miércoles, 26 de junio de 2013

LO ESCATOLÓGICO: LA HISTORIA SE DIRIGE HACIA EL SABBAT

Usado con permiso de la Iglesia Bautista de North Bergen, NJ, USA. Derechos reservados (www.ibrnj.org)

LO ESCATOLÓGICO: LA HISTORIA SE DIRIGE HACIA EL SABBAT
La escatología está incrustada en el tiempo, en virtud de la meta orientada de Dios y el evidente enfoque teológico en la obra que llevó a cabo en el transcurso de la Semana de la Creación. Sus actos creativos se revelan en el desarrollo del tiempo que es lineal, secuencial, y está delineado por ordinales que culminan en el día de reposo. El tiempo es el medio en el que los actos y las palabras divinas se revelan a los hombres, y manifiesta en sí mismo el Dios de orden. Lo que Él hace fuera del tiempo no constituye la sustancia de la revelación, excepto en la medida que Dios nos habla de sus consejos preeternos, sus decretos y propósitos que se expresan en el tiempo, en sus actos y sus palabras reveladores. La acción primigenia de Dios en el tiempo de la creación aporta estructura a la historia en sí misma.1 El tiempo tiene un propósito. Es el escenario para lo profético. El tiempo es teológico y escatológico a la vez. El esquema cronológico de la Semana de la Creación forma el paradigma por el cual se desarrolla, poco a poco, toda la historia.
«Por tanto, antes de que todas las demás cosas importantes existieran, el Sabbat es una expresión del principio escatológico sobre el cual se ha construido la vida de la humanidad. Esto debe ser el final del proceso mundial, como si de una obertura2 se tratara y estas dos cosas tienen que ir juntas, porque son inseparables. Dejar a un lado una de ellas significa hacer lo mismo con la otra, y desistir de una u otra implica abandonar el esquema fundamental de la historia bíblica».3
El tiempo forma la base de la existencia del hombre y la estructura en la que las palabras y los actos reveladores de Dios tienen lugar. El hombre es una criatura de tiempo, y el tiempo en sí mismo es un vehículo por medio del cual Dios le comunica a este su propósito divino. Dios es trascendente, pero, a pesar de ello, entra en el tiempo y lo santifica, constituyendo así el tiempo del día de reposo.4
El tiempo está diseñado para que el hombre avance de forma progresiva hacia el propósito teológico escatológico de Dios: el descanso del día de reposo, es decir, la vida que se vive con Dios. Esta vida con Él se puso delante del hombre como esperanza escatológica aún antes de que cayera en la muerte por medio del pecado. Para nosotros, como pecadores caídos, esta esperanza es esotérica (oculta), pero nuestra esperanza soteriológica no es otra que la esperanza creada de Adán, ahora elevada por la obra del segundo Adán, es decir, Jesucristo, en la gloria de la resurrección. Nuestra esperanza es, básicamente, la esperanza escatológica de Adán: la esperanza de entrar en el reposo de Dios. Decir que nuestra esperanza esotérica es la misma que la esperanza de la creación de Adán no equivale a decir que esperamos regresar al jardín prístino original como si la caída, la redención y la restauración no hubieran ocurrido jamás. Más bien significa que miremos a la esperanza a la que Cristo nos lleva a la luz de la esperanza escatológica de Adán. Por tanto, la escatología precede a la soteriología y es más fundamental que esta, porque, antes de la caída, la creación misma era básicamente escatológica.
«Lo escatológico es una corriente más antigua que lo esotérico en la revelación. El supuesto “pacto de obras” no era sino la encarnación del principio del día de reposo»5.
«Debido a que la presencia de la escatología se incrustó en la protología, el principio sabático sigue vigente a lo largo de la historia redentora»6.
«El principio del día de reposo está embutido a tal profundidad en la estructura de la religión bíblica que precede y subraya a todo lo demás»7.
Este principio escatológico del sabbat ha de percibirse, por tanto, en las declaraciones de las Escrituras que revelan el esquema histórico global de Dios. Una de esas afirmaciones del Antiguo Testamento se encuentra en Habacuc 2:3:
Porque es aún visión para el tiempo señalado; se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará.
