolla el versículo El día de reposo fue hecho para el hombre, y no el hombre para el día de reposo de Mr. 2:27. Argumenta de forma poco convincente que el hombre no es Adán (aunque en Gn. 2 se identifica a este a este en repetidas ocasiones como «el hombre») ni se trata de los judíos, y tampoco de la humanidad. Entonces, ¿de quién se trata? Niega que ἐγένετο se refiera a la creación, la obra de Dios, y argumenta que es «sencillamente un circunloquio para la acción de Dios» que sugiere la dación de la ley a Israel. Reconocemos que el uso que Jesús hace de ginomai (hecho) es bastante inusual. No me opongo a la referencia a Jn. 1:1ss. donde el Espíritu emplea ese verbo en alusión a la obra de Dios en la creación. El verbo que se suele utilizar con respecto a la ley mosaica es δiδωmi (dar) (cf. Éx. 24:12; Jn. 1:17; 7:19; Ro. 9:4; cf. He. 8:6 establecido; y Hch. 7:53 recibisteis la ley). Asimismo, el verbo habitual que describe el acto de Dios en la creación es poiew (hacer, crear) (cf. Hch .7:50; 14:25; 17:24; He. 1:2). Tras objetar en contra de la legitimidad de categorizar a la ley como «moral», «civil», y «ceremonial», Carson reduce toda la ley del Día de Reposo en el Antiguo Pacto a «la categoría ceremonial» (69).
4 Wells, Tom y Fred G. Zaspel, New Covenant Theology: Description, Definition, Defense. (Frederick, Md.: New Covenant Media, 2002). Zaspel permite que Gn. 2:1 «interprete la primera nota de escatología de las Escrituras» con una «función anticipatoria». Sin embargo, «la opinión de que Gn. 2:1-3 establece y ordena la observancia del día de reposo como norma de la creación, correcta o incorrecta en sí misma, parece errar el punto principal [...]. Aquí no se puede hallar ningún mandamiento con respecto a este asunto. Tampoco se ve una relevancia religiosa adjunta al día, en lo que a las obligaciones o la conducta del hombre se refiere. No se menciona en absoluto la relevancia que este día tiene sobre el hombre» (214). Que «no se halle mandato alguno con respecto a la observancia del día de reposo» parece suficiente para descartar la legitimidad de las normas de la creación con respecto a establecer una ética cristiana. Zaspel también interpreta el «resto» de He. 4 como descriptivo de la justificación: apartarnos de nuestras obras para descansar en la obra acabada de Jesús. Ver Leupold, H. C. Exposition of Genesis (Grand Rapids: Baker Book House, 1960) que, igualmente, no halla mandamiento alguno en Gn. 2:1-3. «Sin embargo, debería observarse bien que no se impone ningún mandato sobre la humanidad en ese momento. Procksch indica, adecuada y enfáticamente: “En el presente, el Sabbat se queda en el Cielo”» (103).
5 Lincoln, Andrew T. From Sabbath to Lord’s Day: A Biblical and Theological Perspective. Carson, D. A. ed. From Sabbath to Lord’s Day A Biblical, Historical and Theological Investigation (Nueva York: Wipf & Stock, 2000). Se podría argumentar que, aunque el día de reposo fuera una norma de la creación, su función no consistía tanto en capacitar al primer hombre y a su mujer a reflejar una faceta del carácter moral de Dios como a simbolizar la intención del Creador para la historia de Su creación. En este caso, a pesar del mandamiento a la primera pareja, esta función del día de reposo se cumplió en la salvación que Cristo trajo; la norma de la creación se anula, pues, con la inauguración de la nueva creación» (347-348). «En resumen, el descanso físico del Sabbat del Antiguo Testamento se ha convertido en el reposo de la salvación, el verdadero Sabbat» (396).
