EL ABORTO PROVOCADO
Cada cierto periodo de tiempo se vuelve
a poner sobre la mesa la discusión pública y política del aborto. Aunque
pareciera que en una época como la nuestra es impertinente seguir insistiendo
en estos temas pues muchos afirman que es algo normal, necesario y algo ya
superado, es necesario volver a señalar la importancia de no clausurar el
asunto a la manera de la filosofía actual, sino darnos a la tarea de intentarlo
clausurar de manera correcta. La sensación que hay en el ambiente actual y las
discusiones presentes asumen las cosas es como si ya todo estuviera claro en
cuanto al tema, es simple: libertad, derecho femenino, conveniencia medica,
salud pública, subdesarrollo ¡Y listo!
Visto así, está de más opinar sobre el
tema del aborto, mucho más cuando los grandes de este mundo y las grandes
naciones, políticos, pensadores, feministas y más ya han dado su opinión ‘sabia’
y claro, esta debe ser la correcta y más aun, la que debe regir a los países
que apneas estamos asomando la cabeza al desarrollo.
Como lo advertimos, el sensible debate
acerca del aborto, se ha intentado situar a un nivel de salud pública, control
de la natalidad y derechos individuales. Se ha hecho un esfuerzo muy grande,
por sacar esta discusión del ámbito moral. Ha sido una tarea creativa, pero ha
bastado con ir cambiando términos, manipulando información y mirando a los
países desarrollados (Económicamente) como parámetro a seguir (Y aclaro que es
un desarrollo económico porque en valores morales son subdesarrolladas). Y es
que lamentablemente a partir de la legalización del aborto en algunos países
desarrollados, los países en vía de desarrollo, han sido estimulados a no
quedarse atrás y bajo la “amplitud moral” de los países avanzados y hemos
intuido un permiso general para hacerlo.
Han sido muchas las maneras, en que los
defensores del aborto, han intentado promover en la cultura este acto e
introducir de una forma ‘legal’, en los gobiernos, esta práctica. Sus hábiles
argumentos van desde postulados generales, objetivos y públicos hasta los
postulados particulares, subjetivos y privados. La argumentación filosófica del
aborto se lleva a cabo desde un dialogo académico y formal, en algunos círculos.
En otros la argumentación es mas existencial y situacional, y en otros, las
razones subjetivas bastan para llevar a cabo esta práctica. Lo cierto es que en
todos los países, la cantidad de abortos provocados va en aumento, lo que ha
hecho pensar que la gran solución es la despenalización del aborto. Las
preguntas han pasado del ¿Por qué ha de hacerse? Al ¿Por qué no debe hacerse?
El avance científico y la moral
posmoderna, han sido dos factores que han colaborado en la propagación del
aborto. Los medios de comunicación han difundido con éxito, lo que los
abortistas han querido que sepamos y aceptemos. Trágicas historias son contadas
en detalle, enfrentando problemas sociales muy complejos a los problemas
morales, no dando otra alternativa a quienes ven y escuchan dicha
información que “aceptar el aborto como única salida”. Además, los medios de
comunicación han colaborado acomodándose al argumento pro aborto, generalmente
poniendo en términos de subdesarrollo, injusticia, atraso e inaplicabilidad,
los argumentos en pro de la vida. Su manipulación es evidente, lo que
generalmente desemboca en una ridiculización de los argumentos en pro de la
vida y una exaltación y racionalización de la filosofía abortista.
Lamentablemente, las leyes mundiales, se dirigen hacia este objetivo a prisa. Tal parece que la necesidad de salud pública es muy apremiante y la despenalización del aborto es la solución. Para el problema de los abortos clandestinos y riesgosos, la solución es el aborto despenalizado. Para el problema de adolecentes pobres embarazadas, la solución el aborto. Para el problema de las violaciones o malformaciones, la solución es el aborto. Quienes no confluimos en este mismo pensamiento esperamos que este mismo parámetro de quitar la vida a conveniencia, no se use para “solucionar” el problema del desempleo, la violencia, la drogadicción, etc.