La visión se da en Habacuc 3, donde el profeta ve la venida del Señor como Salvador de Su pueblo y destructor de Sus enemigos. «El tiempo señalado para el cumplimiento que vendrá… sugiere que ese final (meta) alude a la etapa final del trabajo de redención que Dios está haciendo para su pueblo»8. La meta a la que se dirige la historia es la venida de Cristo, la consumación de la historia y nuestra entrada a la bendición sabática eterna. Un pasaje del Nuevo Testamento nos da otro esquema sucinto de la historia, y lo encontramos en 1 Co. 15:20-28 que nos informa de la administración presente del Reino por parte de Cristo, que entregará al Dios y Padre, cuando la muerte sea abolida y todas las cosas queden sujetas a Él, para que Dios sea todo en todos. Este lenguaje no describe «una absorción metafísica»9 en el cuerpo de Dios, sino la perfección y la consumación de que Él esté con nosotros y con Su creación. Es la llegada de la creación a la meta escatológica redentora de Dios: la bendición del día de reposo.
LO TEOLÓGICO: LA PRESENCIA DE DIOS CONSTITUYE EL DÍA DE REPOSO
Con el fin de percibir que la esencia del día de reposo consiste en vivir como Dios y con Él, hemos de considerar Su conducta en el día de reposo original, según Génesis 2:1-3. Se repite tres veces el séptimo día, «indicando así su relevancia por encima de cualquiera de los demás días»10. Dios acabó su obra creativa.
«La idea que transmite este verbo es que el universo ya no está en un proceso de creación. El margen que da Génesis 2 no indica una creación adicional, sino la procreación y la perpetuación de sí misma»11.
Nos extraña el desuso por parte de Moisés de los patrones lingüísticos que empleó con anterioridad cuando describió los seis días de la obra creativa de Dios. No hay repetición del estribillo familiar y fue la tarde y fue la mañana para presentar el séptimo día como uno sin final, que apunta a su propósito escatológico eterno.12 El descanso de Dios en hebreo es Su «shabath», al que se alude en dos ocasiones. Moisés usa un sinónimo en el cuarto mandamiento «nuach» (descansar), así como «naphash» (refrescarse).
Seis días trabajarás, pero el séptimo día dejarás de trabajar, para que descansen tu buey y tu asno, y para que el hijo de tu sierva, así como el extranjero renueven sus fuerzas (Éx. 23:12).
Geerhardus Vos observa: «En relación con Dios, el descanso no puede significar, claro está, un simple cese del trabajo, y mucho menos recuperarse del cansancio [...]. “Descanso” se parece al término “paz”13 [...] un significado positivo en lugar de negativo. Representa la consumación de un trabajo acabado y el gozo y la satisfacción que conlleva»14.
Como veremos más adelante, esta conducta sabática de Dios es normativa para el comportamiento del hombre, portador de su imagen.
«En los seis primeros días, el espacio está sometido; en el séptimo, se santifica el tiempo»15. Dios distinguió el día de reposo cuando bendijo el séptimo día y lo santificó. Moisés indica que Dios le comunicó palabras al en cuanto al día de reposo. «Bendecir» es una actividad verbal. Con anterioridad, Moisés emparejó de manera epexegética diciendo y dijo con bendijo (Gn. 1:22, 28; cf. 14:19; 24:60; 27:27; 48:15; 49:28) de modo que, cuando se utiliza bendijo en solitario con relación a lo que el Señor hizo con el séptimo día, podemos suponer sin temor a equivocarnos, que pronunció palabras «que transmitían una vida abundante y eficaz»16 a este día en concreto. Moisés no nos repite las palabras que Dios pronunció cuando bendijo el séptimo día, pero, en el hecho en sí de bendecir el día, hemos de suponer que profirió palabras dirigidas a Adán. Este estaba familiarizado con aquella comunicación de que sobre el séptimo día recaía una bendición particular.
