viernes, 24 de febrero de 2012

Mito N° 6 Los Reformados sí que son bien estudiosos.

Este, debo decir con franqueza, es uno de esos mitos donde la fama nos precede y porqué no, un mito conveniente aunque no siempre real. De cierto, en nuestro medio reconocemos la bondad de Dios al habernos otorgado hombres verdaderamente dotados por el Espíritu Santo de dones para estudiar, analizar y exponer las Sagradas Escrituras con notoria precisión. Podemos encontrar hombres expertos en idiomas bíblicos, eruditos teólogos, excelentes intérpretes bíblicos, hábiles comentaristas bíblicos, grandes predicadores expositivos, los fascinantes puritanos, fieles pastores y maestros idóneos en las diferentes iglesias locales –qué aunque sus nombres nunca se conozcan-, hacen parte de un gran ramillete de hombres confesos reformados que han mostrado su esmero al estudio esforzado de las Escrituras.


De algunas de sus laboriosas manos también han surgido serias universidades y seminarios que han hecho su aporte a los intereses del reino dándonos hombres muy bien dotados en el servicio cristiano. Reconocemos también que, aunque con lucha, cada vez mas podemos acudir a sus escritos en nuestro idioma, de tantas materias bíblicas que en profundidad estos maestros no han dejado de producir diligentemente. Ni que hablar de fuertes y maduras iglesias locales que incansablemente toman en serio el preparar a hombres idóneos para enseñar también a otros, lo que ha producido un verdadero ejército de hombres y mujeres preparados bíblicamente para el reino de Dios. Desde este punto de vista, oh si, los reformados sí que son bien estudiosos.


Pero debemos aceptar un poco ruborizados que no siempre es así. Muchos confesos reformados solo pueden esgrimir el estudio bíblico de sus maestros y ganar reputación a costa de la historia que les acompaña, pero personalmente no se entregan al estudio de las Escrituras con la diligencia que se esperaría al tener tan bastas herramientas a su lado. Con mucho dolor se puede ver que mas individuos se ven atraídos a adoptar el nombre de ‘reformados’ mientras a la vez, jamás han leído su Biblia ni una vez en toda su vida de pasta a pasta. Individuos que solo se empapan de ciertos ‘tips’ reformados por internet, pero jamás se han zambullido en obras de teología sistemáticamente. Podéis encontrar entre nosotros quien hable con propiedad de la reforma y aun desconocer su propia Confesión de Fe. Más aun, hombres que esgrimen su ‘carnet calvinista’, pero que no son miembros de ninguna iglesia local con responsabilidad.


Lamento desencantar la visión de muchos al bajar la cabeza en franco reconocimiento que la filosofía posmoderna ha empezado a carcomer nuestras férreas costumbres en algunas de nuestras congregaciones. De hecho muchas comunidades antes confesas reformadas, han ido tras el entretenimiento, tras las experiencias, lo novedoso y los pulpitos que hasta hace no mucho era sagrados para la exposición Bíblica, ahora una gran orquesta o la filosofía moderna les ha desplazado. Creyentes cuyas agendas electrónicas les han quitado el gozo de disfrutar de un sermón sistemático y pausado y de sentarse a leer una obra cristiana para ser mejores obreros. Nuestros seminarios reflejan que muchos de sus alumnos, no gozan de la pasión de conocer a Dios mediante las Escrituras, pasión propia de nuestros maestros y más bien afanosamente interesados por acreditaciones y diplomas que lejos de hacerles útiles, les confinará a la seguridad propia y al estancamiento, en muchos casos.


Nuestra intención de ser más conocedores de Dios a veces es mayor que nuestra realidad y creo que estamos en deuda en esta generación en detener la avalancha de mediocridad y nunca acostumbrarnos a ella. Mas bien, alentados por la gran cantidad de hombres que han invertido su vida para proporcionarnos herramientas para cada vez ser más útiles, avanzar más decididamente y recuperar el terreno perdido, con paciencia urgente, pero con determinación. Aun así debemos reconocer que generación tras generación, Dios no se deja sin testimonio fiel y que ha preservado a fieles obreros que no han doblado su rodilla al Baal de la comodidad personal y autocondescendencia y nos han animado con su ejemplo, conocimiento y piedad a llevar en alto el evangelio Bíblico. A ellos gracias por recordarnos que al que más se le da, más se le demandará.


P. Jorge Castañeda

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