viernes, 24 de febrero de 2012

Mito N° 10 Los Reformados creen que entre más viejo mejor

Seguro que no hemos podido evitar el escalofrío que recorre nuestro cuerpo cada vez que la palabra ‘contemporáneo’ antecede o sigue a la palabra ‹‹doctrina››; o si esta suspicaz palabra está acompañada de un concepto eclesiológico. No piense que manejamos nuestro auto reformado solamente mirando por el retrovisor, sino que hemos aprendido, muchas veces con dolor, que la mezcla entre estas sustancias no es buena para conducir, más que gasolina y alcohol. En realidad no es nuestro interés volvernos a los carruajes, las lámparas y satanizar cada invento de la tecnología o ciencia, ese no es el punto. Tampoco suspiramos melancólicamente repitiendo que ‘todo tiempo pasado fue mejor’, ni apelamos a la historia como un rechazo caprichoso a la modernidad.


Es cuando lo contemporáneo empieza a socavar la doctrina y se empieza a involucrar oronda como el empuje que una iglesia adormecida necesita. Es falso que creemos que entre más antigua sea una doctrina o practica sea mejor, nuestro parámetro no es lo arcaico de algo sino lo bíblico de ello. Lo añejo no necesariamente le recomienda como algo que la reforma se comprometa a comportar, pero nuestro acercamiento con el desarrollo histórico doctrinal no es algo que estemos dispuestos a enfrentar con rapidez o pasarlo arrogantemente por alto a expensas del desarrollo o la contextualización. Teniendo pues, una sola fuente de la que extraemos lo referente a doctrina y práctica, manifestamos nuestra lealtad a las Escrituras al procurar rastrear en la historia de la iglesia, la manera en que las doctrinas bíblicas se han sostenido a través de los siglos y han hallado su aplicación precisa a una sociedad siempre cambiante. Que esto es una fuente permanente de guía, estimulo y protección, esto no lo negamos, cuanto más sabiéndonos como parte de esta línea histórica.


Eso tiene implicaciones directas en el desarrollo de nuestras comunidades. Ciertamente estaríamos dispuestos a innovar en aspectos periféricos o que nada tengan que ver con la doctrina o sus necesarias implicaciones. Sea en doctrina, adoración, evangelismo, gobierno eclesial (y otras por el estilo), andamos con pies de plomo a la hora de implicarlas en nuestro tiempo, pero tal vez nunca nos damos a la tarea de reevaluar sus definiciones esenciales. Realmente no vemos como poder estar ‘casados’ con mantener las doctrinas bíblicas y llevarlas hasta sus últimas consecuencias y al mismo tiempo ‘flirtear’ con la seductora innovación y seguir siendo fieles. Pensamos que es cuando la iglesia cae en despropósito, lentitud, arrogancia, que se vuelve insípida y que le urge echar mano de modas actuales para parecer viva, pero solo es algo cosmético y nada tiene que ver con el poder del Espíritu fluyendo en su medio.


Preferimos deliberadamente seguir contando, -como diría el célebre predicador- la vieja, vieja historia. Hemos optado por seguir mirando nuestra conformidad con la obra de Dios en su iglesia a través de los siglos y evitar la arrogancia histórica de pensar que la última generación dejó atrás y sin remedio a las demás. Esto sin duda, puede ser verdad con computadores y teléfonos móviles, pero no con la iglesia. El evangelio es el mismo, la predicación sigue siendo la manera en que Dios salva a su pueblo, el canto sigue siendo extraído de la Biblia, el congregarse no pasará de moda, el gobierno eclesial no sufre con los vaivenes de las formas de gobierno de los países, nunca los shows y el entretenimiento ‘eclesial’ van a ser parte de la nutrición del creyente y más.


Pero con el mismo celo, procuramos que esta generación cristiana prosiga el mismo rumbo, ya que definitivamente toda generación que al presente es la ‘contemporánea’ hace parte de la misma historia eclesiástica que pretendemos honrar. Definitivamente daremos un legado a la próxima y deseamos que ‘las cosas que hemos oído y entendido, que nuestros padres nos contaron, no las encubriremos a nuestros hijos, para que lo sepa la generación venidera y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza’.


P. Jorge Castañeda

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POR LA SUPREMACÍA DE CRISTO EN ESTA GENERACION

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