6 Una «escatología sobrerrealizada» hace un hincapié indebido en los aspectos del «ya» de la tensión escatológica del «ya—todavía no». Enfatiza de tal manera la participación del cristiano en la resurrección de Cristo que niega la integridad de la vida ya vivida en este siglo y, de manera preventiva, supone la posesión de lo que aún está por darse en la resurrección. Lincoln, Andrew T. «Sabbath, Rest, and Eschatology in the New Testament». Carson, D. A. ed. From Sabbath to Lord’s Day A Biblical, Historical and Theological Investigation (Nueva York: Wipf & Stock, 2000). «La venida de Jesucristo cumple el concepto del descanso [...]; existe un «ya» y un «todavía no» con respecto a ese cumplimiento. Pero no es como si el «ya» y el «todavía no» equilibraran la balanza con exactitud. Que el giro decisivo de los acontecimientos ya ocurrió en Cristo muestra que el «ya» pesa más que el «todavía no…». «El verdadero día de reposo, que ha llegado con Cristo, no es pues un descanso literal y físico, sino que se considera que consiste en el reposo de la salvación del verdadero Sabbat [...]. De hecho, el cumplimiento del día de reposo que ahora se exige es el cese de la dependencia de las obras propias (He. 4:9-10)» (214-215). Me veo obligado a preguntar, a la luz de la enseñanza de Pablo en cuanto a que el don del Espíritu Santo no es sino un depósito de nuestra herencia eterna, cómo puede ser que esas arras puedan «pesar más» que la entrega total que se nos dará en la resurrección? En la p. 205, Lincoln escribe: «En esto, la resurrección de Cristo cumple el descanso indicado por el Sabbat del Antiguo Testamento [...]. La resurrección es el logro de la obra de salvación que excede en posición y sustituye al día de reposo literal. Celebrarlo el primer día es, por tanto, en término de salvación por encima del descanso literal que era la marca de de la acabada obra de Dios en Cristo. En otras palabras, en el cumplimiento, aunque la consumación de este quede aún pendiente, se ha transformado el concepto del reposo literal». Entiendo «día de reposo literal» con el significado de un día específico en esta esfera de tiempo y espacio creados, «santificado» y dedicado a adorar al Señor. En vista de que sigo existiendo en el «tiempo y el espacio», no estoy convencido de que un «día de reposo tan literal» continúe concerniéndome. Jesús ha resucitado, pero yo solo tengo las arras de mi herencia de resurrección. Aunque todavía estoy en este cuerpo, y sigo viviendo en el tiempo y el espacio creados, el «día de reposo literal» me sigue perteneciendo.
7 Al no reconocer cómo y por qué el Señor estableció el día de reposo en Génesis, los no sabadistas no perciben esa misma acción y propósito divinos en Jesús, el Señor del Sabbat (Lc. 6:5). Como veremos, el día de reposo se establece por acción divina. Fue Jesús mismo quien, habiendo cumplido la creación y el Sabbat del Éxodo por Su resurrección, promovió la moralidad y la bendición del Sabbat al día de reposo del Nuevo Pacto por Su acción postresurrección.
8 «Es cierto que las razones de por qué la adoración semanal se convirtió en la norma de los círculos cristianos se pueden dar en términos ampliamente prácticos y que una adoración diaria corporativa se convirtió en algo impracticable, el intervalo semanal se sugeriría por sí mismo a los cristianos judíos como la siguiente división de tiempo más adecuada. A los gentiles, sin embargo, la división sabática del tiempo no les habría parecido necesariamente natural o conveniente, y no tenían necesidad de adoptarla, aunque lo hicieron». (Lincoln. Ibíd. 398). «La cuestión es: ¿Cambió Jesús o cualquier otro el día de reposo del sábado al domingo, transformando el primer día de la semana en el sabbat cristiano? El Nuevo Testamento no hace ninguna declaración clara de lo que ocurrió ni de cómo fue. Lo único que sabemos es que ya en los tiempos del Nuevo Testamento, los cristianos celebraban la adoración en el primer día de la semana, y que lo denominaron «el Día del Señor». Old, Hughes Oliphant, Worship: Reformed According to Scripture (Louisville, Ky.: Westminster John Knox, 2002), 26.
9 El tratamiento específico del Sabbat del Día del Señor brilla por su ausencia, por ejemplo, de The Worship of God: Reformed Concepts of Biblical Worship (Feran, Ross-shire, Scotland: Christian Focus Publications, 2005); Give Praise to God: A Vision for Reforming Worship Celebrating the Legacy of James Montgomery Boice. (Grand Rapids: P & R, 2003); Carson, D. A. ed. Worship by the Book (Grand Rapids, MIch.: Zondervan, 2002). Martin, Ralph P. The Worship of God: Some Theological, Pastoral and Practical Reflections (Grand Rapids: William B. Eerdmans Company, 1982).
