martes, 27 de diciembre de 2011

Mito N° 4 Los Reformados no evangelizan.

Uno de los distintivos de la doctrina reformada es el creer radicalmente en las llamadas ‘Doctrinas de la Gracia’, lo que significa que creemos en que Dios en la obra de salvación actúa según el propósito de su voluntad hacia pecadores que solo merecen la condenación eterna. Eso implica que si alguien llega a ser salvo, fundamentalmente no lo fue por iniciativa propia o gracias a su gran determinación de elegir a Cristo. Si bien el hombre es quien cree en Cristo para salvación, el punto es que creyó por el designio soberano de Dios, pues en su estado natural se encuentra muerto en delitos y pecados y así solo merece ira y condenación de divina.


Estas doctrinas nos hacen reconocedores del testimonio Bíblico de la existencia de un grupo de personas al que le llama elegidos, predestinados o llamados. Este grupo de personas no están allí por algún merito propio, esencialmente no son distintos a los que se pierden, pero soberana y eternamente Dios les ha elegido para mostrar en ellos la gloriosa gracia que tiene al no pagarles conforme sus pecados y en algún momento del transcurso de sus vidas, los atrae por el evangelio a Cristo para ser salvos. De forma que creemos que solo los elegidos serán finalmente salvos por la gracia soberana de Dios de principio a fin.



Ahora bien, muchos nos preguntan: - ¿Así que solo ellos serán salvos verdad? -Sí, así es, es lo que decimos. - De manera que si alguno no es elegido de Dios y se le predica el evangelio nunca creerá ¿Verdad? Oh, así es, sus propios pecados le oscurecerán y no vendrá a Cristo. - ¿Entonces porque predicar el evangelio si finalmente el elegido creerá en Cristo y por mas que se le predique al no elegido, nunca creerá?. De esa forma muchos han llegado a la conclusión que los reformados no vemos la urgencia de evangelizar al perdido, que desalentamos a las personas a la predicación indiscriminada del evangelio y que hasta nos ponemos en una posición arrogante al solo predicarle el evangelio a los que son elegidos – cómo si supiéramos quienes son-.



Creo que aquí está el mito y lo responderé en varias etapas. Lo primero que hay que decir es que como cristianos que pretendemos mantener en alto nuestra plena adhesión a las Sagradas Escrituras, reconocemos el claro mandato de Dios de predicar a todo ser humano el evangelio, claro está, según nuestras posibilidades. No podemos ser bíblicos y pasar por alto las claras exhortaciones bíblicas acerca de anunciar el evangelio. Así que sí creemos y procuramos obedecer la ordenanza de Dios de predicar el evangelio. Segundo, la doctrina de la predestinación no anula, antes anima la predicación del evangelio, porque es el medio establecido por Dios para atraer a sí mismo los que ha elegido para salvación. Así que por medio de dicha predicación, Dios llama a los suyos, los atrae a Él y los salva. Si no predicáramos el evangelio estaríamos negando de cierta manera, la misma doctrina de la predestinación de Dios quien no solo predestinó los fines (la salvación de los elegidos) sino que predestinó los medios (la predicación del evangelio) para alcanzar dichos fines.



Tercero, predicamos el evangelio porque a diferencia de lo que se piensa, ningún reformado conoce quienes son los elegidos, es más, nadie aparte de Dios mismo les conoce. Esto hace que nuestra predicación sea indiscriminada, es decir, a todo hombre y a toda clase de hombres, por cuanto los elegidos están velados a nuestros ojos, los cuales solo Dios conoce y solo Dios los traerá a Cristo según su voluntad. Cuarto, predicamos el evangelio y solo el evangelio como medio para la salvación de los hombres y de hecho no verás que adelantamos eventos mundanos para atraer a los elegidos. Seguramente es cuando los demás ven que los reformados no hacemos conciertos, recreaciones o shows con el fin de atraer al perdido, que imaginan que no evangelizamos. Sin embargo, es tal nuestra confianza en el poderoso evangelio que voluntariamente hemos renunciado a envolver el evangelio con el dulce del mundo para que sea más atractivo. Creemos que solo el evangelio es poder de Dios para salvación y que no necesita métodos ni ayudas del mundo para lograr su fin, que es salvar.



A juzgar por la historia de la iglesia, encontrarás que fueron los reformados los pioneros de las misiones ‘modernas’ alrededor del mundo, pero eso te lo dejo a tu investigación. Pero a juzgar por nuestras reuniones semanales, es allí donde principalmente develamos que este mito carece de fundamento. Para el reformado la predicación del evangelio no es aquello que en un culto viene después de cantar. Si algo distingue a los reformados, es la perseverante costumbre de semana tras semana sin faltar una de ellas, de predicar el evangelio y darle el lugar central en nuestras reuniones. Bajo esta realidad más bien aceptaría que se nos criticara por una abundante exposición a las Escrituras y no el viejo y falso mito que los reformados no predicamos el evangelio.



P. Jorge Castañeda

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