«Cuando Dios bendijo el séptimo día, sin duda debió declararlo como un tiempo para conferir sus bendiciones más escogidas sobre el hombre»((Roger T. Becwith y Wilfrid Stott, the Christian Sunday: A Biblical and Historical Study (Grand Rapids: Baker Book House, 1978), 145. «Cuando Dios “bendice” algo, beneficia a la cosa en cuestión y a los hombres por medio de ella. De ahí que, para Dios, “bendecir” el día de reposo implica que convierte ese día en una bendición para los hombres». Bush, op. Cit. 47. «Dado que no se puede concebir cómo se puede declara que un día será “bendito” de otra manera que no sea convirtiéndolo en el tiempo designado para la comunicación de algún beneficio o felicidad a las criaturas inteligentes. Cuando Dios bendijo el séptimo día, debió declarar que era el tiempo escogido para otorgar al hombre sus bendiciones más escogidas. Lo bendijo, por tanto, relacionando unas bendiciones inestimables con la adecuada observancia del mismo. Lo consagró como día de santo descanso y adoración; como un momento apartado para la contemplación piadosa de las obras del Creador y las perfecciones divinas manifestadas en ellas; cualquiera que honre ese día con la correspondiente observancia no dejará de experimentar la bendición particular del Cielo como resultado [...] un día de felicidad positiva para el hombre. El gran alcance de sus observancias consiste en llevar a la criatura a una cercana comunión con el Creador y todo lo que tenga este efecto solo puede ser una fuente de bienaventuranza aumentada para el sujeto de la acción [...] un anticipo del éxtasis mismo del Cielo».)).
Asimismo, Dios santificó Su tiempo de reposo (Gn. 2:3). En Génesis 2:3 tenemos el primer uso de este verbo en las Escrituras. ¿Cómo hemos de entender la palabra «santificó» en un tiempo anterior a la caída? Pensamos que «santificación» es algo separado del pecado y apartado para Dios, ¿pero qué significa en una época anterior a la existencia del pecado? El verbo qadash en la Qal (lingüística) tiene la connotación del estado de lo que pertenece a la esfera de lo sagrado. Es, pues, algo claramente distinto a lo común o lo profano. En la Piel y la Hiphil (derivados de la forma verbal hebrea) indica el acto por medio del cual se efectúan las distinciones. Es un verbo denominativo»18. Cuando Dios santificó el día de reposo, apartó ese día del curso normal de los seis restantes. Diferenció ese período de tiempo de los otros seis, no porque los demás días fueran malos o pecaminosos. De hecho, pertenecían al orden creado de Dios que Él mismo catalogó como bueno en gran manera (Gn. 1:31). Sin embargo, al santificar el séptimo día, Dios lo elevó por encima de lo que ya era éticamente bueno a lo teológicamente santo19.
La santidad teológica pertenece a la persona y la presencia de Dios mismo. Lo que constituyó la santidad del séptimo día fue Dios mismo. El día de reposo es un período de tiempo bendecido por Dios y apartado para que tengamos una asociación particular con Él mismo. De una forma bendita y santificada, Dios mismo está presente en el tiempo del sabbat. Entrar en su reposo es entrar en un tiempo (y un lugar) lleno de Su santa presencia. La bendición del día de reposo significa para el hombre cesar en su labor, por lo demás buena y normal, para descansar seguro en comunión con Dios, ser refrescado por Su presencia vivificante; es el regalo de Dios mismo disfrutado en una vida y un amor compartidos.
En el día de reposo. Dios le dio a Adán un «tiempo de calidad», un tiempo santo para Sus palabras de bendición, un tiempo en el que Dios venía al hombre, Su hijo-criatura, y juntos disfrutaban de su relación filial íntima y amorosa. Su presencia personal se indica en sus significativas palabras de Gn. 3:8, y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día. El entorno es la trágica rebelión de la caída, pero estas palabras dicen mucho más sobre la bendición del día de reposo que Dios dio al hombre. Fue Él mismo quien apareció en el escenario. Dios estaba presente. La pareja caída oyó al Señor Dios que se paseaba. Estas palabras sugieren una teofanía. Keil y Delitzsch llegan a sugerir que la presencia de Dios era un presagio de la encarnación del Hijo20 Se debate si Dios el Hijo se manifestó en una forma protoencarnada, pero es evidente que Él mismo está, de algún modo, «físicamente» presente y se le podía oír pasear. No fue la primera vez que la pareja oyó pasear al Señor en el huerto21 Él solía pasear al fresco (ruach—viento, espíritu) del día22. Moisés no dice que fuera «un» solo día, no un día cualquiera, sino que el artículo definido «el» nos presenta un día en particular. El único día singular al que se le había dado particularidad en ese momento de la historia era el séptimo día, bendecido y santificado por Dios. Podemos conjeturar, a partir de Génesis 3:8, que Dios estaba haciendo lo que tenía por costumbre hacer: vino a la pareja en el día de reposo, ese día que Él había bendecido con palabras de vida y santificado por Su propia presencia refrescante.