10 «Idolatría del yo» es de mi cosecha propia. En el estado actual del evangelicalismo, ver la serie en cinco volúmenes de David Wells. Wells, David F. No Place for Truth, Or, Whatever Happened to Evangelical Theology? (Grand Rapids, Mich. W. B. Eerdmans Pub., 1993). Wells, David F. God in the Wasteland: the Reality of Truth in a World of Fading Dreams (Grand Rapids, Mich.: W. B. Eerdmans, 1994). Wells, David F. Losing Our Virtue: Why the Church Must Recover Its Moral Vision (Grand Rapids, Mich.: W. B. Eerdmans Pub., 1998). Wells, David F. Above All Earthly Pow’rs: Christ in a Postmodern World (Grand Rapids, Mich.: W. B. Eerdmans Pub, 2005). Wells, David F. The Courage to Be Protestant: Truth-lovers, Marketers, and Emergents in the Postmodern Word (Grand Rapids, MIch.: William B. Eerdmans Pub., 2008). Son sociologías teológicas útiles e informativas en las que el Dr. Wells apela al clero bíblico, pero no se llama a que los evangélicos entiendan y acepten las bendiciones prometidas en el día de reposo.
11 Keil, C. F., y Franz Delitzsch, Commentary on the Old Testament (Nueva York: Hendrickson, 1989), 11.
12 Murray, op. Cit. 34-35.
13 Roger T. Beckwith y Wilfrid Stott, The Christian Sunday: A Biblical and Historical Study (Grand Rapids: Baker Book House, 1978), 3-6.
14 Éx. 16:23 Esto es lo que el Señor ha ordenado. El término hebreo es dabar (hablar). Moisés no recoge las palabras directas del Señor para establecer este Sabbat, sino actuando de forma peculiar en la provisión del maná. Esta frase implica que los actos de Dios tienen aquí un sentido, que Sus hechos constituyen una forma de comunicación equivalente al discurso.
15 En hebreo zakar: pensar en, meditar en, prestar atención a; recordar, acordarse; mencionar, declarar, recitar, proclamar, invocar, conmemorar, acusar, confesar (Theological Wordbook of the Old Testament. Chicago: Moody, 1980). El término implica recordar o acordarse de algo que ya se conoce con antelación.
16 Douma, Jochem. The Ten Commandments: Manual for the Christian Life (Phillipsburg, N. J.: P&R Pub, 1996), 110. Douma reconoce la referencia a Gn. 2:3 añadida como razón para el cuarto mandamiento, pero no está dispuesto a pensar que los hombres estaban al tanto del día de reposo antes del Sinaí. Sugiere que esta fue la primera ocasión en que Dios hizo que Su acto de creación fuera la razón para el día de reposo. Yo argumento que Adán y las generaciones siguientes sabían y entendían que los actos de Dios en la creación establecieron y transmitieron la observancia del día de reposo.
17 En hebreo, shamar: guardar, vigilar, proteger (Theological Wordbook of the Old Testament. Chicago: Moody, 1980). La implicación es que habiendo «recordado» alinearse con el día de reposo de la creación (Éx. 20:8), Israel debía ahora «cuidar y proteger» lo que se había recordado.
18 Cuando el Señor les dice que se acuerden de su esclavitud, les está pidiendo que recuerden lo que aprendieron y experimentaron en el pasado. Del mismo modo, cuando en Éx. 20:8 se utiliza acuérdate, significa traer a la memoria lo que se sabía del pasado y lo que se había experimentado entonces, a saber, el día de reposo. El cuarto mandamiento NO fue la primera revelación de este, sino un recordatorio de la revelación dada con anterioridad en la creación y la redención.
19 Wright, Christopher. The Mission of God: Unlocking the Bible’s Grand Narrative (Downers Grove, Ill.: IVP Academic, 2006).
20 Beale, G. K. The Temple and the Church’s Mission, A Biblical Theology of the Dwelling Place of God (Nueva York: InterVarsity, 2004). Longman, Tremper, Immanuel in Our Place Seeing Christ in Israel’s Worship(Grand Rapids: P & R, 2001).
21 Wright, Christopher J. H. Old Testament Ethics For The People of God (Downers Grove: Intervarsity, 2004), 198. «Ese año se debía hacer una proclamación de libertad a los israelitas que se habían convertido en esclavos por las deudas, y una restauración de las tierras a las familias que se habían visto obligadas a venderlas a causa de las necesidades económicas en algún momento durante los cincuenta años anteriores».
22 Bruce Ray, Celebrating the Sabbath: Finding Rest in a Restless World (Phillipsburg, N. J.: P&R. Pub., 2000), 62-67 sugiere que los fariseos adquirieron sus pervertidas perspectivas sobre el día de reposo de los babilonios mientras estuvieron en cautiverio. Luego las importaron e infectaron el Sabbat de Israel con un virus pagano de austeridad y una mentalidad de ganar méritos, vaciándolo así de la bendición impartida por Dios y distorsionándolo por completo hasta hacer de él una carga imposible.
