Mito N° 1
Los Reformados no creen en el Espíritu Santo.
En la primera entrada hacíamos ver cuál es nuestro propósito general al escribir de este tema el cual es responder de una forma honesta y responsable a los más conocidos mitos generados en torno a la reforma. El propósito no es controvertir sino aclarar, no es meramente argumentar como sí traer luz sobre los temas. A la vez que pretendiendo ser justos en las apreciaciones ajenas, me limitaré a ser general. Y he aquí está uno de los temas más frecuentes con que somos abordados y quizás uno de los más delicados, a saber, que los reformados no creemos en el Espíritu Santo.
Es delicado pues ciertamente si hay una comunidad que no cree en el Espíritu Santo, no es una comunidad Trinitaria, por lo cual no Bíblica y por lo tanto una herejía. El no creer en alguna de las divinas Personas de la Trinidad, pone a un individuo o grupo en el lado sectario y herético de la religión. Por supuesto no es el caso de los reformados quienes han creído y siempre creerán en Dios y su existencia Trina. Miles de documentos podrán comprobar esto mismo y las declaraciones formales de su fe, lo enseñan con claridad evidente (1).
No solo creemos en el Espíritu Santo sino que cada reformado lo necesita, como todo cristiano. Según las Escrituras es el Originador de una nueva vida (regeneración), es el Agente de la santificación del creyente, el Iluminador de los hijos de Dios, su Ayuda en la oración, su Consorte (Paracleto (2)) en este peregrinar, es por Su divino poder que hemos creído, creemos y perseveraremos creyendo en Cristo nuestro Señor, quien genera el fruto espiritual tan necesario para todo hijo de Dios. Creemos que infunde dones (3) para la edificación de la Iglesia de Cristo y lo hará hasta que la iglesia alcance la estatura perfecta según Cristo. Le reverenciamos con amor por ser Dios y porque le consideramos absolutamente como el Vicario (Quien está en lugar de) de Cristo en la tierra. Si algún individuo no cree esto no solo no es reformado, ¡No es cristiano en absoluto!
Es por ello que nos preguntamos ¿De dónde ha salido este mito? Seguramente las múltiples corrientes de cristianismo que coexisten hoy han hecho parecer que los reformados no creemos en el Espíritu Santo. De tal manera que si no se apoya o enseña que el Espíritu de Dios sigue dando dones apostólicos a las personas, que las manifestaciones del Espíritu en una vida son las lenguas, las caídas al piso, el éxtasis y andar guiado por sueños, corazonadas y sentires, muchos dicen: ¡Ellos no creen en el Espíritu Santo! Pero el mito es infundado cada vez que nosotros apelamos a las Escrituras para definir quién es el Espíritu Santo y cuál es la obra para la cual fue enviado. Así, solo la Biblia nos puede definir con claridad que esperar hoy del Espíritu Santo y que no y no nuestras corazonadas o experiencias.
En vano nos amedrentan quienes nos hacen considerar que quizás no le estemos dando el crédito al Espíritu Santo de todas las cosas anteriormente dichas, pues podríamos usar el mismo argumento para hacerles considerar que quizás ellos le estén atribuyendo al Espíritu Santo obras que no hace. Así, para evitar subjetivismos, volvemos a las Escrituras, nuestra ancla infalible de doctrina y vida para conocer a Dios en sus tres Personas. Como reformados sabemos que solo por la influencia del Espíritu Santo, el reino de Dios avanzará y es tal vez uno de los más poderosos estímulos para seguir remando, muchas veces contra la corriente.
P. Jorge Castañeda.
(1) Puede ver la Confesión de FE de Westminster (1647 d.C), Capitulo 2 y la confesión Bautista de Fé (1689 d.C), Capitulo 2, para comprobar que estas confesiones de fe reformadas sustentan Bíblicamente la doctrina de la Trinidad siguiendo el credo Niceno del año 325 d.C.
(2) Cuando el Espíritu Santo es llamado Consolador, la palabra original usa ‘Paracleto’, el cual puede ser traducido como Consejero, Asistente, Auxiliador y en fin, ese oficio de estar al lado del creyente en su peregrinar.
(3) Si bien es un punto controversial, la discusión cesacionista no se encuentra en la pregunta ¿El Espíritu Santo otorga dones a la iglesia?, ya que esto es obvio que sí. Más bien la pregunta que se aborda en cesacionismo es ¿Qué tipo dones son los que el Espíritu otorga a la iglesia?.
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