Lamentablemente, las leyes mundiales, se dirigen hacia este objetivo a prisa. Tal parece que la necesidad de salud pública es muy apremiante y la despenalización del aborto es la solución. Para el problema de los abortos clandestinos y riesgosos, la solución es el aborto despenalizado. Para el problema de adolecentes pobres embarazadas, la solución el aborto. Para el problema de las violaciones o malformaciones, la solución es el aborto. Quienes no confluimos en este mismo pensamiento esperamos que este mismo parámetro de quitar la vida a conveniencia, no se use para “solucionar” el problema del desempleo, la violencia, la drogadicción, etc.
La pregunta es ¿Qué más nos espera? Sin
duda, esta puerta abierta, bajo parámetros “claros” y “legales” en un
principio, será la entrada a demás actos similares, que atentan contra la vida
del hombre. Pensemos que bajo este proceder, por ejemplo, solo ha bastado con
no llamar persona al feto, pata poder disponer de él a nuestro antojo.
Bajo este mismo proceder es muy fácil no llamar existencia digna o vida
digna al que está en estado de coma y dejar en mano de los “intérpretes” de
las leyes, el futuro de nuestra sociedad.
Mucho esfuerzo concentrado en
despenalizar el aborto, resultara con el tiempo en su Legalización y posterior
acrecentamiento, como se evidencia en el proceder de esos países que ahora no
lo penalizan. Se quiere hacer ver el aborto desde otra óptica, aceptable en
casos de malformación, resultado de una violación o incesto o cuando la vida de
la mujer está en peligro. Las estadísticas están a la mano, no es el propósito
de este escrito el revelarlas. Pero una somera investigación puede dar fe que
quienes optan por un aborto en la actualidad no es en su mayoría
por estas razones tan defendidas por los pro abortistas.
En la actualidad, la mayor parte de los
abortos son llevados a cabo por niñas y jóvenes cuya vida sexual es bastante
activa, licenciosa y generalmente prematrimonial, no por los motivos que los
pro abortistas quieren dar a entender. La “solución” que se ha legislado, no va
al punto principal, a la raíz del problema. Pese a todo esfuerzo por querer sacar
la discusión a otras áreas, el aborto es un problema moral, de valores y
principios. La Educación Sexual de los colegios y de las escuelas, la
propagación de preservativos en sitios públicos, las campañas de
anticoncepción, no han llegado a la raíz del problema. La educación en vida y
valores, de principios morales absolutos, de normas establecidas fue echada al
“cuarto oscuro” de la educación junto con el pudor y respeto por la vida,
desembocando en la perdida de ellos. La despenalización del aborto, se levanta
como emblema del fracaso educacional en valores de esta generación.
LA IGLESIA CRISTIANA
La Iglesia cristiana debe unificar
criterios en cuanto a la posición que tiene contra el aborto provocado. Debemos
huir de la posición doble que permite el aborto bajo unos casos y bajo otros
no. A saber, el consenso general en el ámbito cristiano, es el de no justificar
el aborto provocado, en ningún caso, pues así se concibe de una interpretación
correcta y desapasionada de la Escritura. Aquellos que creemos en la Autoridad,
Infalibilidad e Inspiración total de la Biblia, creemos que Dios es Creador y
Gobernador de la vida y en su Soberanía absoluta, dispone de ella, no dándole
la potestad al hombre de disponer del no nacido. La regla general que como Iglesia
tenemos es la del NO AL ABORTO PROVOCADO
Debido a los argumentos que con destreza
manejan los que defienden el aborto, es necesario establecer breve pero
específicamente la posición de la Iglesia en cada uno de los casos más usados
por los pro-abortistas. No especificaremos todos, pues sería interesante que
como cristianos podamos ahondar bíblicamente en estos temas y aportar al
conocimiento cristiano. Solo vamos a tocar los puntos que vemos más relevantes
y que acompañan la discusión de este asunto en la actualidad:
a. Dios es dador de la vida y la
gobierna
Los pro abortistas, en un exceso de
orgullo y carencia de sentido, dicen que el hombre y específicamente la mujer
tiene derecho sobre su propio cuerpo. Esta premisa, parcialmente verdadera, no
se cumple en el aborto y no es argumento que lo justifique. La vida que lleva
adentro la mujer (el feto), también tiene ese derecho sobre su propio cuerpo y
la mujer que aborta, pasa sobre el derecho de quien aun no puede hablar y así
le impone “sus derechos”, solo porque el feto depende de ella.
