jueves, 31 de marzo de 2016

RAZONES POR LAS QUE GRAN PARTE DE LATINOAMÉRICA HA ACOGIDO CON MÁS FACILIDAD LA NUEVA REFORMA QUE LA REFORMA CONFESIONAL E HISTÓRICA (3)

Es muy notable en nuestros países la diferencia entre la Reforma Confesional e Histórica con la Nueva Reforma y se aprecia cómo nuestra cultura latina, ha sido más tierra fértil para este nuevo movimiento que para la Reforma Confesional e Histórica. No podemos ser ligeros y atribuirle, como lo hicieron los pentecostales en su tiempo, este avance a un avivamiento, porque de hecho, esto puede tener unas explicaciones más naturales y lógicas.
 
1. Nuestro Fuerte Trasfondo Católico Romano

2. El Arraigo Cultural Particular Latinoamericano

3. La Distancia con respecto al progreso de la obra del Espíritu Santo en la Historia de la Iglesia

Es verdaderamente lamentable un hecho particular que se ha puesto en evidencia con la nueva reforma y es que no habíamos aprendido a medio escribir más que las cinco solas y a medio citar las doctrinas de la gracia, cuando tuvimos que reescribir nuestro entendimiento de lo que es la reforma. Déjeme explicárselo de otra manera. No habíamos pasado del primer capítulo de nuestras Confesiones de fe históricas, ni siquiera habíamos reflexionado acerca de su historia ni del valor de ellas, cuando ya los vientos de la reforma que soplaron en América del Sur, nos enseñaron por qué no deberíamos ser confesionales. Así, hoy existen más individuos que defienden con propiedad por qué no ser confesionales, sin haberlo alguna vez sido ni habiendo comprendido lo que esto significa en realidad.

Ha sido asombroso que en América del Sur, ni siquiera hayamos entendido el qué, ni el cómo, ni por qué ni la esencia misma del Cesacionismo, cuando hay más individuos de la neo reforma reaccionando en su contra, aun sin entender la postura histórica de esta doctrina. Es increíble ver que jamás hemos entendido lo que es el principio que regula la adoración (eso se ve en la manera tan superficial en que esta doctrina es atacada), jamás practicamos esta doctrina de forma sostenida pues hasta ahora la estábamos entendiendo, pero ya hay quienes la combaten desde la nueva reforma. Recuerdo que hace algunos años, ni siquiera entre los cristianos evangélicos, se reconocía qué era un Bautista, menos un reformado. Siempre se nos cuestionaba: “Eso es algo nuevo ¿verdad?”. Y empezaron a circular los videos de aquel fogoso predicador que criticaba a los bautistas del sur. Así, los jóvenes que aprendieron la reforma por videos y estudios superficiales, ya atacaban la estructura eclesial e histórica de los bautistas. Tenemos pues, individuos que no saben en verdad qué es el confesionalismo, el cesacionismo, el principio regulador de la iglesia y la adoración, la eclesiología reformada (por solo dar unos ejemplos), criticando y reaccionando a cada una de estas cosas, porque al llegar a la reforma, ese era pues el ambiente en el que la aprendieron.

Esto tiene una explicación. Aquellos lugares, en otros continentes, aun en América del Norte, que han gozado de siglos de tradición evangélica y reformada, ahora están viviendo un lamentable periodo pos-reforma, siglos después, producto del secularismo latente en esta época. Ahora, gran parte de la reforma latinoamericana, desdichadamente no ha bebido de las fuentes de la tradición evangélica y reformada de la que gozaron por siglos estos lugares sino de la nueva reforma, de las reacciones, del momento pos-reforma y secular que se vive en los lugares que en otro tiempo gozaron de un entendimiento mayor de la Palabra de Dios. Así, recibimos por herencia de la época actual, un aversión pos-reforma, reaccionaria y mundana, bajo el emblema de reforma.