23 Pipa, Joseph A. The Lord’s Day (Geanies House, Fearn, Ross-shire, Great Britain: Christian Focus Publications, 1997), 37. «Otros objetan en este punto argumentando que Dios no ordenó a Adán y Eva que santificaran el séptimo día. De nuevo podemos referirnos al paralelo con la ordenanza del matrimonio de Gn. 2:22-25. Cuando Dios le dio a Eva a Adán, instituyó el matrimonio. Aunque no proporcionó un mandamiento específico sobre este, entendemos que por este acto lo estableció».
24 Fesko, J. V. Last Things First: Unlocking Genesis 1-3 with the Christ of Eschatology (Fearn, Ross-shire, Great Britain: Mentor, 2007), 203. «Cristo inauguró la era escatológica, la nueva creación que comenzó con Su resurrección de los muertos en domingo, el primer día de la semana. Por esta razón, la Iglesia observa su día de descanso ese día». Bruce Ray, op. cit. 43. “El Sabbat del Antiguo Pacto se transforma en el día de reposo del Nuevo Pacto (o Día del Señor) por la resurrección de entre los muertos del Señor del día de reposo». «No hay texto alguno que diga esto de forma explícita. El lector debería considerar la evidencia que sigue y juzgar si concuerda o no con las Escrituras» (p.121). Vos, Geerhardus. Biblical Theology Old and New Testaments (Grand Rapids: Eerdmans, 1948), 142. “Se ha observado de forma notable que nuestro Señor murió la tarde de aquel Sabbat judío, al final de aquellas semanas típicas de labor que prefiguraban Su obra y Su consumación. Y Cristo entró en Su descanso, el resto de Su nueva vida eterna, el primer día de la semana, de manera que el Sabbat judío se mete en medio y fue, por así decirlo, descartado, enterrado en la tumba (Delitzsch). Si en el Nuevo Testamento no existe una promulgación formal en cuanto a este cambio, la causa se halla en su superfluidad».
25 Old, Hughes Oliphant. Op. cit. 26. «La cuestión es: ¿Cambió Jesús o cualquier otra persona el día de reposo del sábado al domingo, y convirtió el primer día de la semana en el día de reposo cristiano? El Nuevo Testamento no proporciona ninguna declaración clara en cuanto a lo que ocurrió ni a cómo sucedió. Lo único que sabemos es que ya en la época del Nuevo Testamento los cristianos celebraban la adoración el primer día de la semana y que lo denominaban “el Día del Señor”».
26 Douma, op. cit. 138. Douma deduce que la Iglesia Primitiva cortó la relación entre el Día del Señor y el cuarto mandamiento y luego responde cómo debemos justificar los cristianos que nos congregemos el domingo. Mis exclamaciones están entre corchetes [ ]. Él pregunta: «No es mejor, acaso, decir que observamos el domingo como una ordenanza eclesiástica en lugar de divina [las cursivas son suyas]? En nuestra opinión, no deberíamos sobreestimar las dificultades relacionadas con este desarrollo histórico. Es cierto que la observancia del domingo no fue instituida por Cristo personalmente [no estoy de acuerdo] ni por Sus apóstoles. A este respecto, no es una ordenanza divina, ya que la observancia del domingo obtuvo validez pública mediante normativas promulgadas por la Iglesia y el Estado [¿Significa esto que la adoración en el primer día de la semana es un fenómeno occidental que no incumbe a los cristianos que viven en países musulmanes, por ejemplo?]. La observancia del domingo es, pues, una ordenanza eclesiástica. Pero seguramente sería una ordenanza inevitable debido al Espíritu de Cristo, que ha dirigido a la Iglesia en toda verdad. La demanda ejercida sobre la vida y el pensamiento cristianos mediante la resurrección de Cristo implicaba simplemente que los creyentes usarían de forma más natural [las cursivas son mías; esto apunta a la dinámica de ser portadores de la imagen de Dios que discutiremos más abajo] el domingo [nótese el utilitario verbo usar] para conmemorar la resurrección de Cristo. La transición del día de reposo al domingo no fue arbitraria, sino que fluyó de la autoridad de Aquel que se llamaba a Sí mismo Señor del día de reposo, y que fue el cumplimiento del mismo. [Pero Douma solamente declara que la observancia del domingo no fue instituida por Cristo personalmente», y, sin embargo, aquí sí lo autoriza; ¿cómo se comunicó Su autoridad? Si esta transición del día de reposo al domingo está autorizada por el Señor, como no es una ordenanza divina, sino meramente eclesial?]