La mujer que a pesar de todo Dios le dio
vida biológica como un don, ahora se cree con la potestad de decidir si deja o
no vivir al que lleva en su vientre. Ella misma se asume como causa misma de
sus derechos, de su vida y se atribuye la potestad de anular los derechos del
bebé dentro de sí arbitrariamente.
Que Dios es Creador y sustentador es
claro en la Escritura. La Biblia atribuye solo a Dios la potestad de crear y
dirigir lo creado. En su infinita e incomprensible sabiduría le ha dado
autoridad al hombre de hacer muchas cosas, pero nunca le ha cedido la autoridad
que como Creador tiene ni el poder que como Gobernador le pertenece.
Hechos 17: 24 y 25 dice:
Hechos 17: 24 y 25 dice:
El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en
él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por
manos humanas, ni es honrado por mano de hombres, como si necesitase de algo;
pues Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
Apocalipsis 4: 11 dice:
Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y
el poder; porque Tu creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y
fueron creadas.
El acto de decidir quién nace y quien
no, es potestad de Dios, Todo intento de poner esta potestad en manos del
hombre o la mujer, es un desafió directo a Dios, su creación y gobierno. El
hombre, en un intento desenfrenado de rebelarse contra la autoridad divina, ha
cambiado la sabiduría de los mandamientos de Dios y ha establecido su propia opinión,
teniendo como consecuencia el entenebrecimiento de su conciencia. De esta
forma, lo que el hombre mira como progreso, para Dios es una provocación y
rebelión, lo que sin duda desembocara en consecuencias para el que hace estas
cosas o las permite, se complazca en ellas o no.
b. La vida empieza desde la
concepción
Con un juego de palabras, los pro-abortistas
dicen que el feto, en sus primeros meses aunque tiene vida, no se le puede
llamar “persona”. Tan sencillo como cambiarle de nombre a algo, para
“legalmente” proceder sobre él, les ha quedado fácil a los pro-abortistas,
saltar el diminuto cerco de su propia moralidad para justificar el aborto. De
esta forma se procedió en Estados Unidos en la antigüedad, declarando que un
esclavo no era una persona, para poder justificar la esclavitud, tan ilógico
como cambiar el nombre de “vida digna” a “vida no digna” en una persona en
estado de coma, para justificar la eutanasia.
Dios trata como persona aun a aquel que
está en el vientre. Los personajes Bíblicos lo concibieron así y su testimonio
incambiable está con nosotros. El feto no se convierte en persona, no es
distinto el feto del que nace, no son dos entes aparte. Estamos hablando de un
proceso, donde ese feto es una parte del proceso, donde el que nace esta en un
continuo proceso de crecimiento y transformación hasta los 18 años, pero
persona desde que es concebido. El hecho de ser o no persona no lo determina el
tiempo, o la posición fuera o dentro del vientre, lo hace persona, la imagen y
semejanza que Dios ha depositado en todo humano desde la matriz.
Salmos 139: 13 al 16 dice:
Porque tú formaste mis entrañas, Tú me hiciste en el
vientre de mi madre. Te alabare, porque formidables, maravillosas son tus
obras; Estoy maravillado, mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi
cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la
tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro fueron escritas todas
aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas
Jeremías 1: 5 afirma:
Antes que te formase en el vientre te conocí y antes
que nacieses te santifique, te di por profeta a las naciones
Los pro-abortistas defenderían, por
implicación, que la virgen María desde su concepción tuvo “algo” en el vientre,
más no una persona. Pero no es lógico, ella albergaba a Alguien, al Hijo de
Dios. Todas las cosas que pasan en el vientre las dirige sabiamente Dios desde
la concepción hasta el nacimiento. Aun cuando nosotros no tengamos recuerdos de
esos momentos, la Escritura nos lleva a creer, que los propósitos divinos se
realizaban allí. Sabiamente Dios puso a cuidado de las madres, en un complejo
proceso de dependencia, a aquellos que nacerán. No podemos atentar contra la
vida de un ser no nacido por el hecho que esté en proceso, o que no tenga
razón, personalidad definida o no ostente de progresos de un humano totalmente
desarrollado. Dios trata como persona al que está en el vientre y el matarle,
se constituirá entre otras, la violación más aberrante del sexto mandamiento.