Permítame poner este ejemplo, porque no es la primera vez que nos ocurre. El cristianismo histórico se dio lejos de nuestras tierras. Se extendió desde Jerusalén a otras partes del mundo. Mediante iba pasando el tiempo y dependiendo a donde llegaba, pudo haber sido contaminado de muchas maneras. Así, cuando el cristianismo llegó a América del Sur siglos después, no llegó tal y como era, lo que nos llegó fue el cristianismo contaminado, rebajado. Así, aprendimos a ser cristianos nominales, anti protestantes aun cuando ni siquiera sabíamos qué era eso. En su gran mayoría, la gente no era tan buena católica como sí anti evangélica. Eso es un muy buen ejemplo de cómo podemos asumir una posición por vía de la herencia de una deformación doctrinal.

Ahora, considere este asunto. Ya teníamos una versión pos-cristiana, esa versión de cristianismo que heredamos por el catolicismo romano. Luego, cuando llegó el evangelio, rápidamente fue sustituido por la versión evangélica estilo pentecostal o carismático. Claro, eso representaba una mejora, pero no lo ideal. Ahora la nueva reforma nos entrega una versión pos-reformada de los países que con el tiempo están reaccionando a ella. ¿Y por qué? Porque en verdad hay una gran distancia entre los movimientos del Espíritu Santo en la historia de la iglesia en sus más importantes definiciones y acciones y nosotros (que hemos hecho el lugar de agentes pasivos y facilistas).

En verdad tenemos como un lamento, estar tan lejos de tener en nuestras manos las obras históricas de definiciones doctrinales, producto de años de discusiones teológicas. Miles de hojas de los trabajos de hombres de Dios en la iglesia, llegan a nuestro idioma en forma de minúsculos resúmenes. La distancia idiomática es real, pero aun así, la distancia de tener un contexto apropiado para entender la historia de nuestras doctrinas, también pudiera marcar un abismo grande. Sin embargo, nuestras inclinaciones culturales siempre van a hacer que optemos por aquella literatura que sea práctica y llamativa más que la que nos provea un entendimiento profundo de los fundamentos de nuestra fe. Tenemos pocas de estas obras, pero las que tenemos no son muy frecuentadas ni estudiadas. Sin ridiculizar a nadie, crece el número de calvinistas que jamás han leído dos capítulos de las Instituciones de Calvino, lo cual indica que esta nueva reforma lo es por la inercia del subjetivismo y la superficialidad. Si a esto se añade que el ejemplo de los referentes de la nueva reforma casi que ha eclipsado el ejemplo del buen número de iglesias históricas y confesionales, fieles, tenemos el fenómeno que hoy está en vigor.

Por supuesto que procurar ir a las fuentes de todo, es lo más sabio. Este obrar es sensible a la obra del Espíritu Santo sobre la historia de la Iglesia de Cristo. Es necio vivir como si fuéramos los primeros en abordar la doctrina y su aplicación a un mundo caído, cuando la verdad somos hasta ahora, la última generación de cristianos que aparece por aquí. Desligarnos de una forma arbitraria y dejarnos seducir de estos movimientos por el estatus que hoy genera, deja el vacío de no haber atendido a la reforma histórica, que entendida en sus términos, no era una novedad sino el resurgir de las doctrinas de la Iglesia desde Pentecostés y es pasar por alto siglos de lecciones e iluminación que Dios ha venido dando a miles de individuos antes que esta nueva ola.

La distancia no debe verse como un completo mal a menos que no estemos dispuestos a recorrer el camino de un mayor entendimiento de la reforma y permitir que el tiempo asiente en nuestras vidas lo que hemos recibido. Si lo que deseamos es una reforma elegante, mediática, multitudinaria, lúdica, estilizada, seguiremos perdiendo terreno, porque la reforma histórica es más semejante a un rudo y fuerte minero, nada estilizado, pero laborioso, esforzado y eficaz, que pese a su sobriedad y poco atractivo, ha venido sacando las mejores perlas de la Palabra de Dios para cada generación. La diferencia entre el oropel y el oro.

Jorge E. Castañeda D.



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