miércoles, 11 de febrero de 2009

MERCADERES DE LA FE


MERCADERES DE LA FE

Cada cual que haya observado el fenómeno religioso característico de esta época, ha tenido que reflexionar de una u otra forma, sobre el acrecentamiento de las iglesias y movimientos religiosos que cada día se multiplican en la geografía Colombiana, principalmente en las zonas urbanas. El fenómeno de la multiplicación de comunidades religiosas y movimientos de superación, ha servido en parte, para la confusión de aquellos, que de buena voluntad, se han querido acercar a una concepción más real de Dios y un alivio a sus necesidades personales.

No es un hecho superfluo, el que nuestro país, cuyos habitantes en general, están oscilando entre la pobreza y la necesidad, entre la mala administración de sus propios recursos y la carencia de prioridades individuales, falta de oportunidades y decepciones o frustraciones personales, sean el blanco especifico de ciertos movimientos religiosos que promueven el cielo en la tierra, la supresión y la satisfacción de sus necesidades temporales más sentidas, como lo son, la salud, la economía, la paz mental, etc.

Lamentando esta confusión, es necesario advertir y a la vez aclarar que el verdadero espíritu de la Iglesia es Bíblico, y aunque las comunidades que tienen el Evangelio como su principal tesoro muchas veces no tienen los recursos para defenderse desde las palestras de la comunicación masiva, sus comunidades tienen raíces históricas y sus congregaciones se cuentan por cientos. Esta defensa y clamor, es también el deseo de aclarar en la mente del lector, que existen muchas comunidades que no están ni estarán conformes con que se les compare con los nuevos grupos religiosos y de superación temporal y que también están inconformes con lo que hoy se hace ver como Evangelio.

Para solo poner un ejemplo de lo que estoy hablando, quisiera llevarle a la reflexión en un punto que se ha malentendido en nuestro contexto y es el asunto del dinero y su papel en la Iglesia. Pero quisiera hacer dos aclaraciones previas en que la Palabra de Dios, la Biblia es clara y no deben prestarse para confusiones.

El primero es, que Dios mismo, en la Biblia, demanda honrarlo con nuestros bienes, en reconocimiento de su mano proveedora para con nosotros. Reconocemos que por su favor, no solo gozamos de salud para trabajar, sino que contamos con la oportunidad de hacerlo, de sustentar nuestras familias, de apoyar la extensión del Evangelio en muchos lugares y de muchas formas. Independientemente que sea mucho o poco nuestro salario, el acto de agradecimiento debe ser demostrado en dos formas; devolviendo a Dios una parte de lo que nos permite ganar y en una correcta administración de lo que nos queda.

Lo segundo que hay que aclarar es que quienes se dedican a la labor de extender el Evangelio como su función primordial, deben ser reconocidos económicamente cuando se pueda. Esto también es derivado de la Escritura, quien dice que “El obrero es digno de su salario” y “Al buey que trilla, no hay que ponerle bozal”. Agradecemos de muchas formas y aun económicamente, la labor de quienes se dedican día y noche a atender los asuntos del Reino de Dios, de enseñar y predicar correctamente el Evangelio y dedicar tiempo a la oración.

Pero estas claras y razonables verdades han sido desviadas y retorcidas abusivamente por los nuevos movimientos religiosos de superación, al punto que apartándose de las enseñanzas bíblicas y haciendo un uso sagaz de fraseología bíblica, están violentando y estafando a los feligreses, bajo pretexto de cumplir las Escrituras. Los excesos no se tardan en dar frutos. Lideres adinerados, templos súper lujosos, compras exageradas de terrenos, emisoras, canales de TV etc. Y no es que el Evangelio sea equivalente a la pobreza material; es que el Evangelio es contrario a la ostentación, a la injusticia, a la codicia, la mentira, el engaño y la mercadería de la fe.

Estas comunidades nuevas y de superación temporal, enseñan que la ofrenda debe ser dada como una siembra para que Dios le recompense (Fomentando así la codicia de los feligreses en contra del Evangelio), enseñan a hacer “promesas” con su ofrenda o peor aún, alientan a que sus adeptos hagan el más descarado “intercambio” de dinero por favores divinos. Frases como “Pacte por”, “Siembre por”; han sustituido el significado Bíblico de “Ofrezca a” y “Presente a”. Lo primero es basado en la codicia PARA favores divinos, lo segundo es basado en el agradecimiento POR los favores recibidos. Si bien el obrero es digno de su salario, la codicia, la ostentación, las cuentas en el exterior, demuestran que aquellos que proceden así, no son obreros, sino señores, amos y dueños del bolsillo y la conciencia ciega de sus feligreses.

Los bolsillos de los lideres se extienden y el de los feligreses, que muchas veces no tienen más recursos, se empobrece, pero “gloria a Dios, su fe se acrecienta”. Debido a la investidura prominente del líder, nadie cuestiona por que el sí tiene derecho a los lujos y los demás solo a procurarlos con fe. Es increíble ver a multitudes de gentes esperando que también a ellos ‘se les dé el milagrito’ y algún día puedan ser como su adinerado líder. Sin saber que el camino de la codicia, del anhelo de riquezas es contario al verdadero Evangelio predicado por el Señor Jesucristo. Lamentable que tantas personas estén yendo esperanzadas a la destrucción eterna detrás de sus líderes ciegos y avaros.

Lamentablemente debo decir algo, a riesgo de parecer cismático, pero las comunidades nuevas de superación temporal no predican el verdadero Evangelio. Y si es verdad que cada cual puede buscar su forma de adquirir recursos materiales y que en este país la libertad religiosa existe, ¡Que no nos digan que eso es Evangelio Bíblico! En eso si sentamos nuestra protesta, pues esas comunidades no están basadas en el Evangelio, aunque tomen prestadas (¿o roben?) las frases Bíblicas para ampararse bajo la piedad.

Es necesario redimir nuestros recursos materiales de nuevo, rendirlos al señorío de Cristo y honrarlo a Él, La obra del Evangelio aun espera por hacerse en nuestro contexto, dentro y fuera de las fronteras de nuestro país, las personas perecen ignorantes del Evangelio y es necesario redimir nuestros recursos para que Venga Su bendito Reino. Lamentable que el reino que se esté adelantando es el de algún ‘Cesar’ moderno, algún ‘apóstol de avivamiento’, algún ‘emperador concejal’, algún ‘magnate de las comunicaciones’ o de aquel ferviente visionario y su ‘iglesia del millón’. Lamentable es que parte de la verdadera Iglesia vea estos deplorables ejemplos como lo ideal y la meta a llegar.

Amigos, démonos a la reflexión Bíblica, somos la Iglesia de esta generación que llevará el mensaje de la cruz adelante, pero es necesario que nos sacudamos de lo que nos estorba, siendo el estigma de mercaderes de la fe algo que debemos dejar bien en claro, que ese estigma no se nos ajusta y debemos dejar en claro a quien si le queda ese guante muy bien puesto, pero no a nosotros.

Martinius Lucanius

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