c. Dios y las malformaciones
c. Dios y las malformaciones
En un mundo posmoderno, falto de valores
morales, donde cada uno conforma y vive su propia moral, esta prevaleciendo una
idea atractiva pero peligrosa. La “calidad” de vida se ha sobrepuesto a
la santidad de vida. Hoy los medios nos han dicho qué es exitoso y qué
no lo es, qué es estar bien y qué estar mal, qué es tener calidad de vida y qué
no lo es. En buena defensa de esta idea, los defensores del aborto, han hecho
ver que las malformaciones son poco estéticas, complejas e inmanejables. La
solución a la mano es el aborto. Tal parece que esta idea neo- Hitleriana, ha
reclutado varios “libre pensadores”, que de libres nada y de pensadores…
Si bien, no se pretende minimizar la complejidad de una malformación en un hijo, del síndrome de Down, o de cualquier complicación física, lo cierto es que no es una base o justificación para el aborto. Ya bien conocidos son los bastantes ejemplos de “discapacitados” más capaces que los demás y el buen corazón y coraje de aquellas personas “especiales” y de los que trabajan con personas de diferentes malformaciones.
Si bien, no se pretende minimizar la complejidad de una malformación en un hijo, del síndrome de Down, o de cualquier complicación física, lo cierto es que no es una base o justificación para el aborto. Ya bien conocidos son los bastantes ejemplos de “discapacitados” más capaces que los demás y el buen corazón y coraje de aquellas personas “especiales” y de los que trabajan con personas de diferentes malformaciones.
En el caso de las malformaciones
genéticas, no hay ninguna garantía, de que un niño, después de su nacimiento normal,
no se le vaya a descubrir ninguna enfermedad que pueda ser tan complicada que
le impida su desarrollo y relación con su entorno de una manera racional. Se ha
tenido conocimiento de muchos casos de niños con problemas de muy mal
pronóstico, pero sólo hasta después de su nacimiento y ¿Qué haremos después?
¿Haríamos leyes contra ellos después de nacidos? ¿Los mataremos porque ya no
pueden tener ‘calidad de vida’?
El punto no es como miramos una
malformación o discapacidad, el punto es como Dios lo mira. Soberanamente, Dios
ha dispuesto muchas cosas que a nuestra inquieta e insaciable razón, no
satisfacen, pero constituyen los más altos propósitos a los que nos veremos
enfrentados. A este desafío de nuestra razón, debemos proceder, humillándonos
ante la soberanía y poder de Dios, no levantando el puño y atentando contra una
vida con malformaciones a nivel de su cuerpo (Ya que lo que lo constituye como
persona, está intacto):
Éxodo 4: 11 desafía y humilla nuestra
razón, pero glorifica a Dios:
Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre?
¿O quien hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy Yo Jehová?
Juan 9: 1 al 3 dice:
Al pasar Jesús, vio un hombre ciego de nacimiento. Y
le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿Quién peco, este o sus padres,
para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que peco este, ni sus
padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en el.
Si tales personas son así porque Dios
así lo designo ¿Qué merecerá entonces quien las creó así y nos mandó amar al prójimo
como a nosotros mismos? Es el clímax de la arrogancia dejarle a las manos del
hombre mismo para que decida qué tipo de personas y con qué características físicas
son los que pueden vivir y cuáles no. Finalmente quienes excusan el aborto por
esta causa, pelean con Dios mismo y su sabiduría infinita.
d. Las violaciones
La Iglesia cristiana, condena
profundamente el acto de violación. De ninguna manera se puede justificar que
un individuo, vulnere los derechos de un indefenso, aprovechándose de su fuerza
o posición y de la debilidad del otro. Sean padres o padrastros, tíos, amigos,
jovencitos, jerarcas de la iglesia, delincuentes etc., la violación es un acto
cobarde, pecaminoso y aberrado. La violación constituye un acto depravado, que
evidencia la bajeza moral y la muerte espiritual de los individuos y que deja
consecuencias devastadoras en sus víctimas. Nunca desconocemos el drama, el
dolor, y la compleja situación de quien, aparte de ser víctima de una
violación, ahora tenga que enfrentar el proceso de un embarazo no deseado. Pero
debido a la gravedad de este acto, aquellos que defienden el aborto, han
desinformado a la comunidad, utilizando el desprecio que la sociedad en general
tiene contra este mal, los sentimientos confusos de las mujeres violadas y de
sus familias, para poder introducir en las leyes, la aprobación del aborto.