La conducta de Dios fue la que estableció el día de reposo, un comportamiento en el que pronuncia palabras de sabbat y santifica ese tiempo mediante Su propia presencia personal que viene a tener comunión con el hombre. Para entender y recibir la bendición del día de reposo debemos poner nuestros ojos no tanto en el mandamiento como en Cristo, el Señor del día de reposo que sigue viniendo a su pueblo reunido en el primer día de la semana para bendecirlo, santificarlo y protegerlos a lo largo de este viaje por el desierto hasta el reposo eterno de su sabbat.
Notas:
1. Nash, Ronald H. The Meaning of History (Nashville: Broadman & Holdman, 1998). Cullmann, Oscar, Christ and Time (Filadelfia: Westminster Press, 1964), 23. «Toda teología Cristiana es historia bíblica en su esencia más interna; en la forma lineal de un proceso ordinario en el tiempo, Dios se revela a Sí mismo aquí, y, desde esa línea no solo controla la totalidad de la historia, sino también ¡lo que ocurre en la naturaleza! No queda aquí, pues, lugar para las especulaciones en cuanto a Dios que ignoren el tiempo y la historia».
2. Una obertura es la parte introductoria de una pieza musical.
3. Vos, op. Cit. 140. «El día de reposo hace que este principio de la estructura escatológica se aplique en la mente del hombre siguiendo una manera simbólica y típica. Enseña su lección mediante la sucesión rítmica de seis días de trabajo a los que le sigue un día de descanso, una semana tras otra. De este modo, se le recuerda al hombre que la vida no es una existencia sin objetivo, que existe una meta más allá».
4. Vos, op. Cit. «Lo histórico puede ser sobrenatural y lo sobrenatural puede entrar en la historia convirtiéndose, así, en una pieza de lo histórico en su forma más elevada. No hay exclusividad mutua. Cuando los historiadores establecen el principio que solo se les permite contar con lo natural, esto no es más que un mero prejuicio».
5. Vos, op. Cit. 140.
6. Fesko, op. Cit. 185.
7. Vos, Geerhardus, The Pauline Eschatology (Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1979), 66.
8. Robertson, O. Palmer, The Books of Nahum, Habbakkuk, and Zephaniah (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 2005), 171.
9. Garland, David E. 1 Corinthians (Grand Rapids, Mich.: Baker Academic, 2003), 714.
10. Waltke, Bruce K, y Cathi J. Fredricks, Genesis: a Commentary (Grand Rapids, MIch.: Zondervan, 2001), 67.
11. Hamilton, Victor p. The Book of Genesis: Chapters 1-17 (Grand Rapids, MIch.: W. B. Eerdmans, 1990), 142.
12. Waltke, Ibíd., 68. La ausencia del lenguaje relativo a la mañana y la tarde se debe «quizá a que la ordenanza del día de reposo sigue vigente y que se exhorta a los seres humanos a que participen de él (Éx. 31:17) y a esperar al descanso eterno, redentor del sabbat (He. 4:3-11)». Bush, George, Notes On Genesis. Vol. 1 (Minneapolis: James & Klock, 1976), 46. «Es evidente que este día no se describe con las palabras tarde y mañana, como los demás días, que se compusieron de luz y oscuridad, pero aquí se trata de un día o una luz sin fin que representa a ese estado glorioso sabático del mundo aún en el futuro, del que hablan Is. 60:20; Ap. 21:25».
13. Esta observación nos invita a extraer la rica vena del «shalom» de Dios como otro aspecto de la bendición del día de reposo de Dios.