. Por esta razón, el tesoro del cuarto mandamiento no podía permanecer atado al Sabbat judío, sino que requería su celebración otro día, a saber, el Día del Señor. Por tanto, la institución de la observancia del domingo no puede rechazarse como una mera ordenanza eclesiástica que surgió de consideraciones históricas. No existe un versículo específico en el Nuevo Testamento que nos aclare la transición del día de reposo al domingo. Pero solo el biblicismo, con su deseo de tener un versículo para cada cosa, puede hacer un problema de esto. Existen más cuestiones que carecen de un versículo particular y específico, como el bautismo infantil, pero no obstante disfrutan de una justificación bíblica». [Supongo que el hecho de que nos llamen «biblicistas» merece el precio de intentar identificar la justificación de la transición del día de reposo del séptimo al primer día en la Biblia. En cuanto al biblicismo del bautismo infantil... me temo que nosotros, los biblicistas, nos sentiríamos decepcionados, pero me estoy desviando del tema...]. Obsérvese, asimismo, el anhelo de Andrew Lincoln por la falta de mandamiento del Señor en lo que concierne al cambio de día, su incomodidad con la razón residual de conveniencia y practicidad para explicar la adoración en el primer día, y su intento por hallar un justificante bíblico para el cambio de día. «Los fundamentos del Nuevo Testamento para la práctica de la adoración de la iglesia en domingo no son tan numerosos ni detallados como cabría desear […]; con el impacto de la misión gentil, la observancia del primer día se extendió y, a finales del siglo I, se había convertido en una práctica regular de la Iglesia [¿pero] basta con esto para establecer la normatividad de esta costumbre para la iglesia? Existen, con toda certeza, otras prácticas apostólicas y de la Iglesia Primitiva que la Iglesia no considera vinculantes [...]. Sin embargo, cuando los reformadores protestantes quisieron atribuirle a las Escrituras la única autoridad para la fe y la práctica, tendieron a reducir la relevancia del primer día a una institución meramente conveniente [...]; es posible que pasaran por alto la importancia de Apocalipsis 1:10 a este respecto. Que el primer día de la semana recibiera el título de Día del Señor sugiere un asunto de una trascendencia mucho mayor que la conveniencia o la practicidad. ¿Pero de qué manera proveen las Escrituras una norma en este ámbito? ¿Cuál de sus declaraciones descriptivas puede tener una fuerza normativa, y por qué? Si para establecer un modelo normativo se requiere que haya un imperativo en el Nuevo Testamento, esto significa que la observancia del primer día de la semana no entra en la categoría de patrones normativos de práctica y, por sí sola, la práctica apostólica no basta para constituir un mandamiento que conlleve la autoridad apostólica [...]; sin embargo [...] la designación «Día del Señor» [...] muestra que ya se había establecido un precedente en la práctica, al menos en las iglesias de Juan, y, evidentemente, contaba con su aprobación. Por tanto, en el caso de la adoración en el primer día de la semana, contamos con un modelo que se repite en el Nuevo Testamento, y, como se demuestra en Apocalipsis 1:10, el patrón ya se había instituido. Además, como indica la designación «Día del Señor», este patrón estaba respaldado por la razón teológica del Señorío de Cristo demostrado en Su resurrección en el primer día de la semana […] su lógica sigue siendo aplicable a lo largo de la vida de la iglesia. Así que, se puede decir que la práctica de la adoración en domingo no es meramente algo que se recomiende por sí misma, sino que lleva la marca de la antigüedad, pero una que aun no siendo un mandamiento directo, reivindica altas pretensiones de llevar la marca de la autoridad canónica». «From Sabbath to Lord’s Day: A Biblical and Theological Perspective» Carson, D. A. ed. From Sabbath to Lord’s Day A Biblical, Historical and Theological Investigation. (New York: Wipf & Stock, 2000), 386-388.
27 Pipa, op. cit. 126. «La iglesia siempre ha reconocido que el cambio de día se inició por primera vez mediante las apariciones del Cristo resucitado en el primer día de la semana, cuando el Nuevo Testamento recoge que todas ellas tuvieron lugar».
28 «Éxodo» puede ser sinónimo de la resurrección de Jesús. Cf. Lc. 9:31.
29 El estudio de la relevancia del octavo día en el Sabbat ceremonial del Antiguo Pacto resulta instructiva como tipo de la bendición del primer día.
30 Cf. Hch. 20:27: Y el primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan; 1 Co. 16:1: Que el primer día de la semana, cada uno de vosotros aparte y guarde según haya prosperado, para que cuando yo vaya no se recojan entonces ofrendas. Hacia finales del siglo I, esta adoración del primer día se conoció como «El Día del Señor». Ap. 1:10: Estaba yo en el Espíritu en el día del Señor…
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