Si realmente los pro-abortistas pensaran
en la gravedad de la violación o en las mujeres víctimas de ello, adelantarían
esfuerzos por el tratamiento de las mujeres en este estado y no elaborarían políticas
con el no nacido. Lo cierto es que utilizan este acto como pretexto para así
introducir su amoral filosofía y practica. Se ha hecho pensar que el trauma de
la violación es aliviada con la práctica del aborto. ¿Cómo? No sabemos ¿De qué
manera? Tampoco se sabe. Lo que sí es cierto, es que sin ningún tipo de
discernimiento, la sociedad ha aceptado que el dolor que conlleva una
violación, es atenuado con la muerte del no nacido. La verdad es que el
“tratamiento” esta puesto en quien no se debe y de la manera menos correcta.
Añadir al dolor de una violación, la injusticia de un homicidio, nunca será una
salida aceptable.
La sociedad debe saber que la injusticia
de una violación es igualada en aberración al homicidio de quien es indefenso,
débil, vulnerable, lo que constituye el mismo acto del aborto. El aborto es un
tipo de violación al indefenso ¿Así que no sería de doble moral pensar en
solucionar una violación con otra? El dolor moral y el remordimiento que
conlleva proceder así, no puede ser minimizado por el establecimiento de leyes
que traten de justificar el aborto.
Tal vez salidas más elaboradas, no
inmediatas y aun más complejas que ni siquiera se han pensado o meditado como
la comprensión, el apoyo afectivo, el acompañamiento de la familia y de la
sociedad, el endurecimiento de penas para los violadores, no son factores que terminen
con el dolor de una violación, pero pueden atenuar este conflicto, de una forma
más efectiva, donde se dignifique la vida tanto de la madre como del no nacido.
Los embarazos no deseados normalmente se convierten en niños deseados, si se le
permite al niño vivir. También, aun si la madre no desea al bebé, esto no hace
al bebé “no deseado” ya que muchas familias estarían muy contentas de poder
criarlo. Si irremediablemente la mujer no quiere criar al hijo, producto de una
violación, el darlo en adopción es la opción más viable, aunque sabemos de
mujeres que con extraordinario amor y valor han criado sus hijos, siendo una
bendición la expresión de fraternidad con que se levanta este individuo.
Además, simplemente porque alguien no es deseado, no nos da el derecho de terminar su vida, porque nuestros deseos no pueden terminar con los derechos de otras personas, especialmente con su derecho a vivir.
Además, simplemente porque alguien no es deseado, no nos da el derecho de terminar su vida, porque nuestros deseos no pueden terminar con los derechos de otras personas, especialmente con su derecho a vivir.
Romanos 12: 19 y 21 nos señala el
procedimiento cuando somos sometidos a alguna injusticia:
No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino
dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito esta: Mía es la venganza, yo
pagare, dice el Señor No seas vencido de lo malo, sino vence con bien el mal.
Ezequiel 18: 4 tiene una afirmación
clara:
He aquí que todas las almas son mías; como el alma
del padre, así el alma del hijo es mía, El alma que pecare, esa morirá.
e. Protección de la vida de la
madre
Este punto, es quizás el más conflictivo
en el contexto del consenso general de la Iglesia cristiana evangélica. El caso
de proteger la vida biológica de la madre, sí lleva la posibilidad de un dilema
moral, en el cual debemos elegir entre las demandas morales que compiten entre
ellas y un silencio Bíblico, en este caso en particular. Por un lado, cuando en
un momento ESPECIFICO Y PUNTUAL, se tiene que elegir, no la comodidad, la
tranquilidad, el deseo o el gusto de la madre, sino en el caso que se requiera
escoger entre darle prelación a la vida biológica del bebé y de la madre,
muchos piensan que la madre, por ser coheredera de la gracia de la vida (1
Pedro 3: 7) y por la posición que como esposa adquirió primeramente antes que
madre, ella debe tener la prelación.