Derechos reservados.
14. Vos, Biblical Theology, op. Cot. 140.
15. Hamilton, Ibíd. P. 142.
16. Theological Wordbook of the Old Testament. Chicago: Moody, 1980.
17. Roger T. Becwith y Wilfrid Stott, the Christian Sunday: A Biblical and Historical Study (Grand Rapids: Baker Book House, 1978), 145. «Cuando Dios “bendice” algo, beneficia a la cosa en cuestión y a los hombres por medio de ella. De ahí que, para Dios, “bendecir” el día de reposo implica que convierte ese día en una bendición para los hombres». Bush, op. Cit. 47. «Dado que no se puede concebir cómo se puede declara que un día será “bendito” de otra manera que no sea convirtiéndolo en el tiempo designado para la comunicación de algún beneficio o felicidad a las criaturas inteligentes. Cuando Dios bendijo el séptimo día, debió declarar que era el tiempo escogido para otorgar al hombre sus bendiciones más escogidas. Lo bendijo, por tanto, relacionando unas bendiciones inestimables con la adecuada observancia del mismo. Lo consagró como día de santo descanso y adoración; como un momento apartado para la contemplación piadosa de las obras del Creador y las perfecciones divinas manifestadas en ellas; cualquiera que honre ese día con la correspondiente observancia no dejará de experimentar la bendición particular del Cielo como resultado [...] un día de felicidad positiva para el hombre. El gran alcance de sus observancias consiste en llevar a la criatura a una cercana comunión con el Creador y todo lo que tenga este efecto solo puede ser una fuente de bienaventuranza aumentada para el sujeto de la acción [...] un anticipo del éxtasis mismo del Cielo».
18. Theological Wordbook of the Old Testament, Chicago: Moody, 1980.
19. Hailton, op. Cit. 143. «Como es bien sabido, el verbo hebreo qadash significa “poner aparte”. Mediante al acto de la santificación se aparta un día de reposo de los otros seis de actividad. La designación divina es la única que señala el séptimo día como una jornada santa. La humanidad no confiere santidad a ese día absteniéndose de trabajar. En palabras de Westermann, “la santificación del día de reposo instituye una orden para la humanidad según la cual el tiempo se divide en tiempo y tiempo santo [...]. Al santificar el séptimo día, Dios instituyó una polaridad entre lo cotidiano y lo solemne, entre los días de trabajo y los de descanso, algo que sería determinante para la existencia humana”». [Genesis, 1:171].
20. Keil, C. F., y Franz Delitzsch. Genesis: Commentary on the Old Testament (Nueva York: Hendrickson, 1989), 97. «Él viene a ellos como un hombre va a otro. Esta fue la forma más temprana de la revelación divina. Dios conversó con el primer hombre en una forma visible, como Padre e Instructor de Sus hijos. No adoptó este modelo por primera vez después de la caída, sino que ya la había empleado en el tiempo en que trajo los animales a Adán y le dio a la mujer para que fuera su esposa (cap. 11.19-20). Este modelo de relación humana entre el hombre y Dios no es una mera figura retórica, sino una realidad, que tiene su fundamento en la naturaleza de la humanidad, o, más bien, en el hecho de que el hombre fuera creado a imagen de Dios… [Estas visitas antropomórficas de Dios eran una] condescendencia divina que culminó en la encarnación de Dios en Cristo. No se han de entender, sin embargo, como algo que implique que la corporeidad o una forma corporal son una característica esencial de Dios, sino que Él le dio un cuerpo al hombre cuando lo creó a Su propia imagen, y se reveló de una forma adecuada a sus sentidos corporales, para poder conservar siempre esa comunión viva entre el hombre y Él mismo».
21. Hamilton, op. cit. 192. «El verbo utilizado aquí para describir el movimiento divino —mithallek— es un tipo de Hithpael que sugiere aspectos iterativos y habituales».
22. Hamilton, op. cit. 192. Hamilton sugiere que este era el momento más cómodo del día en oposición al calor del día cuando el ángel del Señor y los otros dos acompañantes visitaron a Abraham (Gn. 18:1).

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