Sin embargo, el consenso general es el determinar con mucho cuidado y objetividad que la vida biológica de la madre debe estar realmente en peligro (Y no en un probable peligro, ya que todo embarazo reviste en si algún tipo de riesgo) y tras una valoración cuidadosa médica y una reflexión concienzuda de cada caso, dado este momento ESPECIFICO Y PUNTUAL. A menudo hay riesgo de la vida de la madre en cualquier alumbramiento, pero el riesgo es mínimo. Los estudios han indicado que cuando la vida biológica de una madre se juzga en peligro y ocurre un nacimiento, muy infrecuentemente muere la madre. Si el riesgo a la vida de la madre es real entonces si hay un claro dilema moral en cual caso se debe decidir qué vida salvar. Esto requiere una demanda de oración específica, el juicio de parte de los médicos, de la madre y de la familia y una buena conciencia iluminada por la Palabra de Dios. Aunque es bien sabido, que aun el aborto, no garantiza en todos los casos, que la madre no muera.
Sin embargo, el consenso general es el determinar con mucho cuidado y objetividad que la vida biológica de la madre debe estar realmente en peligro (Y no en un probable peligro, ya que todo embarazo reviste en si algún tipo de riesgo) y tras una valoración cuidadosa médica y una reflexión concienzuda de cada caso, dado este momento ESPECIFICO Y PUNTUAL. A menudo hay riesgo de la vida de la madre en cualquier alumbramiento, pero el riesgo es mínimo. Los estudios han indicado que cuando la vida biológica de una madre se juzga en peligro y ocurre un nacimiento, muy infrecuentemente muere la madre. Si el riesgo a la vida de la madre es real entonces si hay un claro dilema moral en cual caso se debe decidir qué vida salvar. Esto requiere una demanda de oración específica, el juicio de parte de los médicos, de la madre y de la familia y una buena conciencia iluminada por la Palabra de Dios. Aunque es bien sabido, que aun el aborto, no garantiza en todos los casos, que la madre no muera.
Este caso ESPECIFICO Y PUNTUAL, es usado
por los pro abortistas, como excusa para introducir su filosofía y practica
inmoral, sin embargo, este caso excepcional, solo confirma la regla del No al
aborto provocado. La santidad de la vida, la honra de ella, la imagen de Dios
en el hombre, deben tenerse siempre en cuenta. Sabemos, que esta puerta
excepcional, será usada por las mentes parcializadas para justificar un aborto
bajo la excusa de “peligro de muerte”. Pero recordemos que para la mente
inquieta e inclinada a la inmoralidad y al mal, cualquier argumento, le será
valedero para darle rienda suelta a sus actos. Cada cual podría tergiversar el
contenido de este escrito y de esta excepción en casos ESPECIFICOS Y PUNTUALES,
pero Dios que juzgara, no solo los actos sino las intenciones del corazón,
sabrá juzgar correctamente.
UN LLAMADO
La gracia de Dios debe ser presentada a
las mujeres que por diferentes motivos quieren abortar. La desesperanza de un
transe difícil en la vida, de haberse involucrado en la inmoralidad sexual, de
haber sido víctimas de una violación y ahora afrontar un embarazo, debe ser un
proceso tratado bajo los parámetros Bíblicos, donde la gracia de Dios, el amor,
la fortaleza y la esperanza, no son utopías, sino realidades claras y objetivas
que pueden ayudar a mujeres afligidas. La tendencia a pecar de todo ser humano,
lo hará que tome cualquier caso para proceder pecaminosamente, pero una nueva
vida, algo que solo Cristo puede generar, dará una cosmovisión distinta de las
situaciones, de uno mismo y sobre todo de Dios. El pueblo colombiano desde el
cual escribo, es el desafortunado reflejo de una sociedad que de labios cree en
una divinidad, pero que hace mucho tiempo dio la espalda a Dios y a su obra en
Cristo.
Este es un campo para que reflexionemos
profundamente y hagamos un análisis de los “adelantos” de nuestra sociedad. Una
sociedad carente de principios morales, del “yo hago con mi vida lo que
quiera”, de la vida fácil, del “que me importa”, del “vive y deja vivir” del
dinero y placer, en la que nuestros hijos se levantan. ¿Quién nos protegerá de
la generación que en 20 años nos gobernara? Sin duda es aterrador, pero la
sociedad es solo el reflejo de los individuos. Un vistazo a nuestro corazón,
evidenciara los peores males que comunicamos en sociedad. En vez de aterrarnos
o vivir en la cultura de la indiferencia debemos pensar que solo cuando
volvamos a los principios Bíblicos enseñados en las Sagradas Escrituras y
cuando seamos renovados desde nuestro ser interior por Cristo, veremos días
mejores.
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